16 jun 2014 / 22:00 H.
Irak está, de nuevo, en medio de un conflicto armado que parte el país y, como en otras ocasiones en su historia reciente, amenaza con extenderse e implicar a otras naciones colindantes. La ofensiva del Ejército Islámico en Irak y el Levante (EIIL) que pretende crear un estado islámico en territorio iraquí y sirio es demasiado grande y sanguinaria para que un estado débil y fracturado por la guerra pueda hacerle frente. Sin embargo, las acciones de este violento grupo no encuentran contestación en el norte del país y se han hecho fuertes en numerosas y grandes ciudades. El órdago internacional es mayúsculo, pero, no obstante, la desidia con la suerte del pueblo sirio parece constatar que la importancia dependa o no de “encontrar” las ya famosas armas de destrucción masiva. Aquella guerra sirvió para poco, si acaso para hundir más un país y que otros tantos hicieran y sigan haciendo buenos negocios en la zona. Que la embajada de Estados Unidos en Bagdad sea una de las más grades en cuanto a personal del mundo es un dato significativo de lo importante que es saber conjugar intereses “geopolíticos” y los buenos negocios. El caso sirio, con otro tirano y una guerra civil abierta no ha suscitado un gran interés en la comunidad internacional y por ende en Estados Unidos. El líder mundial no descarta ahora, incluso, alguna acción conjunta con Irán para tranquilizar la convulsa zona. También llama la atención que se mire a estas alturas que la composición del gobierno iraquí no sea sectaria para evitar problemas de enfrentamientos religiosos que, históricamente, están en el germen de sus conflictos. Más condescendientes fue el Gobierno estadounidense cuando los sectarios son afines a sus intereses.