¿De profesión? Político eterno y agradecido

La política está tan maltratada porque se ha pervertido su esencia. Los políticos se sirven de ella, en lugar de servir a la sociedad.  Elemental y obvio, pero nadie lo remedia. Vivir del bote es lo que tiene. Sobran políticos profesionales, que no saben hacer otra cosa más que eso en la vida porque, sencillamente, es lo que llevan haciendo desde que el mundo es mundo. Con su currículum ninguna empresa privada los contrataría, pero sí deciden el futuro de toda una ciudad o todo un pueblo desde su Ayuntamiento. Y se consiente, aquí y en cualquier parte, de manera que luego pasa lo que pasa. Pero de los Eres y demás familiaridades se hablará en otro momento. La clave es que, con el 22-M a la vuelta de la esquina, se echan en falta candidatos que hayan bregado antes en mil batallas particulares y así estar estar preparados para ofrecer esa experiencia en la cosa pública, acumular sapiencia y sentido común, que es de lo que más escasos andan nuestros gobernantes. Y, sobre todo, tener un oficio y un beneficio previos. Porque eternizarse chupando de la teta pública solo genera servidores fieles, fidelísimos, de unas siglas a las que jamás traicionará, caiga quien caiga en el intento. Aunque sean los propios conciudadanos. Hace falta talla moral y personal para dedicar el tiempo a gobernar un ayuntamiento, porque si lo máximo que tienes para aportar es servidumbre a un partido, apaga y vámonos. Por supuesto que hay excepciones, pero hablamos de una gran mayoría, que son la norma. 

Cualquiera no vale para alcalde o alcaldesa. Es muy grave aspirar a ser el máximo responsable de lo que sucede en tu pueblo y no tener la más mínima experiencia en gestión. Y eso pasa en mil y un municipios, como algo natural, cuando el bagaje profesional debería ser condición “sine qua non” para acceder a la vara de mando. Solo hay que mirar el mapa de Jaén y provincia y alucinar. También hay mucho burro con título, no estoy hablando de carreras, sino de formación en el más amplio sentido de la palabra. De devolverle a la sociedad lo que ella te ha dado. Y es que, a menudo, da miedo mirar quién opta a dirigir tu ciudad o tu pueblo, así, sin despeinarse, con el atrevimiento propio que da la ignorancia.

 

De la Sección "Si yo fuera" de Diario JAEN. (Domingo, 24 de abril de 2011)



 

    26 abr 2011 / 22:00 H.