INMACULADA GARCÍA "FÁTIMA BASTET". "La danza saca la fuerza y la identidad de la mujer"

MARIAM LÓPEZ
Su nombre artístico evoca a la gran diosa egipcia Bastet, divinidad gata que simbolizaba la alegría de vivir, pero es que verla danzar transporta de inmediato al antiguo Egipto, porque conserva en sus movimientos la pureza de aquella danza ancestral de alegría y agradecimiento. Es un lujo para la vista impregnarse de esa magia en forma de danza y les recomiendo no dejar de ver alguna de sus actuaciones.

    03 abr 2011 / 09:34 H.

    —¿Cómo se hace bailarina de danza oriental?
    —Yo comienzo cuando llegó a Jaén la danza del vientre. Siempre me había gustado y puse mucho interés en perfeccionarme, ensayando en casa, estudiando sobre ella, porque encierra detrás toda una cultura y es fundamental conocerla para que esa danza sea lo más pura a sus orígenes. Soy funcionaria, pero fuera de las horas laborales, el resto del día se lo dedico a la danza. Cuento con el apoyo incondicional de mi pareja, que me ayuda en casa y eso me permite tanta dedicación. Llevo ocho años de trayectoria y me he formado en distintas ciudades, como Jaén, Granada, Málaga y otras muchas, con grandes maestros dentro de la danza oriental, como Alika, que ha sido mi principal fuente de aprendizaje; Aziza, Jillina, Hellena Rull y Tito Seif, entre otros.
    —-¿Es lo mismo danza del vientre que danza oriental?
    —La danza del vientre está dentro de la danza oriental, pero esta engloba muchísimos folclores y danzas de distintos países. El origen de la danza del vientre es probablemente egipcio, y no era una danza de exhibición, sino de ofrenda a los dioses y, en concreto, a Bastet, que era la diosa gata primigenia de los egipcios, que personificaba todo lo bonito, hermoso y alegre. Con esta danza se pedía a los dioses ayuda, protección para las cosechas, para el hogar, la familia y los hijos. Para las embarazadas, esta danza era muy buena porque fortalece los músculos de la pelvis ayudando en el embarazo y parto. Actualmente, se ha descubierto que es muy recomendada para casos de fibromialgia, depresión, pérdida de peso y tiene otras innumerables ventajas terapéuticas. Y es sorprendente que empezara en Egipto hace 5.000 años y en honor a los dioses.
    —¿Por qué cree que la danza del vientre se ha puesto cada vez más de moda?
    —Porque nos ayuda. Vivimos en una sociedad donde tanto mujeres como hombres vamos con prisas, descuidamos el aspecto físico y otras cosas, como el tiempo para nosotros mismos. Vemos nuestro cuerpo como siempre y no nos paramos a pensar en él. Con la danza del vientre empiezas a reparar en ti, en el movimiento de tu cuerpo, en que la danza lo estiliza, lo moldea y te sientes bien contigo mismo. La autoestima va subiendo y potencia la identidad femenina porque esta danza está centrada, como dice su nombre, en el vientre, en la fecundidad, en el poder de dar vida. Pero ojo, eso no quita que muchos hombres también la practiquen por los numerosos beneficios que reporta.
    —¿Es más difícil de aprender esta danza que otras?
    —La danza es toda difícil cada una tiene su técnica, pero todas su dificultad. Esta en concreto la tiene en cuanto que hay que disociar los movimientos de distintas partes del cuerpo. Es el arte de hacer esto y luego         unirlas en una coreografía, pero lo mejor es dejarse llevar, ir viendo poco a poco como se va avanzando con la práctica. En pocas clases se coge elasticidad, el cuerpo comienza a disociar sus movimientos y te identificas plenamente con la danza.
    —Se dice que es un baile hecho para la mujer, ¿qué persigue la mujer actual a través de esta danza? ¿La bailan también los hombres?
    —En sus orígenes, era ofrendar a los dioses. Actualmente, la gente no es tan espiritual, entonces ahora se busca, en parte, más la seducción, pero, fundamentalmente, encontrar de nuevo la identidad femenina, esa fuerza de la mujer, esa diosa que todas llevamos dentro y que sale a través de la danza y que cambia tu forma hasta de moverte en tu vida cotidiana, dejando tu cintura y caderas moverse libremente. Y respecto al hombre, también la bailan. Grandes maestros de esta danza son hombres, como Amir Thaleb, Sebastián Triviño, Mohamed El Sayed, con los que he tenido la suerte de formarme. Los movimientos del cuerpo del hombre no están tan adaptados para la danza del vientre, pero pueden bailarla. Es otro tipo de danza porque es más masculina y enérgica, se baila con bastón y otros instrumentos.
    —Háblenos de su vida profesional en la danza oriental.
    —Llevo en ella ocho años. Soy maestra profesional acreditada y me dedico a la enseñanza de esta danza. Mi proyecto más próximo es montar mi propia academia, pero, mientras tanto, doy clases en la Asociación de vecinos Europa a buen precio. También doy clases particulares, he participado en numerosos eventos, como mercados medievales, en la carrera de San Antón, en el Teatro Zaidín de Granada, en el Frigiliana Festival “Mare Nostrum” y en el Festival de Cádiz. También actúo en bodas y otros eventos familiares y tengo un grupo profesional de danza en Granada. En fin, quien quiera conocer mi danza, puede entrar en Youtube y basta poner “Fátima Bastet” para localizar mis actuaciones y enamorarse de la danza oriental.
    —¿Cree que esta danza puede llegar más a los jiennenses por su pasado árabe y judío?
    —Desde luego, Jaén tiene un origen árabe-sefardí y ello conlleva todo lo relacionado con la danza oriental. Sin embargo, curiosamente la danza del vientre no despega, la gente todavía no ha tomado conciencia de la riqueza cultural que encierra esta danza y está paralizada, casi apartada del mundo cultural de nuestra capital. Aquí no encuentro el apoyo que necesitaría de nuestras instituciones para dar a conocer esa joya de nuestra cultura que es la danza oriental. Encuentro mucho más apoyo fuera, por ejemplo en Granada, Cádiz y Málaga, aquí no existe impulso económico para hacer resurgir esta danza.
    —¿Recuerda su primer contacto con un escenario? ¿Qué les dice a sus alumnas cuando lo hacen por primera vez?
    —Mi primer contacto con un escenario fue muy pequeña porque me encantaba participar en todos los teatros del colegio y salía bailando. Luego estuve con la Asociación Lola Torres. Eso me hizo perder en parte el miedo escénico y la primera vez que bailé la danza del vientre fue en una tetería. A mis alumnas antes de salir a un escenario les conciencio de lo que valen, de que son diosas y tienen que transmitir esto a los espectadores.
    —Impresiona su danza del candelabro, ¿cómo consigue tanta concentración?
    —Es una danza de alegría, de bienvenida y deseo de felicidad, prosperidad y suerte a la persona que se homenajea, a quien con ella se le desea la luz. Se baila con un candelabro sobre la cabeza con nueve velas encendidas, su dificultad radica en el peso del candelabro y las velas que arden en él.