Identificados los restos de otro fallecido en Valdenoceda

Una familia residente en el municipio granadino de Salar —un pueblo próximo a Loja— está cerca de cerrar un capítulo importante de su historia, la recuperación del cadáver de un represaliado fallecido en la prisión de Valdenoceda (Burgos), lugar de internamiento creado por el régimen franquista. José Muñoz Aguilera, de setenta y seis años y natural de la aldea alcalaína de las Grajeras, podrá conseguir los restos de su padre, Pedro Muñoz Pulido, muerto en 1941.

29 sep 2014 / 09:35 H.

Un nieto del fallecido, Emilio Muñoz Olivares, conoció recientemente, a través de la radio, la existencia de la asociación que agrupa a los descendientes de los republicanos que perdieron la vida en el presidio burgalés. Después de entrar en contacto se puso en marcha el proceso que permitirá la identificación de los restos. Esta semana José Muñoz recibirá el material necesario para extraerse una muestra de saliva. Después, el ADN se comparará con el de los sesenta y seis esqueletos sin identificar que existen actualmente. El trabajo puede prolongarse durante un tiempo considerable. Sin embargo, la idea es que la entrega se produzca en la primavera, en el transcurso de la fiesta de encuentro con carácter anual que tiene lugar en Valdenoceda.


historia. La Guerra Civil y la represión posterior marcaron la trayectoria de la familia de Las Grajeras. Según explica José Muñoz Aguilera, su padre se ganaba la vida gracias a una tienda y como recovero. Fue detenido por las autoridades del régimen. Primero pasó por la cárcel de Alcalá la Real y después fue trasladado a Valdenoceda. Él ni siquiera llegó a conocer a su progenitor, porque, cuando se lo llevaron, su madre se encontraba embarazada. La familia, cuando José Muñoz tenía dos años, se marchó a tierras de la provincia de Granada, donde ha residido desde ese momento.
Del paso de su padre por Valdenoceda Muñoz explica que en una carta le preguntaba a su madre por él, que era entonces un niño muy pequeño. Ese documento ya se ha perdido. Por lo que respecta a las causas del fallecimiento, José Muñoz indica que, a través de otra misiva, se supo que se debía a la diarrea.


El hijo del represaliado agrega que todavía cuenta con primos en Alcalá la Real, municipio que ha visitado en varias ocasiones. La contienda —asegura— hizo que hubiera problemas para obtener la documentación, ya que se quemaron los papeles en los que estaba registrado.
Las condiciones en las que permanecían los presos en Valdenoceda eran muy duras. Al frío propio del lugar se unían las privaciones derivadas de la escasez en la alimentación, que los debilitaba. Los castigos físicos eran frecuentes. El grado de hacinamiento era tal que el inmueble, con una capacidad para menos de trescientas personas, llegó a albergar a mil seiscientas. El centro de reclusión estuvo operativo entre 1938 y 1943. A la mayor parte de internos el régimen los acusaba de “adhesión a la rebelión”. Los cadáveres eran enterrados casi siempre, como explica desde la asociación Manuel Sempere, sin ningún elemento en el que aparecieran sus nombres.