24 sep 2014 / 11:03 H.
La retirada de la reforma de la Ley del Aborto tuvo consecuencias. Aunque desde hace semanas se especulaba con la situación tan delicada en la que quedaba el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, que abanderó la reforma por expreso deseo programático de su partido, y que ahora quedaba totalmente desautorizado. Pero no solo dimite como ministro, sino también de la ejecutiva y de la vida política en suma. Después de 30 años vinculados al PP, el eterno candidato deja el partido con una crisis de Gobierno, pues aunque al presidente no le gusta, finalmente, tendrá que mover pieza. En lo que era una apuesta estratégica para satisfacer a una parte de su electorado, la reforma de la ley no solo ha chocado de frente con el rechazo social, sino que, además, al hacerse sin ningún tipo de consenso y con premisas retrógradas era una bomba de relojería que Rajoy ha decidido desactivar. Doble error, porque al margen de que solo desde posiciones extremistas se exigía un cambio, la ley actual tenía el suficiente grado de consenso para solo realizar pequeños ajustes y no una reforma a la totalidad que retrotraía al país a épocas pasadas. Sostiene Gallardón que no ha sabido convertir el anteproyecto en ley, pero lo cierto es que no ha tenido el suficiente apoyo político de su presidente para culminar la tarea que le había sido encomendada. El “regalo envenenado” acaba con una carrera política que, en ciertos momentos, le hizo entrar en las quinielas como posible sucesor y candidato del Partido Popular. Sin embargo, su paso por el Ministerio de Justicia no le ha granjeado, ni mucho menos, popularidad ni en su propia bancada. Su estrella política se ha apagado y renuncia a todos los cargos políticos.