IGONE AGUIRRE ECHEVERRÍA: "Mi referencia y futuro laboral están en la escuela"
Ana Domínguez Maeso
Igone Aguirre Echeverría se siente vasca por familia y andaluza por convivencia. Nació en San Sebastián (Guipúzcoa) y es la mayor de cuatro hermanos. Por motivos de trabajo de su padre —responsable de envasado en la fábrica de Koipe en Andújar— vivieron, desde muy pequeños, a caballo entre Euskadi y Andalucía, razón por la que se siente tan en su tierra aquí, en Jaén, como cuando está en Guipúzcoa, a donde sigue yendo con toda la frecuencia que puede.
Igone Aguirre Echeverría se siente vasca por familia y andaluza por convivencia. Nació en San Sebastián (Guipúzcoa) y es la mayor de cuatro hermanos. Por motivos de trabajo de su padre —responsable de envasado en la fábrica de Koipe en Andújar— vivieron, desde muy pequeños, a caballo entre Euskadi y Andalucía, razón por la que se siente tan en su tierra aquí, en Jaén, como cuando está en Guipúzcoa, a donde sigue yendo con toda la frecuencia que puede.
—¿Cómo se desarrolló su infancia?
—Mi infancia fue buena, de felices recuerdos. Luego, fui una adolescente, como tantas otras chicas, con la suerte de vivir desde pronto en el ambiente social más positivo de los primeros años de la democracia.
—¿Qué estudios ha realizado?
—Estudié Magisterio por vocación y a la enseñanza me he dedicado profesionalmente siempre. Primero, en la ONCE, como maestra de adultos ciegos y, más tarde, como funcionaria docente en la enseñanza pública, en la que he sido especialista de Música y tutora de Educación Primaria, además de impartir algunos cursos en la Educación de Adultos. También he trabajado en centros públicos, en los que tuve ocasión de vivir experiencias profesionales tan peculiares como la de impartir clase en el interior de la cárcel de Córdoba.
—¿Cuál es su ocupación laboral?
—Mi progresivo compromiso con la acción sindical me ha llevado, en los cuatro últimos años, a integrarme en el equipo de delegados sindicales de Comisiones Obreras, en el sector de Enseñanza, para cuya Secretaría General en Jaén fui elegida en el sexto congreso de nuestro sindicato provincial, celebrado en octubre pasado. Y en esta dedicación sindical estoy actualmente, aunque mis referencias laborales y mi futuro siguen estando en la escuela y en la chavalería de Primaria, que es con quien más felizmente trabajo.
—¿Cuál es la labor de un liberado sindical?
—La persona que acepta una liberación en un sindicato asume un compromiso de máxima dedicación a una actividad, la sindical, que tiene muchas vertientes. En primer lugar, hay que ocuparse de la orientación y el apoyo legal a la afiliación del sindicato en cualquiera de las múltiples circunstancias laborales que se pueden presentar, algo que nos exige una permanente actualización y el mantenimiento de un gran volumen de consultas en la normativa legal. Paralelamente, desarrollamos visitas informativas al mayor número posible del casi medio millar de centros docentes de la provincia —una tarea muy lenta debido a su gran dispersión geográfica— y participamos en acciones de protesta frente a conflictos colectivos, sean específicas del propio sector o, también, como en el caso de CC OO, en el marco de actuación confederal que nos caracteriza como sindicato de clase trabajadora que somos mucho más allá del espíritu meramente corporativista que caracteriza a otras organizaciones sindicales. A eso hay que añadir la necesaria inversión de tiempo en aspectos de organización interna y de coordinación de estructuras, algo que requiere más dedicación, lógicamente, cuanto mayor sea el nivel de responsabilidad que se asuma en la dirección del sindicato.
—Usted, al mismo tiempo, ocupa un cargo de responsabilidad. ¿Cuál es su trabajo en este ámbito?
—En mi caso concreto, como secretaria general que ahora soy del Sindicato de Enseñanza de CC OO en Jaén, tengo que atender a la representación institucional del sindicato en diversos foros en los que se nos requiere y, en el ámbito interno de nuestra organización, debo ocuparme de la coordinación con el resto de sindicatos provinciales que integramos la Federación de Enseñanza de CC OO. No es, desde luego, un trabajo liviano y, realmente, la denominación de “permanente sindical” se ajusta mucho más que la de “liberado” al tipo de dedicación que exige y para la que se requiere, desde luego, un fuerte nivel de compromiso y de convicción. En el caso de CC OO-Enseñanza en Jaén, el reducido grupo de compañeras y compañeros que conformamos el equipo de permanentes sindicales hemos logrado configurar un muy cohesionado bloque sindical en el que las mujeres tenemos una fuerte presencia —tanto en número como en la asunción de puestos de responsabilidad— y trabajamos con entusiasmo y hombro con hombro junto con nuestros compañeros varones, pese a la, cada día, más desalentadora realidad sociolaboral a la que tenemos que enfrentarnos.
— ¿Cómo es su vida familiar?
—Fuera de lo profesional, soy madre de tres hijos de casi 15, 11 y 8 años y estoy casada con quien es mi compañero tanto vital como laboralmente, puesto que, como yo, es también maestro y sindicalista de CC OO-Enseñanza. Nuestra vida familiar, dada la edad de nuestros hijos, está, lógicamente, dominada por la perspectiva de su crianza y educación. Tres hijos dan mucho de sí y más cuando, como en mi caso, resultan ser muy dispares en características personales. En esa permanente tarea, amenizada por los diversos quehaceres cotidianos de una casa de familia, se nos pasa la inmensa mayor parte de las horas que pasamos fuera de nuestros puestos de trabajo.
—¿Cómo emplea el tiempo libre?
—El muy escaso tiempo libre que nos queda nos gusta emplearlo en hacer actividades en grupo familiar —fuera de casa, cuando es posible—. En un ámbito más individual, me gusta la lectura o, cuando hay oportunidad, pasar tiempo en el cine y en el teatro.
—¿Qué aconsejaría a los jóvenes que empiecen sus estudios en la Universidad?
—A la gente joven que quiera dedicarse a la enseñanza le diría que asuma que esta es una profesión exigente, que requiere una dedicación y un tacto especial porque la “materia prima” con la que trabajamos es sumamente delicada. Y que no olvide que esas alumnas y alumnos que se sientan en nuestras clases son lo más querido en sus respectivas familias, que son, ahora, pequeños tesoros a cuya formación tenemos la fortuna de poder contribuir. Pero, muy pronto, serán personas adultas que, un día, se cruzarán con nosotros por la acera y que, si hemos hecho bien nuestro trabajo con ellas y ellos, nos responderán con un afecto que es la mejor recompensa que podemos esperar en una profesión tan injustamente minusvalorada socialmente, tan mal protegida y pagada por los gobiernos que tenemos que sufrir. A las mujeres jóvenes, especialmente, las animo a no olvidar que queda mucha igualdad por conseguir aún y a tener muy presente que lo que las mujeres vivimos hoy no ha caído del cielo. Lo conquistaron muchas compañeras que han luchado duramente por el espacio que, en justicia, nos corresponde en una sociedad igualitaria. Esa lucha hay que continuarla y es cosa de todas, pero más que de nadie de las jóvenes generaciones.