¡A los tribunales!
No hace muchos años el estar metidos en pleitos era algo vergonzoso y todo el mundo huía, si era posible, de semejante situación; por el contrario, en los tiempos que corren, es el pan nuestro de cada día. En cualquier tertulia del tipo que sea, y ante la más mínima prueba, cualquiera es bueno para llevarlo todo '¡a los tribunales!' como si éstos no tuviesen que dedicar su tiempo a cosas más importantes.
Denunciar se está convirtiendo en algo habitual, por lo que a la larga perderá su efectividad. Está a la orden del día escuchar a padres hablar del comportamiento de sus hijos y el miedo a corregirlos porque los pueden denunciar. Lo mismo ocurre en los centros de enseñanza, centros médicos. Deberíamos buscar un punto de equilibrio para que algo tan serio no llegue a rozar la ridiculez y al fin y a la postre lo que consigamos es perjudicar seriamente a quien tenga verdaderos motivos para denunciar su situación. Me gustaría llamar especialmente la atención sobre algo tan peligroso y vergonzoso como las denuncias falsas en el tema de la violencia de género. Una denuncia falsa de malos tratos en un juzgado de Violencia de la Mujer, puede tener consecuencias muy drásticas y rápidas: detención del acusado y orden de alejamiento de su mujer y de sus hijos. Se ha pasado de un extremo al otro; de la mujer ser ninguneada a creerse todo lo que diga. Deberíamos pensar en las que verdaderamente sufren maltrato día a día.
Juana Garrido es maestra