¿Dos punto cero o cero punto dos?
Pérez, Alfredo, como quiere ser llamado, Rubalcaba, como le nombran, se ha inventado la última en pos de seguir tocando el violín del Titanic, pese a que su perpendicularidad con el mar es totalmente irreversible. Pretende ser una versión de sí mismo, olvidando por completo que no hay actualización de sistema operativo (malo) que tenga aceptación entre los usuarios.
Yo estuve allí, dice, en el fiestón de su proclamación, cual César arrogante y egocéntrico al ser nombrado, tras asesinar, traicionar y fulminar a todos sus oponentes. Y que viva la democracia, los toros y el olé. Quiere que se recuerde como la gran culminación de la oposición a la oposición dentro del gobierno; uy, que lío, el hecho es que en la última fiesta de cumpleaños mía fue a mí a quién más le gustó: yo solo veía sonrisas y parabienes, solo regalos y agasajos; mi mujer, mientras recogía los platos sucios, no estaba tan de acuerdo. Ser el guay del grupo es molón, pero complacer a todos, parados, banca, indignaos, más indignaos, los súper indignaos y los que tienen el billete, conlleva el riesgo de no agradar a nadie. Presumir de tener la solución, pero no querer aplicarla hasta su momento de gloria, eso sí que provoca indignaos. Y es de una capullez supina y suprema. Deberían empezar por una cadena de dimisiones, al estilo Camps, por los ERE, los faisanes, las deudas locales ocultas y su inmunda inoperancia para, no ya resolver la negada crisis, al menos afrontarla. Les auguro una excelente oposición, junto con Pepiño, Leire y demás, algo que realizan de forma excelente, en vez de desgobernar. ¡A ver si pronto aparece empleo punto tres, economía punto seis, y vacaciones punto uno!
Francisco J. Peinado es profesor de Formación Vial