Inestabilidad estable
Los que llevan toda la vida esforzándose por conseguir un pensamiento estable, con suficiente solidez como para evitar que la incertidumbre se apodere de sus debilidades, todas esas lecciones sobre cómo asegurarse el porvenir, aquéllos que nos aconsejaban que nos dejáramos de bagatelas poéticas y encontráramos un trabajo fijo y etcétera, abuelos, padres, maestros, suegros, bancos y aseguradoras, nos estaban dando gato por liebre y, sobre todo, estaban impidiendo que nos armáramos de las destrezas necesarias para saborear la sangre en combate abierto en un mundo a la deriva.
Y el mundo, este mundo que nos han creado, que al tocarlo en la pantalla creemos estar transformando a medida de nuestro deseo, nos está modelando según un coeficiente de rentabilidad, nos está licuando para integrarnos a su metabolismo reflejo. Cuanto más nítida y transparente sea la materia de la que está compuesta la pantalla, más velocidad y más información podamos adquirir con el esfuerzo de mover un dedo, menos información real nos están cediendo, más opaca se vuelve la realidad. Algo así como la Ley de Transparencia con la que el gobierno quiere blindarse. Este dios global que edificaron los padres de la patria para construir el neofeudalismo, el dinero, el argumento fundamental que sustenta la vida estable, era una ficción de estabilidad incierta. El mismo proceso, pero a la inversa, se le está aplicando a la iglesia católica al tener que pagar el impuesto de sus bienes terrenales para seguir manteniendo el negocio de los celestiales. Creían estar construyendo la mayor realidad jamás soñada y han conseguido que su volatilidad tenga tanto peso que ha aplastado el pensamiento que su razón fundó. Bruselas ha enviado a sus técnicos para comprobar que el déficit de España es real, es transparente; o sea, a dar fe de que todo lo que es España en estos momentos, puro déficit, se ajusta a la realidad que le falta para ser España. La estabilidad anunciada se desploma al pronunciarse, y para no decepcionar, el gobierno utiliza la firmeza. Es de agradecer que los mercados financieros estén dando la razón a la poesía, al demostrar que la estabilidad era inestable. Está claro que los mercados han sabido aprovechar la coyuntura mejor que los poetas. Algunos especuladores de poca monta creían que estaban construyendo con ladrillo cuando lo estaban haciendo con burbujas de jabón de gran tonelaje. De la demolición de la realidad se pasará a otra demolición. Cuando Rajoy advirtió que al salir de la crisis el mundo ya no sería el mismo, estaba anunciando la demolición de muchas convicciones sobre la estabilidad, incluidas las suyas. Lo está demostrando.
Guillermo Fernández Rojano es escritor