Igualarnos a Europa
Faltan nombres y títulos de entidades, instituciones y burócratas —políticos y consejeros— internacionales para enumerar las veces que insisten en que hay que bajar los sueldos en España, y abaratar —desbaratar— los despidos. En España llevamos cuatro trimestres consecutivos bajando los sueldos. Se va a quedar la cosa esquelética, de tanto apurar. Por el contrario, sube todo, especialmente la luz.
Entre unas cosas y otras, ya se sabe, las compañías hacen lo que les da la gana y finalmente veremos en la factura la subida real, cuando tengamos que pagarla. La gente se apresura a poner bombillas led, tratando de minimizar el impacto, pero con lo que cuestan las led tardaremos bastante en amortizar la inversión. Para justificar el incremento, imponen una sospechosa equiparación de tarifas a las de nuestros vecinos europeos. Sin embargo, el salario mínimo, las prestaciones sociales, los sueldos, las coberturas laborales, y un largo etcétera de agravios y humillaciones a los trabajadores y clases medias, ¿ahí no nos igualamos a Europa? Está claro que vivimos tiempos confusos y extraordinariamente paradójicos, contradictorios y miserables. Sólo en la respuesta ciudadana reside la última palabra. En esta situación escurridiza, río revuelto de ejecutivos y banqueros, necesitamos conciencia para entender lo que sucede, pues sólo desde la conciencia individual podremos comprender lo que significa construir lo colectivo. Dicen que la luz es memoria. Pero evidentemente aquí estamos a oscuras.
Escritor
Juan Carlos Abril