Ilusión nacida de las manos de artistas de la tierra del olivo

Pepi Galera
A veces la lógica no puede explicar todo lo que los sentidos perciben. Así despierta la ilusión que nace de la magia.  Cartas que se adivinan, monedas que aparecen y desaparecen, aros que se entrelazan o cuerpos que se dividen sin derramar una gota de sangre. ¿Cómo se hace todo esto? Solo es cuestión de magia. En Jaén existe un buen número de aficionados a la magia y el ilusionismo que, agrupados en la Asociación Círculo Mágico, no tienen otra filosofía que la que se resume aquí: “... qué diferente sería el mundo si todos pusiéramos unas gotas de magia e ilusión en nuestras vidas”. 

    03 jul 2011 / 10:57 H.

    Hace ya más de 20 años, allá por 1986, varios magos de la provincia entraron en contacto y decidieron montar el Círculo Mágico de Jaén. Ellos, los fundadores fueron Juan Medina —Medy— de Linares, Jesús Jaén y José Blas Aranda, ambos de la capital. “Era una afición que teníamos desde siempre y cuando nos conocímos, comenzamos a compartir inquietudes. A partir de ahí, el círculo fue creciendo con más magos de la provincia con los que fuimos contactando”, explica el presidente. 
    Poco después de la fundación de la asociación, comenzaron a “reclutar” a jóvenes con interés de la magia y comenzaron a introducirlos en este mundo. “Recuerdo, por ejemplo, que Sixto Cámara y Fran Manzaneda empezaron con nosotros cuando apenas tenían 12 años”, explica. “En el Círculo Mágico tenemos la buena o mala costumbre, según se mire, de enseñar los trucos a los nuevos magos, lo compartimos todo. Nos llama la atención, cuando salimos fuera a congresos, que, en general, los magos de otras provincias son mucho más cerrados y reservados para sus juegos”, cuenta José Blas Aranda. En estos congresos y convenciones también es el momento en el que se puede cotejar el nivel de estos ilusionistas que, en general, no se dedican profesionalmente al mundo de la magia. “Puedo afirmar que Jaén deja el pabellón muy alto en cuanto a calidad. Los magos de Jaén sorprenden con sus juegos cuando salimos fuera a convenciones. Esto es destacable, ya que allí el público son también profesionales”, relata. Hoy en día, el colectivo está formado por más de 30 magos de toda la provincia. “Hay gente de Jódar, Baeza, Torredonjimeno, Jamilena, Peal de Becerro, Bailén, Mengíbar y la capital”, asegura. Casi todos ellos, se reúnen una vez al año para subirse a un escenario. Lo hacen en Mengíbar en torno a la celebración de su patrón, San Juan Bosco, que es el 30 de enero —se dice de él que “debido a su enorme imaginación y extraordinaria capacidad intelectual, llegó a ser un excelente prestidigitador, con el firme objetivo de aprovechar esta habilidad para ganar almas”—. “Llevamos ya una década con esta costumbre de reunirnos en Mengíbar. Actuamos en la Casa de la Cultura y disfrutamos de una jornada de convivencia en este municipio”, señala.
    En estas dos décadas mucho ha cambiado la forma de vivir la afición, no la magia. “Hace unos años, todo lo que querías aprender de magia lo tenías que hacer a través de libros y revistas especializadas o desplazándote a congresos. Ahora, al igual que en muchos otros campos, internet da muchas posibilidades”, destaca José Blas. A través de páginas especializadas entran en contacto con magos de otros lugares, aprenden juegos o acceden a publicaciones especializadas. Otra de las ventajas que posibilita la red de redes es poder adquirir artículos y juegos a través de la tiendas virtuales. “Hay más variedad y ofertas muy competitivas. En la asociación aprovechamos para hacer grandes pedidos entre todos para ahorrar parte de los gastos de envío, ya que muchos de los productos llegan desde China”, cuenta. En cuanto al precio que tiene “ser mago”, la respuesta es muy relativa. “Esta es una afición tan cara o tan barata según cómo se plantee. Se puede hacer juegos de magia con una simple baraja de cartas que comprada por tan solo 60 céntimos hasta adquirir grandes aparatos por más de 70.000 euros”, asegura. “Para un aficionado, que no hace muchas actuaciones, es demasiado gastarse miles de euros en aparatos”, añade. 
    Uno de los problemas que vive la magia es que muchos no la consideran una rama artística, parte de la cultura. Es una lucha de este grupo de magos llevar al lugar que corresponde esta disciplina infravalorada. Otra de las reivindicaciones de este grupo de artistas es tener un espacio para poder reunirse, tal y como lo hacen otros colectivos sociales. “Hace unos años, una congregación religiosa nos prestaba una sala donde nos reuníamos los fines de semana. Desafortunadamente, cuando les hizo falta para sus actividades, la tuvimos que dejar. Ahora tenemos que hacerlo en nuestras propias casas, ya que no hemos conseguido que el Ayuntamiento nos cediera un local para utilizarlo como sede, a pesar de que lo intentamos”, detalla.