¡Funcionarios!, ¿mártires como los de Nerón?
Enrique Rodríguez García desde Jaén. ¿Quién no recuerda aquella entrañable película, tantas veces contemplada en la pantalla grande del cine y ahora en la televisión: 'Quo Vadis', interpretada por Peter Ustinov, en el papel del emperador, y por Robert Taylor como Vicinio y Deborah Kerr en el de Ligia?
Un drama para los cristianos que fueron acusados del incendio de Roma y condenados a morir devorados por las fieras en el circo, para así entretener a los romanos y desviar la atención de los ciudadanos sobre el verdadero culpable de sus males. Nuestro Nerón actual, el Gobierno de la Nación, igual que los Calígulas que le han precedido, utiliza a los funcionarios como carnaza para contentar y aplacar los deseos de venganza de los ciudadanos españoles contra los incendiarios de su estado de bienestar y, cual mártires inocentes, los empleados públicos son condenados a morir en la cruz, en la hoguera o entre las fauces de una sociedad enloquecida que no sabe distinguir entre la verdad y la falsedad y las calumnias de quienes los acusan de sus males. Los señalan como privilegiados por tener un trabajo estable, pero callan cómo han accedido a la Administración y, sobre todo, que la permanencia en el servicio no es un privilegio, sino una garantía para que puedan trabajar como profesionales independientes que limitan su actuación a la Ley y al Derecho y no al capricho de los políticos de turno. Este es el motivo por el que ahora, acusándolos de cuanto quieren, intentan aprovechar la ocasión y las ansias de justicia de los ciudadanos, para ajusticiarlos con la pérdida de su estatus laboral, para así colocar a sus correligionarios, que en ningún caso fiscalizarán ni controlarán su actuación conforme a las normas legalmente establecidas. Por eso los políticos en el poder, a pesar de lo que propugnan en público, no renuncian a sus asesores y enchufados, a quienes solo les exigen, cómo méritos que valorar, su afinidad política, parentesco, amistad, recomendación, etcétera. Mientras llega ese ansiado momento de la descomposición del sistema administrativo actual y de garantía en la independencia y objetividad de la actuación pública, se entretienen en perfeccionar su obra de arte, como hacía Nerón componiendo versos mientras contemplaba el incendio de Roma desde el Palatino. Y así un día les cantan a los desesperados ciudadanos las bondades para la economía del país de una nueva bajada de sus salarios y de incrementarles la jornada laboral; de reducirles las vacaciones y los permisos que consiguieron en compensación por las numerosas pérdidas de poder adquisitivo por las reiteradas congelaciones; de suspenderles la mierda de planes de pensiones que también les dieron, con el beneplácito de los sindicatos que iban a gestionarlos, en lugar de subirles los salarios conforme al IPC anual; de suprimir todas las vacantes que se producen por jubilación, para que trabajen más con el incremento de jornada; de reducir al 50% la acción social, que también perciben como retribuciones en especie, etcétera. Pero el Nerón de España, todos los políticos, que predica castigo y máxima austeridad para los funcionarios y los servicios públicos, sigue haciendo todo lo contrario cuando se trata de ajustar su propio cinturón, porque mientras que a un funcionario con un salario mensual de mil euros le retiene de IRPF una media del 15%, sus señorías diputados y senadores contribuyen con el 4,5%; porque mientras un ciudadano tiene que trabajar más de 35 años y tener más de 65 para alcanzar la jubilación con todos sus derechos, sus señorías lo consiguen con tan solo 7 años de vidorra; porque mientras la mayoría de los ciudadanos, cuando han dejado lo mejor de su vida produciendo, perciben pensiones tercermundistas, sus señorías pueden superar los 74.000 euros vitalicios; porque mientras reducen salarios y derechos a todos los trabajadores por necesidades económicas, sus señorías, además de sus holgadas pagas por sentarse en las poltronas de las Cortes, han sido agraciadas con 16.287.257,19 euros, que traducidos a pesetas son 2.710 millones de las antiguas pesetas, por los gastillos que han tenido en el primer trimestre de 2012, como podemos comprobar en el BOE del 21 de junio de 2012, página 44360. Nuestro Cesar, todos los políticos en el poder, no renuncia a ninguno de sus generosos y múltiples emolumentos y prebendas que, en la mayoría de los casos, jamás tendrían ni en la Administración como funcionarios de carrera, ni en la empresa privada si tuvieran que valorarle su mérito y capacidad. Pero lo grave es que no tiene propósito de enmienda y, a pesar de la crisis, seguirá acaparando y viviendo en orgías permanentes, como hacía Nerón, mientras se extiende el fuego por los cuatro costados de Hispania.