¡Bienvenido, mister Marshall!
En una rueda de prensa en Pontevedra, hace unos días, nuestro nuevo y recién estrenado presidente, entonces candidato, nos recordaba a los ciudadanos 'que lo que viene para España es difícil' y 'que esta tarea no es tarea solo de un gobierno, sino de toda la nación'.
Menos mal que no habló de una tarea de masas, cosa que le agradezco. Decía que “las cosas están complicadas, va a haber que gobernar y va a haber que tomar decisiones”. Mientras leía estas declaraciones, me acordaba del gran pregón antológico y divertidísimo desde el Ayuntamiento, con Pepe Isbert y Manolo Morán: “Como alcalde vuestro que soy os debo una explicación, y esa explicación os la voy a dar porque os la debo” que se repite varias veces y que ha pasado a ser una de las citas míticas del cine Español. Vamos a ver, por fortuna, en este país las personas que todavía no han dimitido de esa condición de personas, y que somos millones, no hemos parado en la acción y en la lucha diaria por salir adelante. La mayor parte de este país está formado por personas razonables, decentes, trabajadoras e inteligentes; y lo que es más importante, nunca han dejado de hacer lo que tenían que hacer y podían, que en resumen es lo que debían. Haber basado una oposición en el desencanto, en la decepción y en los pesares puede llevar, de hecho ha sido así, a la absoluta falta de ánimo; y a fuerza de tanta realidad deleznable o repulsiva se va perdiendo la capacidad de entusiasmo. Ni el barco está hundido, ni carecemos de valores, ni hay corrupción sin límites, tanta podredumbre voceada ha podido dar la sensación a más de uno de que nada se podía hacer y hasta más de uno habrá dicho: “mejor no hacer nada”. Yo siempre he sido optimista porque soy de esos ciudadanos que se han negado a entrar en el juego de mirar solo hacia lo lamentable, que es mucho, pero que solo es una fracción del inmenso conjunto. Mi capacidad de entusiasmo, como la de la gran mayoría de los ciudadanos, no se ha apagado. Hay que corregir, evitar y superar todo lo que provoque decepción, desencanto y sea repugnante, pero hay que apoyarse en los demás, espero que no pase como en la película de Berlanga donde el alcalde está algo sordo, donde se le tiene miedo al delegado, el cura es algo chismoso y la solterona de la maestra se apoya en el listillo de turno. En cuanto a nuestra provincia me alegra que los dos grandes partidos se unan para defender los intereses de nuestros agricultores, mejor olvidar la negociación de 1998. En cuanto a los recortes y cómo nos afectarán, el cuánto y de dónde, solo escucho: “Como alcalde vuestro que soy os debo una explicación, y esa explicación os la voy a dar porque os la debo…”
Miguel Ángel Olivares es escritor