Investigación sobre bosques artificiales en el Reino Unido
Natalia Pérez Linde, una ingeniera de Montes alcalaína que sueña con ser profesora universitaria, es la artífice de un estudio pionero sobre bosques inundables en Inglaterra. En un proyecto de la Universidad de Cranfield, la corporación The Park Trust y la Agencia Medioambiental del país, la joven, que está centrada en el doctorado de su carrera, tendrá, en los primeros meses de 2015, los resultados de un trabajo, que comenzó hace casi tres años.
La intervención se focaliza en un espacio de cincuenta hectáreas cercano al río Ouse. Lo que era un erial, utilizado para extraer grava, es convertido, de manera progresiva, en un bosque inundable artificial en el que se han plantado, principalmente, álamos y sauces. Este ecosistema atrae a numerosos animales, entre los que sobresalen las aves acuáticas. Con el tiempo, la zona se ha convertido en un lugar de esparcimiento para los vecinos y en un punto de interés para los naturalistas.
La labor de Natalia Pérez persigue hacer una guía, con pautas para una vez que se termine la restauración sobre la gravera. Registra las condiciones del suelo, la calidad del agua, la velocidad del flujo o la evolución de la capa freática —fundamental para la subsistencia de los árboles—. Incluso, se hacen unos mapas del subsuelo sobre los cambios en el agua acumulada y un experimento con tierra de esa área en un invernadero. “Mi papel es, una vez terminada la investigación, informar a los promotores sobre las tareas necesarias cuando acabe la extracción de grava y garantizar un buen mantenimiento”, recalca Pérez. Los resultados podrán ser extrapolables a otros bosques similares.
Una de las principales conclusiones que atisba la profesional alcalaína es que el equilibrio en ese ecosistema artificial no será estable, sino “dinámico”, porque hay que dar tiempo para que la vegetación prolifere. El interés por el experimento es tal, que hasta ha pronunciado conferencias en el Reino Unido y en el estado norteamericano de Wisconsin.