Inmigración, un asunto de gran calado social, a debate en Torres
Cualquier argumento vale para la confrontación sana, para un fructífero debate de ideas, pero hay asuntos en los que resulta una auténtica inmoralidad utilizarlos para la guerra entre partidos. Y la inmigración es uno de ellos.
La muerte de personas a las puertas de alcanzar el sueño de Europa tiene en la mayoría de los casos como escenario las costas españolas, una maldita entrada al paraíso que no debe ser entendida jamás como un problema sólo y exclusivo de este país. La solución llega por entender que toda la UE y, por supuesto, las naciones de origen, tienen responsabilidad plena y competencias para intentar alcanzar una regularización que frene el rosario innecesario de víctimas. Esta es una de las líneas maestras que se dibujan durante estos tres días en los que se desarrolla el primero de los cursos de verano de Torres, una cita que cuenta con ponentes del más alto nivel y que se prolonga hasta el día 30 de este mes. Ahora que la modificación de la Ley de Extranjería se encuentra en pleno trámite parlamentario, como recordó ayer el propio ministro del área, Celestino Corbacho, es fundamental que tanto el Gobierno como los grupos en la oposición hagan un esfuerzo extra para alcanzar el consenso en esta materia. La oportunidad es muy significativa, si se tiene en cuenta que el año que viene España ostenta la presidencia de turno de la Unión Europea, el marco idóneo para intentar alcanzar acuerdos marco para regular los flujos migratorios.
Se trata de avanzar en un modelo de convivencia en el que nadie sobra, pero al que hay que llegar según unas mínimas normas, cuanto más consensuadas, mejor. La multiculturalidad enriquece siempre, desde todas las perspectivas, tanto económica como social o cultural. Por encima de rencillas, ser capaces de caminar en esa dirección unidos será un signo inequívoco de madurez política.