¿Pero qué puedo hacer yo?

Gloria Pastor Izquierdo/Desde Jaén. No cabe duda de que todos coincidimos, no importa desde qué perspectiva enfoquemos nuestro punto de vista, en que es necesario cambiar muchas, muchas cosas para que la situación actual que aflige, angustia y llena de desesperanza a la mayoría de los miembros de la sociedad desaparezca.

    08 may 2012 / 11:06 H.

    Ponemos sobre la mesa multitud de pensamientos y alternativas y con ellos aspiramos a construir un mundo nuevo, diferente, con otros valores, otras actitudes, en el que el conjunto de los seres humanos sea siempre respetado y protegido. Ese mundo que anhelamos, no es algo que otros construyen, o que es responsabilidad de otros. La sociedad la formamos todos y todos somos protagonistas y responsables. Pero nos sentimos impotentes y a veces pensamos ¿qué puedo hacer yo? En el mensaje del 21 de abril, que cada año el Centro Mundial de la Fé Bahá’í envía a todos los bahá’ís del mundo, se puede leer: “Lamentablemente, a pesar de los loables esfuerzos, en todos los países, de individuos bien intencionados que trabajan para mejorar las circunstancias de la sociedad, los obstáculos que impiden la realización de tal visión se presentan, para muchos, como insalvables. Sus esperanzas se desploman a causa de supuestos erróneos sobre la naturaleza humana. Estos supuestos no parecen tener en cuenta en absoluto las extraordinarias reservas de potencial espiritual a disposición de cualquier alma iluminada que haga uso de ellas; Una maraña de velos de falsas premisas impide así apreciar una verdad fundamental: el estado del mundo es el reflejo de una distorsión del espíritu humano, no de su naturaleza esencial”. Las cualidades innatas de la persona que son causa de la felicidad humana y del progreso social, como pueden ser: fe, valor, amor, compasión, honradez, humildad, por citar algunas, forman parte de esa dimensión espiritual que todos poseemos. A medida que estas cualidades se pongan de manifiesto en todos nosotros, tanto más progresará la sociedad en la que estamos influyendo. Para contribuir a un proceso de cambio social, el mensaje que impulsa la Comunidad Internacional Bahá’í, es un llamamiento al renacimiento espiritual, al fortalecimiento de esas cualidades gracias a las cuales la persona se regenera y la sociedad logra avanzar. Para generar progreso social, la gente tiene que ser moral, desinteresada y honrada, esta es nuestra tarea, esta es la batalla a la que nos enfrentamos cada día, y aquí sí podemos hacer mucho. Pero si la gente se concentra en sus propios objetivos egoístas, sus actividades de desarrollo no pueden ser eficaces. Según la visión Bahá’í, los tres actores que operan en el mundo en general —el ciudadano, el cuerpo político y las instituciones de la sociedad— reflejan actualmente la discordia que caracteriza la turbulenta etapa de transición de la humanidad. Nos encontramos en una etapa de adolescencia de la humanidad, pero al igual que sucede cuando un adolescente llega a la madurez, nuevas posibilidades de autorrealización se abren. Empresas de alcance mundial antes desechadas por imposibles son ahora realizables, todo depende de nosotros, de todos y cada uno de nosotros, porque todos somos los eslabones de una misma cadena, las olas de un mismo mar, las gotas del mismo océano.