Ideas de refresco
Desde hace ya algunos años soy un simple espectador de la política y sí, también, un opinador más que, lejos de pretender influir en nadie, piensa y repiensa solo como gimnasia mental. Aunque, miren por dónde, hoy sí me gustaría influir en la decisión de algunos.
Sí, pongamos por caso, de todos aquellos que llevan ya más de un trienio cobrando del erario público sin ser empleado o funcionario del mismo, solo decirles: “Muchas gracias por los servicios prestados y regresen a su puesto de trabajo o búsquense la vida como el resto de los conciudadanos. ¡Adiós y gracias! ¿No se les ha ocurrido pensar que quizá tengan alguna responsabilidad con lo que está ocurriendo? Sí, por acción, por omisión, por estulticia. ¿No han reparado en que han podido ser autores o cómplices —conscientes o inconscientes— del desastre en el que estamos instalados? Seguro que sin mala fe u otra torticera intención, pero de no ser así solo me queda: ignorancia, ingenuidad o incompetencia. Por tanto, lo dicho: márchense. Pero conforme cierran la puerta, háganos un último favor: díganles a todos esos compañeretes que ambicionan sustituirles, que se lo piensen bien, que la gente está ya muy quemada y va a empezar a pedir responsabilidades de todo orden a aquel que aspire a cualquier tipo de poltrona. También explíquenles muy bien cuál es la situación, no vaya a ser que después aleguen ignorancia; y por último, adviértanle sobre cuál es la situación en la calle, que ya no hay donde estrujar más al ciudadano y que las prebendas —hasta ahora disfrutadas— están por acabarse. ¡Ah!, y no se preocupen por nosotros, entre 46 millones de españoles, digo yo que habrá ideas de refresco”.
Rafale Latorre es funcionario