Incendio de carcajadas con la chispa del chiste

La peculiaridad de los jiennenses según David Navarro, la lógica de lo que hacen los niños, en opinión de Kaco, y lo más jocoso de la crisis, por Manu Badenes, fueron los temas que llenaron de carcajadas un completo Infanta Leonor en una nueva edición de la “Paramount Comedy”.

    26 mar 2011 / 09:34 H.

    A veces los detalles más insignificantes y cotidianos pueden ser la chispa que prende una larga carcajada. Con esta actitud, los monologuistas de la “Paramount Comedy” (David Navarro, Manu Badenes y Kaco) incendiaron de risas el Teatro Infanta Leonor  en una velada que, para más inri, quedó grabada para la posteridad para su emisión en televisión. El monólogo de Kaco hizo que el público volviera al pasado para recordar curiosidades de la infancia. De este modo, hizo alusión a personajes de cuentos como Pinocho. “Me lo imagino de pequeño por la calle y qué iba a decir cuando le preguntaran que qué quería ser de mayor: ¿un paquete de cien folios? No solo sacó punta al muñeco de madera, sino que se acordó del príncipe de la Bella Durmiente: “Qué putada tuvo que ser no solo esperar a la princesa durante cien años para que despertara, sino que, además, se la encontró cien años sin depilar”. El cómico no se cortó al reconocer que le encantan los potitos que le da a su sobrino. También analizó las canciones que decían los niños antes: “La de Franco, Franco que tienes el culo blanco porque tu mujer lo lava con Ariel... en verdad, era porque siempre estaba cara al sol”. 
    Sobre el escenario, el anfitrión de la noche, David Navarro, quiso dejar constancia de su vida en la ciudad que lo vio nacer y cómo llegó hasta Madrid para trabajar en la Paramount. “Cuando me preguntan de dónde soy digo que de Jaén, Jaén. Es un problema que tenemos la ciudades con nombre corto”. Navarro contó sus andanzas de cuando se crió entre la ciudad y el campo: Jaén y Martos. “Mientras en la ciudad leía la Teleindiscreta, en el campo jugaba al fútbol, recogía la aceituna y comía cada 15 minutos”. Luego recordó su experiencia cuando se preparó las oposiciones en Sevilla. “Siempre ponen el examen la feria de Jaén, en octubre. A ver si algún año lo ponen en abril”, dijo en referencia a la feria de los sevillanos. El monologuista contó cuando se fue de intercambio a Estados Unidos y  un americano se quedó con su familia. “A mi padre le gustó la idea, porque somos de Jaén, tenemos olivos y la aceituna hay recogerla”, comentó.
    Entre su perlas, el público no pudo aguantar la risa con la concepción que tiene Navarro de los asesinos. “Aquí no hay asesinos en serie. Si alguien le pega un tiro a otro, acto seguido, o se suicida o, a los quince minutos, se entrega en el cuartel de la Guardia Civil”.  El jiennense se atrevió a calificar a los españoles de “cabezones”. “Ahora está de moda pedir foie. El nombre está chulo si se dice en francés, pero en español no: ¡Le pego una hostia: fuá!”. Dedicó unas palabras al tópico de que los andaluces son muy vagos: “Esto lo dice un madrileño que trabaja en la sucursal de un banco en el barrio de Salamanca, echando un café a las doce de la mañana. De modo que los jornaleros andaluces llevan desde de las siete agachándose para recoger la aceituna de Jaén o la fresa de Huelva, con los riñones que van a reventar, mientras que el madrileño alarga la mano para coger “El Mundo” y dice, ‘¡uh, cómo tengo la espalda!”.
    Navarro volvió a destacar la peculiaridad de su tierra con el programa de televisión “El último superviviente”. “Al último superviviente —“el fiera”— lo cogía yo y lo soltaba en el centro de jaén, un 15 de agosto a las cuatro de la tarde, le cortaba las fuentes y le cerraba los bares”. Al final se encuentra un puñao de abuelos al sol, para que vayan cayendo poco a poco y así sanear las arcas de la seguridad social. Con un estilo más surrealista, Navarro introdujo sus “por cierto...” en mitad de los textos. “Hay veces que crees que te vibra el móvil, te tocas el bolsillo y... no...” o “en los hoteles que le pongan una cinta al wáter no prueba que lo hayan limpiado”.
    Con una visión menos dramática con la que los políticos tratan el tema de la crisis, Manu lo enfocó jocosamente. Desde anécdotas personales, el cómico madrileño comentó la dificultad que se encuentra a la hora de pedir financiación para “proyectos imposibles”. Una crisis que afecta a  un grupo de la sociedad especialmente: “Cuando estás tirado de pasta, hay gente que comete el error de volver a casa de sus padres. Es un error, porque tus padres te quieren... pero lejos. El mejor ejemplo es que mientras tienes 20 ó 25 años no hay pareja digna para el hijo o hija, pero a partir de los 35 años te quieren colocar todo lo que se mueve”.
    Una traca final de carcajadas fue el mejor aplauso para los monologuistas que se fotografiaron en el escenario con el público de fondo. Diana Sánchez / Jaén