¿De qué crisis hablan?
La radio del coche hablaba del tema recurrente de la crisis e imaginabas el sonido igual a una lengua lamiendo el parabrisas. Repetía la radio una palabra obsesiva, mercados, como si con esa palabra neutra quisieran hacernos aceptar lo inaceptable, porque en realidad tendrían que hablar no de mercados sino de especuladores financieros. Son ellos, los especuladores, los que nos prestan dinero a precio de usura, los que extienden la pobreza y nos hacen difícil el futuro.
Son las inmerecidas ganancias de los especuladores las que nos roban puestos de trabajo o empeoran la sanidad y la enseñanza. Se lo comen todo con el simple esfuerzo de apretar un botón y exigir miles de millones de interés al año por el dinero que nos prestan. Una avaricia desmedida que se alimenta de la desgracia de personas cuya única avaricia consiste en hacer cábalas para sobrevivir. De esto hablaba la radio, de Rajoy y de Hollande, y de su intento fallido para que el Banco Central Europeo nos prestara dinero y les quitara la carnaza por unos días a los especuladores. Prima de riesgo, mercados, decía la radio. Siempre con palabras esquinadas, que nunca quieren llegar al fondo del asunto, al dolor y al expolio de los débiles que estas palabras significan, como si fuera aceptable el indecente latrocinio de la usura contemporánea.
Apagamos la radio, bajamos del coche, entramos en el edificio que justificaba nuestro viaje, el IES Auringis de Jaén. Y fue como entrar en un recinto donde la única crisis que existía era la producida por alcanzar un grado más de eficacia pedagógica. Se siente allí el orgullo de pisar un centro vivo, que cree en la enseñanza pública y la defiende con las armas poderosas del trabajo bien hecho y con la consciencia de saber con exactitud a quién beneficia ese trabajo. Entramos, pues, en el reverso del robo financiero, porque en el Auringis con lo único que se especula es con el modo de conseguir el interés más alto para el alumnado. En tiempos de recortes de enseñantes, un entusiasta equipo directivo ha conseguido que un profesor, Manuel Valdivia, dedique un puñado de horas para que la lectura tenga protagonismo en el centro y se utilice la capacidad de reactivo para el conocimiento que tienen los libros. Entusiasma ver cómo los alumnos han hecho suya una lectura y pueden sondear con preguntas inteligentes en la vida compleja que late en un relato literario. No deja indiferente conocer la rentabilidad que puede tener una biblioteca de centro, lo mismo que el hecho de que los padres se sienten en las mismas sillas que ocuparon sus hijos por la mañana y se dediquen a desentrañar el libro que todos ellos han leído, a rodearlo con palabras, a buscar en él razones e ideas, a transitar el libro con los ojos abiertos de los que no se resignan a explorar cualquier camino. Sorprende que, entre el círculo de lectores, se sentaran profesores, incluido todo el equipo directivo, o que la delegada de Educación participara en la rueda de opiniones, como si cada uno de nosotros fuera alumno de un credo que entre todos escribíamos. Cuando salimos del IES Auringis, la radio del coche volvió a imponernos su mundo enrarecido de la crisis, mientras nos preguntábamos: ¿Crisis? ¿de qué crisis nos están hablando?
Salvador Compán es escritor