Instantáneas de la “frágil ilusión” de Juan Francisco
Juan Francisco está lleno de alegría, ilusiones, ganas de soñar, de aprender, de hacer amigos... Es un niño con Síndrome de Down y un niño como todos. Mostrar su día a día y demostrar que las diferencias no son tantas como podrían parecer era el objetivo que Adrián Moya Rodríguez se propuso capturar en Frágil ilusión, un proyecto que nació como un trabajo de clase y ha sido mucho más. Este joven estudiante del Ciclo Superior de Fotografía de la Escuela José Nogué ha conseguido un nuevo amigo de cinco años y ha descubierto que con su trabajo es capaz de contar lo que él ha sentido; sus fotografías reflejan y contagian la ternura e ilusión que vio a través del objetivo.

Fue el trabajo de dos fotógrafos, Jan Caga y Giuseppe Moccia —con su obra El chico de los miércoles— los que le inspiraron para tomar la decisión de meterse de lleno en el mundo de la discapacidad para documentarla. “En este caso, se hablaba de adultos, pero yo quise enfocarlo a la infancia”, explica. Y la película El guardián de la memoria fue el último empujón: “Ante este drama, decidí hacerlo pero para buscar la cara más positiva de la discapacidad”. Así comenzó a trabajar y, sin salir de Villardompardo, contactó con Pili y Juan Francisco, los padres del protagonista de su historia. Ellos, dicen, se ofrecieron desde el primer momento. “Comencé a pasar algunas tardes con Juan Francisco, sin la cámara, para que cogiera confianza”, recuerda. Y no tardó. Casi desde el primer momento fue el niño alegre y cariñoso que aparece en las fotografías que Adrián Moya tomó durante toda una semana después, siete días, paso a paso, con él. “Cuando sus padres le decían que se estuviera quieto para la fotografía, yo les pedía que lo dejaran que fuera él mismo, quería sacarlo como él es. Y conforme pasaron los días, las fotos salían solas”, recuerda. Y de estas sesiones se llevó en la tarjeta de memoria más de setecientas fotografías. “Para el trabajo debía seleccionar solamente doce y fue una criba que me costó muchísimo”, cuenta. A estas unió un vídeo de apoyo de tres minutos: “Como banda sonora elegí una música de Scot Stafford, muy apropiada para lo que quería contar”.
“Cuando terminé este trabajo me sentí muy satisfecho, primero por compartir siete días con Juan Francisco y conocerlo y también por la respuesta de la gente que lo ha visto. No sabía si iba a llegar el mensaje que yo quería contar, si verían la ternura y la ilusión que yo fotografié y lo he conseguido”, explica. Lo dice porque esta misma semana ha inaugurado una exposición del proyecto en Villardompardo, de donde son el niño y él. Este trabajo lo ha elegido el Ayuntamiento para mostrarlo durante los días de feria y el autor está recogiendo muy buenas sensaciones.
Y suma. Mientras que finaliza sus estudios de Fotografía en la Nogué, aprovechará el próximo curso para seguir formándose y cerrar algunos proyectos que tiene comenzados. “Estoy preparando un trabajo sobre la humanidad y su relación con el agua. Son retratos en los que cae agua sobre los modelos y adopta distintas formas. Tienen varias lecturas, desde la relación con la subsistencia y como elemento vital al negativo de las catástrofes, como inundaciones o tsunamis”, detalla.