'¡Joeerrr con los moros!'

Muchas veces, al menos a mí me ocurre, los tópicos, los clichés, los prejuicios, en definitiva, sobre los otros, condicionan nuestra percepción de las cosas o de las personas hasta el punto de hacerlas irreconocibles. O de sorprendernos en su naturalidad.

    18 feb 2011 / 10:26 H.

    Eso me ha pasado con la revuelta que se inició en Túnez, que ha cambiado Egipto y que está poniendo patas arriba el Magreb, el Próximo Oriente y medio mundo. Porque a ver, estos moros, o musulmanes, o magrebíes, o árabes ¿no eran todos iguales? ¿No les gustaba un jeque o un emir o un sultán más que rascarse un grano? ¿No era consustancial a ellos la sumisión, la indolencia o la pobreza de espíritu? Pues resulta que no. Que unos cuantos jóvenes al inicio, un poco ilustrados, un poco informados, un poco organizados y muy, pero que muy, cabreados con sus regímenes totalitarios y una ingente muchedumbre después, han hecho tambalearse en pocos días, y caer los principios sobre los  que se asentaba la presunta estabilidad de la región. Y resulta que piden nada más y nada menos que democracia, ya sabéis, elecciones libres. Y que no hay un trasfondo islamista detrás. Y que no son pro-Al Qaeda. Y que son respetuosos con su ciudad, con sus  conciudadanos y que, en el caso de Egipto, respetan y son respetados por su ejército. Muchos incluso son universitarios. ¡Quién lo iba a decir! Como si estuviésemos hablando de un país de corte occidental, pero hablamos de moros. Llegados a este punto, me surge otro interrogante: ¿Y si los moros tuviesen los mismos anhelos que nosotros? Y otro: ¿Y si amasen la libertad cómo nosotros? Y otro: ¿Y si, cómo nosotros, necesitan sacudirse el yugo de la historia, construir su futuro, progresar, crecer individual y colectivamente sin tutelas internas o externas? Que descubrimiento. De ser así, los moros serían casi, casi cómo nosotros. Con sus rarezas, claro, que para eso son moros. Si tenemos en cuenta esa consideración, a lo mejor resulta que desde la Unión Europea tendríamos que haber titubeado menos y haber sido más explícitos en nuestro apoyo a quienes han pedido y piden tener lo mismo que nosotros. A lo mejor también los EE UU dejan de sostener dictaduras so pretexto de favorecer la estabilidad, la contención de no se sabe bien qué. Trátese de ideología, de religión o cualquier motivo similar y articulan sus relaciones entre iguales. Al final ocurrirá como en América Latina, como en Sudáfrica. Poco a poco. Me regocija imaginar la incredulidad de tantísimos ante lo que empezó siendo revuelta y acabó en torbellino. Y no sólo en sus propios países, donde hace tan solo unos días para faraones, emires o sultanes algo así era impensable. También lo era por aquí. Mi respeto y admiración por esos moros que nos están enseñando tanto, por lo menos a mí.
    Francisco Zamora es empresario