Interrogantes
Gonzalo García Camps/Desde Barcelona. ¿Qué sentido tiene vivir, si al final hay que morir? ¿Por qué está presente el sufrimiento en la vida de las personas? ¿Quién ha hecho que los seres humanos sean los únicos racionales, con una capacidad intelectual muy superior a la del resto de seres vivos?
¿Qué había de nosotros antes de que naciéramos? ¿Qué habrá después de que muramos? ¿Por qué hay personas que nacen con discapacidades? ¿Quién programa que una persona que muere por causas naturales termine su vida a los 25 años, mientras que otra puede vivir hasta los 80? ¿Es el azar el que ha hecho que yo fuera chico o chica? ¿Y qué interpretación se puede hacer de los milagros? ¿Existen o no?
Todas estas y muchas más, son preguntas que todo el mundo acaba haciéndose. Ello es la demostración de que el ser humano es un ser vivo abierto a la trascendencia. Es una persona que tiene en su interior una serie de inquietudes a las cuales necesita dar respuesta. Quien da respuesta a dichas inquietudes es la religión. Por esa razón, ningún Estado en ninguna parte del mundo debería negarle la libertad religiosa a los ciudadanos. Todo ciudadano ha de tener derecho a buscar el sentido a las cuestiones más hondas que se plantea en la religión que considere oportuno. Y el Estado lo único que debería hacer es garantizar este derecho, no impedirlo.