¡Bastiat Ya!
Miguel Ángel Martorell Armenteros desde Torredelcampo. Sí, esta curiosa analogía entre el imperativo en español y el nombre del gran liberal francés no es que sea cierta, es que es necesaria. (Por cierto, no es mía, yo la he visto dentro del “blog” del maestro Rodríguez Braun). Hablamos de Frédéric Bastiat, uno de los autores liberales del siglo XIX con más lucidez, sarcasmo e inteligencia, una pena que nos abandonara tan pronto y no pudiéramos disfrutar más de él.
¿Y por qué hablar de un escritor, liberal (con lo mal vistos que estamos), de hace más de siglo y medio y, además, francés? Pues muy sencillo, porque este señor, desde tan lejos y hace tanto tiempo, está de total actualidad a la hora de ver y reflejar la estructura del Estado y de la sociedad. El autor habla —entre otras cosas— sobre la importancia de lo que no se ve en economía y ya a sus contemporáneos les pedía en sus textos que no se quedaran solo en el gasto público, y que realmente tuvieran en cuenta los impuestos necesarios para sufragarlos. Hoy en día el Estado es el que nos tiene que solucionar los problemas y no solo eso, además proveernos de cualquier cosa que se nos ocurra (siempre tendremos alguien, algún ocurrente personaje que descubrirá algún nuevo servicio “imprescindible” que el Estado debe sufragar, vacaciones pagadas para las amas de casa, portátiles para todos los niños, 2.500 euros a los padres por bebé, ¡no me acuerdo de más, pero se lo preguntaré a nuestro expresidente Chaves, Zapatero y a un tal Griñán, creo que ellos me podrán ayudar a recordar alguno más). No somos capaces, como decía Bastiat, de apreciar lo que no se ve, y no es que sea difícil, pero debemos de pararnos a pensarlo. ¡Ah!, pero eso es muy pesado y no se lleva nada, es decir, que no está de moda eso de pensar, mejor que piensen por nosotros. ¿De dónde viene ese dinero?, ¿cómo se financian esos servicios?, ¿hay que pedir dinero prestado?, ¿cuántos intereses nos cobrarán?, ¿son realmente necesarios todos los servicios del Estado? Nuestro “magnífico y magnánimo Estado de bienestar”, con una mano nos provee de innumerables servicios. Pero, ¿nos hemos parado a pensar lo que hace con la otra mano? Es la mano con la que coactivamente nos priva de nuestros bienes presentes y futuros a través de los impuestos, y, ¡con rango de Ley! Y la pregunta más importante, ¿cuánto de nuestro dinero se pierde en el camino de una mano a otra?, ¿se han parado a pensarlo alguna vez? Por eso, para ciertos tipos de servicios —la gran mayoría—, qué es mejor, ¿financiarlos con impuestos o deuda, y la pérdida de dinero por el camino o pagar las tasas correspondientes al servicio por la persona que va a recibirlos? Yo personalmente prefiero el segundo caso, así que “¡Bastiat ya”, menos Estado, más recortes que nos supondrán menos impuestos.