¿Malos tiempos para la lírica?

Con frecuencia pienso que deberíamos volver a los tiempos del trueque; un bien o un servicio por otro del vecino. Directo, limpio, sin intermediarios, especialmente los que dicen servir a través de los medios financieros  o las administraciones públicas reguladoras de los mercados.

    24 jun 2011 / 08:58 H.

    Lo limitado en las posibilidades de intercambio nos haría retroceder en el tiempo pero seguramente garantizaría nuestra supervivencia. ¿Drástico? Posiblemente sí. ¿Pero de qué nos vale la confianza en todo un sofisticado sistema de mercado que sólo da respuesta o posibilita la satisfacción de unos pocos? ¿De que nos vale sostener, quizá por miedo al vacío, un mecanismo amañado y arteramente utilizado por aquellos individuos carentes de escrúpulos y aún menos de sentido de la equidad y la justicia? En estas últimas semanas, he escuchado propuestas de algunos políticos neoliberales que ponen los pelos de punta, hablaban, no sé si conscientes o inconscientes, de la supremacía de los más capaces en contraposición a los infiernos de los totalitarismos. En la otra parte de la bancada, la autodenominada progresista, secano de ideas, internacional resignación, desconfianza social. Sumido en esa angustia recupero del cajón del olvido un viejo poema de Bertolt Brecht, que sigue representando la rebeldía y la dignidad frente a la opresión y la injusticia, “Malos tiempos para la lírica”: “En mí combaten el entusiasmo por el manzano en flor y el horror por los discursos del pintor de brocha gorda”.  El pintor, como bien saben ustedes, se refería a Hitler. 
    Rafael Latorre es funcionario