Ilusión y nervios en la carrera electoral más imprevisible

La campaña de las municipales más imprevisibles de la historia democrática reciente de este país, desde aquellas primeras del año 1979, arrancó a medianoche con emociones encontradas.

08 may 2015 / 10:26 H.

Por un lado, con la ilusión compartida por todos los candidatos de hacerse con la confianza de los ciudadanos y, por otro, también con nervios ante un panorama en el que todo apunta a que, también en esta capital, puede romperse un bipartidismo que, en España, hunde sus raíces en el siglo XIX. Las emblemáticas plazas de la Constitución o de San Ildefonso o el “Infanta Cristina” —el hotel en el que el PP levanta su campamento de campaña en cada cita con las urnas— fueron algunos de los lugares en los que los partidos políticos que concurren a los comicios desplegaron la propaganda electoral y pidieron el voto prometiendo “cambios” —en el caso de los grupos políticos de la oposición y de los que no tienen representación— o “estabilidad de gobierno” —en el caso del partido que tiene el mando de la ciudad—.

Rodeados de militantes y simpatizantes, los cabeza de lista de las distintas formaciones que se juegan el tipo en estos comicios lanzaron mensajes contundentes. Ideas contenidas en unos programas que, cinco horas antes de la medianoche, seis de los once partidos que concurren a la cita electoral del 24 de mayo desgranaron en la sede de la Asociación de la Prensa de Jaén (APJ). En el marco del debate organizado por la Federación de Vecinos Objetivos Comunes (OCO) y moderados por el periodista José Liébana, el PP, el PSOE, IU, Jaén en Común, Ciudadanos y Unión, Progreso y Democracia (UPyD) expusieron sus principales propuestas en materia de urbanismo, vivienda, comercio, cultura o transporte —incluido el tranvía—, entre otros asuntos.

Lo hicieron con la misma rotundidad, el convencimiento y las ganas de arañar el voto ciudadano que demostraron, en su conjunto, todos los partidos cuando el reloj marcó oficialmente el arranque de la campaña. El comienzo de dos semanas intensas en las que, al margen de la carrera de fondo que tendrán que correr los candidatos, la última palabra la pronunciarán las urnas.