INICIATIVA.- Un vino con sabor a empleo y cultura

Enrique Alonso
Dentro de una botella de Campoameno hay más que un vino. Cuando se descorcha se destapan los amaneceres de la Sierra Sur, miles de cepas nevadas en el invierno, viñas con hojas que acaban de brotar para proteger a las uvas del sol abrasador del verano y aire serrano con el que sueñan millones de personas que viven hastiadas de la polución en las grandes ciudades. Por eso, Campoameno es un vino que sabe a empleo y cultura. Tras su corcho hay cientos de jornales que genera el medio centenar de viticultores que miman las uvas con las que se elabora el caldo y sorbitos de historia de la Sierra Sur. En el tinto, en el rosado, en el blanco y hasta en el espumoso, aromas de los legajos que cuentan que Alcalá la Real logró el privilegio de enviar vino al Reino de Granada, que sus caldos estuvieron en la corte de Felipe III y que su ciudad contó con numerosos lagares, en los que la uva se convertía en el zumo de Dioniso o Baco, que dirían los griegos y los romanos.

    19 ene 2014 / 10:16 H.

    Las Bodegas Campoameno nacieron como proyecto empresarial en 2007. Heredaron la Cooperativa La Martina, que puso en marcha un grupo de viticultores de la Sierra Sur. Su nombre se lo deben al marqués de Campoameno de la Sierra Sur. Su vocación, a la cultura del vino que hay entre sus gentes. La iniciativa se gestó en el Grupo Sierra Sur y avanza con paso firme. La Cooperativa La Martina —el germen— comenzó con una producción de quince mil litros al año en 2000. Campoameno logra trescientos mil. Y eso que su política es muy prudente, lo que le hace caminar con paso firme por un mercado exigente que, en ocasiones, se rige por cuestiones subjetivas o modas, como es el negocio del vino.
    Campoameno trabaja con ochenta hectáreas de medio centenar de cosecheros de la Sierra Sur. La mayoría está en Frailes y Alcalá la Real. Su enóloga, Virginia Bosquet, controla el cultivo de la uva y los parámetros con los que ha de llegar a la bodega para lograr la máxima calidad. Con ellas se elaboran sus productos, que van más allá del vino del terreno que se ha producido en esta comarca. Campoameno apuesta por la innovación con una gama diferente y singular. Hace un vino blanco, que se denomina Campoameno Chardonnay, gracias a la uva de esa variedad. Es suave y se toma con pescado y arroces. También un rosado con gas, que se obtiene de las modalidades tempranillo y syrah para servirlo con platos de pasta —muy similar al popular Lambrusco— y ensaladas. Asimismo, el mimo de la variante tinta genera cuatro vinos diferentes y singulares. El Tinto Sierra Sur tiene el distintivo de calidad de la Indicación Geográfica Protegida. Sale de las tempranillo y garnacha. No pasa por la barrica, ya que se considera joven.
    Campoameno Syrah Barrica nace de la variedad que le da su nombre. Está tres meses en la bodega en contacto con la madera, lo que le da notas tostadas. Es suave y muy apropiado para maridajes con carne. El Marqués de Campoameno destaca por su enorme aceptación. Su composición se basa en un “coupage” —mezcla— de tres variedades de uva, como son cabernet, sauvignon y syrah. Cuenta con más cuerpo después de doce meses de crianza. Por último, la joya de la corona de los tintos es el Alto de Campoameno, que se gesta con un “coupage” de merlot, tempranillo y syrah. Pasa dos años en la barrica. También dispone de dos espumosos. El vino blanco, el Marqués de Campoameno y el Alto de Campoameno fueron galardonados por su calidad en el Concurso Nacional Premios Mezquita 2013, en el que compitieron con otros de todo el país. Da una idea de su elevado nivel. Los precios de los vinos oscilan entre los dos y los ocho euros.