Idolos a tiempo parcial en el Linares Deportivo

El domingo jugará en un estadio de Primera División. Lo hará ante miles de espectadores y, durante unas horas experimentará sensaciones similares a las de un profesional del fútbol. Sin embargo, Javi Quesada, de 32 años, representa la otra cara de un deporte multimillonario e idolatrado por las masas, la del jugador humilde que tiene la necesidad de buscarse otro oficio para ganarse la vida.

28 may 2014 / 22:00 H.

El centrocampista del Linares Deportivo es conductor de ruta de la residencia de ancianos de la ciudad. Complementa esta ocupación con el fútbol y con la preparación para lograr el título de entrenador de Nivel 1. En poco más de tres meses, Javi Quesada será padre, por primera vez, de una niña a la que llamará Enma. La llegada de la pequeña incrementará los gastos en el hogar que comparte con su pareja,Sheila Padilla, diplomada en Turismo. “Hay días que terminas la jornada laboral y los entrenamientos cansado, pero merece la pena, porque las dos cosas me gustan mucho”, destaca. Esta es la realidad de un futbolista formado en la cantera azulilla cuando el club nadaba en la abundancia. “Nada de eso queda ya. Esos tiempos no volverán más”, sentencia.

07:15 HORAS Comienza la jornada
Un día cualquiera en la vida de Javi Quesada no difiere a la de los otros muchos currantes. El tercer capitán del equipo arranca el día muy temprano. Tras un desayuno rápido, abandona su casa con dirección a la empresa —Aura— en la que trabaja desde hace pocas semanas. La jornada laboral empieza muy temprano para Javi Quesada. A las ocho menos diez de la mañana, traslada a diecisiete mayores del geriátrico al centro de día. El primer descanso de la jornada llega a las once de la mañana. A esa hora, para a desayunar y a hojear la prensa. Poco después, se marcha al gimnasio, donde le esperan otros compañeros del equipo para echar “un rato de musculación”. “Es una manera de entrenarme y, a la vez, descargar tensión”, señala.

16:50 HORAS De vuelta al “curro”

Después del almuerzo y, tras una siesta corta, Javi Quesada se pone de nuevo al volante para trasladar a los ancianos a la residencia. Es el mismo itinerario, pero a la inversa. “Es un trabajo gratificante, en el que estoy aprendiendo muchas cosas”, manifiesta el futbolista, al que, cada lunes, uno de los mayores que lleva le da un tirón de orejas, cuando lo hace mal en el campo, y una palmadita en la cara de agradecimiento, cuando le sale un buen partido.“Es abonado y no se pierde un partido. La verdad es que el hombre me tiene aprecio”, afirma Javi Quesada, quien añade: “Muchos días terminas rendido, pero merece la pena y más por como está transcurriendo este año”, subraya el futbolista, que volvió al club hace cinco años tras la refundación.

20:00 HORAS Entrenamiento
Javi Quesada, que cobra una pequeña gratificación del Linares, se entrena como un profesional. Además del partido del fin de semana y de las horas en el gimnasio, el medio centro trabaja sobre el césped de Linarejos cuatro días a la semana en sesiones que, algunas jornadas, duran más de dos horas. “Ni cobramos ni somos jugadores profesionales, pero, en esta ciudad, te exigen como a ello”, admite el centrocampista. Un contraste con la vida de ensueño de las figuras de Primera División. Dos lados tremendamente opuestos que salen a relucir el fin de semana en el que el Linares disfrutará de un ambiente propio de la élite. “Será bonito y estoy deseando que llegue el domingo. Nadie puede quitarme esa ilusión”, recalca.

 

Jornaleros, maestros y hasta un bombero

El Linares Deportivo pocos jugadores viven del fútbol. La mayoría complementa el deporte como una ocupación. Óscar Benito, por ejemplo, es bombero; Luque trabaja de vendedor en una tienda de lámparas; Chico regenta un negocio; Vicente es panadero; Lopito echa una mano a su padre en el bar que tiene en la capital; Corpas es estudiante de Magisterio; Vilaseca es representante de piezas para coches; Óscar Ventaja da clases extraescolares, y Vitu, Ángel y Rubio son temporeros. 

 

De los BMW a los utilitarios y la Vespa de Siscu

n Los tiempos en los que el aparcamiento del Estadio de Linarejos era una pasarela de últimos modelos de coches pasó a la historia. Aquellos años, el club, en manos de la familia Cañas, disponía de recursos económicos suficientes para pagar sueldos por encima de otros muchos equipos de la categoría. Hoy, en el campo estacionan utilitarios y motocicletas con la que acuden a entrenarse unos jugadores “humildes que se levantan a las seis de la mañana y mueren por su club”, dice Torres, el técnico.