I Semanario de Diplomacia Pública en Guarromán
GLORIA PASTOR IZQUIERDO desde JAÉN. El pasado domingo, 28 de octubre, me invitaron a un seminario en Guarromán, una localidad que tengo en gran estima, pues tengo buenos amigos allí. El nombre de dicho Seminario era 'Diplomacia Pública'. Me invitó una amiga, bahá’í como yo. Nuestro interés se centra en una cultura de paz y en el entendimiento entre los distintos pueblos, culturas y religiones.
Así pues, pensé que podía ser interesante para nosotras puesto que el tema giraba en torno a los distintos grupos religiosos, raciales y políticos que conviven en Israel con total armonía. Estaría bien asistir para compartir nuestros pensamientos con otras personas amantes también de la concordia y el acercamiento entre todos los seres humanos, me dije. La sorpresa fue mayúscula y muy triste cuando, al comienzo del seminario, se expuso ante los asistentes las causas, a juicio del ponente, un profesor de la Universidad de Jerusalén, del conflicto en Oriente Medio. Negó la causa del conflicto por motivos territoriales, encuadró este conflicto bajo un trasfondo religioso y ahí centró su intervención. No era este asunto el que causó nuestra sorpresa sino la campaña de total desprestigio que, a continuación, inició contra una religión concreta llevando a la mayor vejación tanto a su fundador como a los creyentes que la profesan, inculcando así en las mentes de los asistentes una animosidad tanto racial como religiosa contra estas personas y cultura. Bajo ninguna clase de argumentos podemos justificar el fomento del odio hacia los otros, sean cuales sean sus creencias, raza o nacionalidad y no se puede atribuir a una religión, ni a su fundador, las barbaries cometidas por sus creyentes fanáticos, igual que no debería atribuírsele a la revelación cristiana, ni a Cristo mismo, los horrores cometidos por la Inquisición en aquella época oscura. Esta actitud no cuadra con el concepto de libertad religiosa, que es un derecho fundamental, universalmente reconocido, que se refiere a la opción de cada ser humano de elegir libremente su religión, y poder ejercer dicha creencia públicamente, sin ser víctima de opresión o discriminación. En las democracias modernas generalmente el Estado garantiza la libertad religiosa a todos sus ciudadanos. Bahá’ú’lláh, fundador de la Fe Bahá’í, dice: “Dios ha enviado la religión con el propósito de establecer la camaradería entre la humanidad no para crear lucha y discordia, pues toda la religión está basada en el amor a la humanidad. Abraham promulgó este principio, Moisés convocó a todos a su reconocimiento, Cristo lo estableció y Muhammad condujo a la raza humana a su moral. Esta es la realidad de la religión: “Si abandonamos las habladurías e investigamos la realidad y el significado intrínseco de las enseñanzas celestiales encontraremos la misma fundación divina de amor por la humanidad.”