Insolación: “Es el choque de dos latitudes”
—Nacido, criado y residente en Madrid pero jiennense por sus raíces, ¿le emociona traer a su tierra la obra que dirige?
—Es la primera vez que estaré en Jaén con un montaje dirigido por mí. Es verdad que he ido muchas veces al Darymelia y al Infanta como ayudante del director Miguel Narros, que falleció hace un par de años. La compañía de Insolación, de hecho, era la suya. Siempre había estado con él y es la primera vez que estreno como director, así que tengo muchísimas ganas. Me iré antes, el jueves, para ver a toda mi familia. Mi vinculación es muy fuerte.
—Es la primera vez que estaré en Jaén con un montaje dirigido por mí. Es verdad que he ido muchas veces al Darymelia y al Infanta como ayudante del director Miguel Narros, que falleció hace un par de años. La compañía de Insolación, de hecho, era la suya. Siempre había estado con él y es la primera vez que estreno como director, así que tengo muchísimas ganas. Me iré antes, el jueves, para ver a toda mi familia. Mi vinculación es muy fuerte.
—Insolación es la adaptación de la novela de Pardo Bazán, ¿qué le convenció para afrontar este reto?
—La idea de trabajar con esta autora gallega fue del productor, Celestino Aranda. Es una escritora muy desconocida, como tantos de nuestros autores, y cuenta una historia que me pareció muy interesante. A finales del siglo XIX, las mujeres todavía no podíais decidir ni a quién amar, ni cuándo, ni cómo, ni nada. Emilia, que era una condesa de Pardo Bazán, fue una mujer muy ilustrada y viajada, que, de pronto, crea una de las que considero primeras corrientes feministas de España, en el mejor sentido de la palabra. Defiende que la mujer ha de ser educada igual que el hombre; que puede amar igual, y, sobre todo, que tiene el derecho a trabajar para ser independiente económicamente.
—¿Cómo refleja la historia de la novela sobre las tablas?
—Insolación me gusta porque habla de una mujer, una marquesa gallega afincada en Madrid, a la que da vida María Adánez, que se ha de regir por unas normas sociales, pero, al presentársele un joven gaditano rubio, de ojos azules, que se llama Diego Pacheco, siente un flechazo que ella no se permite vivir. Primero, porque es más joven que ella. Además, es el encuentro de dos latitudes, ella es el Norte, normas y el frío, y Diego, el Sur, el sol de Andalucía que “achicharra” a la marquesa. De ahí lo del título de Insolación. Es un conflicto tan sencillo y universal como el poder o no amar.
—¿Cómo ha sido el recorrido de la obra hasta ahora?
—Llevamos unas cuarenta funciones desde su estreno el 2 de diciembre de 2014, en La Coruña. El próximo mes de diciembre entramos con el Centro Dramático Nacional, en el Teatro María Guerrero de Madrid, uno de los mejores teatros de España, y la gira llegará, después, hasta mayo. Pero ahora lo que me apetece es llegar a Jaén, que la gente disfrute y se “emborrache” un poco con el sol, que crea en el amor en estos tiempos tan tristes de crisis. Es una comedia con la que la gente se lo pasa muy bien.
—¿Y cómo es trabajar con una actriz como Adánez?
—Es la segunda vez que la dirijo y estamos ensayando otra función más. Es mi amiga, mi hermana, una mujer que confía plenamente en todo lo que le propongo. Es una relación de confianza, amistad y juego con esta grandísima actriz.