¿Estamos educando bien a nuestros hijos?
José Ramón Talero Islán desde Granada. Vengo observando hace varios años, de igual forma que muchos miles de españoles de diversas ideologías, con motivo de 'La Fiesta de la Primavera' o la 'Fiesta del Botellón', cómo se concentran en nuestras ciudades españolas, entre ellas Granada, miles de jóvenes que se divierten haciendo uso y consumo excesivo de bebidas alcohólicas y otras sustancias, dejando las ciudades con un aspecto lamentable.
Yo me pregunto: ¿Estaremos haciendo bien que nuestros jóvenes se diviertan de esta forma? ¿Hay muchos países de nuestro entorno democrático que permiten estos comportamientos? ¿No seremos excesivamente permisivos, accediendo actitudes irresponsables que conllevan a la falta de respeto hacia ellos mismos, como personas y con el resto de los ciudadanos? ¿Nos hemos preguntado alguna vez cuánto nos cuesta a los ciudadanos este tipo de eventos? La movilización de policías, de servicios sanitarios (se instalan hospitales de campaña) de limpieza, el colapso que se origina en estas zonas de la ciudad, que impiden la movilidad de sus vecinos, nos hacen perder mucho dinero que podría invertirse en otras manifestaciones lúdicas, culturales, deportivas… donde nuestra juventud apreciara otros aspectos de la vida más saludables. ¿A quién le interesa todo esto? ¿A nuestros políticos, a nuestros comerciantes? Pensarán que estas líneas están colmadas de intransigencia, intolerancia y conservadurismo, pero estoy convencido, como demócrata y persona dialogante, que esto no es así. Este es un problema que nadie lo plantea de forma cabal y razonable, sin tintes políticos demagógicos. Debemos cuidar de nuestra juventud, futuro próximo, haciéndoles ver las posibilidades que tienen para divertirse de forma saludable, de ser libres en sus decisiones sin que se las impongan otros, que solo quieren lucrarse a costa de ellos. Los jóvenes, como siempre ha ocurrido en la historia de la humanidad, se han divertido y deben seguir haciéndolo. Nosotros, padres y ciudadanos, como guías y responsables, debemos pactar los límites de forma democrática y respetuosa con ellos.