¿España más cerca de Islandia?, del Blog Palabra perdida
Aun ritmo cansino y peligroso los procesos sobre el saqueo de España se acumulan, ahora sí, en los juzgados. De las portadas a las salas de vistas, en un largo trayecto que encrespa a una ciudadanía temerosa de tanto ruido y pocas nueces. De ruido y mucho más está doctorado
Pedro Pachecho, encantador de serpientes profesional, que ha sido condenado a cuatro años de cárcel por el conocido latiguillo de moda: prevaricación, malversación y falsedad documental. En esta ocasión, por enchufar a dos compañeros de fatigas. Si cunde el ejemplo y se pasa el filtro por empresas públicas, municipales... vamos a tener que importar políticos y gestores de fuera de España.
19 may 2013 / 20:51 H.
Este es, sin duda, el país de las oportunidades, tanto quejarse y aquí con un buen amigo y un primer curso por correspondencia de marquetería eres director financiero de
Invercaria. Eso sí, tienes que pasar el difícil proceso de que un dedo se pose en ti. En las cajas de ahorro también se abren buenas expectativas de contratación. Casi un centenar de ejecutivos pasarán por el banquillo por operaciones fraudulentas; indemnizaciones y prejubilaciones escandalosas o por mercadear con las participaciones preferentes, ese fantástico producto, tan mal entendido por la iletrada plebe. Y es que la vida, sin duda, debe discurrir de otra manera desde el asiento de un coche oficial de ochenta millones de pesetas, y con una jubilación cerrada a golpe de talón. En esas estaba el linarense
Miguel Blesa, uno de los primeros espadas de la banca española en caer en desgracia, que está acusado de delito societario, falsedad en documento público y apropiación indebida. La compra de un banco en Florida por un precio desorbitado, fuera de mercado, es una anomalía calificada de “aberrante” por el quisquilloso juez. Habrá que esperar el discurrir jurídico, pero mientras tanto,
el otrora poderoso amigo de Aznar ha rebuscado en el tarro de las vueltas del Mercadona y ha pagado sus 2,5 millones de euros para esperar lejos de Soto del Real. Habrá que preguntar a los rubios islandeses cómo limpiaron su era tan pronto y lograron mandar a los causantes de su crisis a jugar al monopoly a la cárcel.
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