¡Fútbol al poder!

Qué sería de este país si, con todo lo que está pasando, no existiera el fútbol. A mí me gusta mucho, desde pequeño he sido socializado para vibrar ante este espectáculo de masas (me refiero al fútbol de élite y no a los equipos que con escasos recursos sobreviven con el apoyo de sus socios); y tal y como están las cosas puede que en un futuro, el deporte rey deje de estar relegado a la esfera del ocio, y ocupe un espacio político relevante como fenómeno capaz de generar las máximas adhesiones ciudadanas.

    07 feb 2013 / 18:31 H.

    Y cualquier día de estos vemos en nuestras calles estatuas y placas dedicadas a Messi, Cristiano o Casillas con el fin de generar sintonía entre el ciudadano y su entorno urbano. Y en aras de la coherencia, las banderas futbolísticas quizás lleguen a compartir el espacio de las organizaciones políticas o las ideologías a la hora de articular nuestra democracia, una cámara de representantes en la que los diputados y senadores puedan ser votados por su pertenencia a tal o cual equipo facilitaría la identificación del ciudadano con las instituciones que le representan. Y en esta misma línea no es descartable la creación de un Ministerio del Fútbol, para que se traten en el Ejecutivo las cuestiones que realmente nos preocupan y que monopolizan nuestras conversaciones, de modo que en el Consejo de Ministros en lugar de perder el tiempo tomando tal o cual medida encaminada a paliar no sé qué situación coyuntural, se adopten decisiones urgentes relativas a la destitución de entrenadores o a la alineación de tal o cual jugador o al escándalo de aquel penalti clarísimo que no se pito y que generó enorme alarma social. Y ya puestos se podría llegar a implantar la materia de “Conocimientos Futbolísticos” en el plan de estudios de nuestros centros escolares, abordando además la cuestión vital de qué equipo es el que mejor se adecua a la personalidad de cada estudiante, pues buena parte de la futura socialización de nuestros niños y jóvenes en su entorno, dependerá de que hayan sacado provecho a esta asignatura. Puede que exagere, pero por qué no soñar con un país en el que la ración más suculenta y concurrida de los informativos nacionales se refiera al ámbito futbolístico, y en el que las efusivas expresiones de júbilo masivo más ruidosas y multitudinarias se produzcan cuando nuestros principales conjuntos triunfan en una gran cita, en definitiva por qué no soñar con una sociedad en la que los ciudadanos puedan evadirse de la sórdida realidad política y económica enfocando su pensamiento crítico en los conflictos y sucesos que acontecen en nuestras competiciones nacionales e internacionales. O tal vez ya no se trate de sueños.

    Tomás Afán es dramaturgo