Ian Gibson: 'Mi nuevo libro La fosa de Lorca es una especie de ajuste de cuentas'
Ignacio Frías /Jaén
El hispanista y escritor irlandés saca a la luz, a comienzos de noviembre, su libro La fosa de Lorca, editado por Alcalá Editorial. Son reflexiones ácidas sobre la búsqueda infructuosa de la tumba de Federico García Lorca.

El hispanista y escritor irlandés saca a la luz, a comienzos de noviembre, su libro La fosa de Lorca, editado por Alcalá Editorial. Son reflexiones ácidas sobre la búsqueda infructuosa de la tumba de Federico García Lorca.
—¿Qué intenta transmitir en La fosa de Lorca?
—Se trata de una crónica, escrita casi día a día, de los cuatro meses más angustiosos de mi vida, los meses de la búsqueda de los restos del poeta.
—¿La escribió pensando en publicarla?
—No, no la escribí con la intención de publicarla sino como la única posibilidad que se me ocurría para tratar de mantener mi equilibrio mental en aquellas circunstancias. O sea, apuntando lo que leía en la prensa al respecto, conversaciones, llamadas, cosas oídas, rumores, bulos, tergiversaciones...
—¿Es un ajuste de cuentas?
—A mí ni la Junta de Andalucía ni la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica tuvieron el detalle de consultarme ni una sola vez en relación con la búsqueda. Y eso que la Junta me concedió, hace unos años, la Medalla de Andalucía por mis libros sobre Lorca, entre ellos mi investigación sobre el asesinato. Yo no sé si mi decisión de editar esta crónica es, hasta cierto punto, un ajuste de cuentas. Supongo que sí.
—¿Según usted, en qué lugar exacto fue enterrado el poeta?
—Sigo pensando que está, o estaba, muy cerca del famoso olivo del parque de Alfacar. Y digo “o estaba” porque, según el ex vicepresidente de la Diputación Provincial de Granada, Ernesto Molina, allí encontraron huesos cuando vallaban el parque y los metieron en otro sitio. Sería bueno que dicho personaje, que ahora se niega a hablar, nos explicara lo que realmente ocurrió. ¿O es que nadie va a investigar el escandaloso asunto?
—¿Por qué se publica La fosa de Lorca en Alcalá Editorial y no en Planeta, que es donde habitualmente suele publicar?
—¡Alto ahí! No suelo publicar habitualmente mis libros con Planeta, aunque es verdad que a ellos les debo mucho y concretamente a Rafael Borràs. Aguilar, por ejemplo, editó mi biografía de Antonio Machado y Anagrama la de Salvador Dalí. Publico La fosa de Lorca con Alcalá Editorial porque Rafael Ceballos me cae la mar de bien, porque admiro su profesionalidad y porque mostró interés en hacerlo. Por otro lado, tengo buenos recuerdos de Alcalá la Real.
—El libro está escrito con un lenguaje ácido que no oculta cierto enfado suyo. ¿A qué se debe? Usted es hoy el máximo investigador de las circunstancias que rodearon la muerte de Federico y, no obstante, no se han tenido en cuenta sus consideraciones.
—Yo no voy por el mundo diciendo que soy el máximo investigador de las circunstancias que rodearon la muerte del poeta. Pero es un hecho históricamente verificable, publiqué mi investigación en 1971, en Ruedo Ibérico, en París. El libro fue prohibido inmediatamente por el régimen de Franco. En sucesivas ediciones fui añadiendo material nuevo y corrigiendo errores o imprecisiones. Los de la memoria histórica consultaron algunos de mis trabajos. Pero lo más sensato habría sido hablar conmigo ¿no?, preguntarme si tenía alguna sugerencia o algún dato nuevo.
—¿Cree que se le ninguneó?
—¡Claro que lo creo! Las razones... ¿Quién sabe? Habría que preguntárselo a los de la asociación granadina. Me cuidaré mucho de dar mi opinión sobre el tema, como comprenderás.
—¿Cree que realmente existe un verdadero interés en descubrir los restos de Lorca
—¡Claro que hay un verdadero interés por descubrir los restos de Lorca! ¡Medio mundo lo desea! Se trata del desaparecido más célebre de la Guerra Civil española, el poeta español más amado y traducido de todos los tiempos. ¿Cómo no iba a haber interés? Lo que pasa es que también hay mucho interés en que no se encuentren. Al PP, por ejemplo, es obvio que no le interesa absolutamente nada que se descubran. Y si por desgracia llegara al poder en Andalucía podríamos decir adiós a la búsqueda.
—¿Usted es partidario de dejar las cosas como están o de seguir excavando hasta que los restos de García Lorca salgan a la luz con taquígrafos?
—Yo soy partidario de seguir la búsqueda hasta dar con ellos. Y soy partidario de que la búsqueda la haga el Estado, con luz y taquígrafos... y juez.
—¿Qué opina de la voluntad de de la familia de dejar a los muertos en paz?
—A mí la voluntad de la familia en relación con este asunto me merece a estas alturas muy poco respeto. Por razones que nadie entiende, ellos, como una piña, se oponen a la búsqueda, sin una sola voz discrepante. ¡Una sola! Me parece lamentable. A la familia no le interesa saber ni dónde está exactamente ni cómo lo mataron. En vez de liderar el movimiento para la recuperación de la memoria la han entorpecido.
—¿En su libro cita gran cantidad de nombres ¿Por qué?
—Se trata de una crónica y, necesariamente, aparecen muchos nombres. Todos relacionados al final.
La historia de un despropósito
Durante los últimos meses de 2009 la búsqueda de la fosa de Federico García Lorca, en la carretera de Víznar a Alfacar, fue seguida con enorme expectación dentro y fuera de España. Estuvo envuelta en un espeso secretismo exigido por la Junta de Andalucía en deferencia a los herederos del poeta, opuestos a la excavación. Oficialmente no se buscaba a Lorca sino a uno o más de sus compañeros de infortunio. Fue un despropósito. La Junta incluso llegó a declarar que, de encontrarse los restos del poeta, no lo podría anunciar públicamente.
Pero no se encontraron. La preparación de la búsqueda había sido defectuosa y la zona investigada demasiado restringida. No apareció un solo hueso. Ian Gibson publica en Alcalá Grupo Editorial La fosa de Lorca “Crónica de un despropósito”, un desgarrador documento con valor histórico y humano. El libro tiene 232 páginas y se pondrá a la venta a 16 euros.