Huellas solidarias de Jaén donde más hace falta
JESÚS VICIOSO HOYO
Pobreza, analfabetismo, hambre, miseria... Mientras la sociedad capitalista se afana en intentar superar una de las crisis económicas más grave de los últimos tiempos, los países en desarrollo continúan inmersos en su lucha perenne por la subsistencia y contra las cuantiosas carencias de las vidas de sus ciudadanos, desde la inanición hasta la insalubridad, pasando por todo el resto de penurias imaginables. Es la cara y la cruz de un mundo cuya globalización solo beneficia a unos pocos, mientras otros son olvidados casi por completo.
Pobreza, analfabetismo, hambre, miseria... Mientras la sociedad capitalista se afana en intentar superar una de las crisis económicas más grave de los últimos tiempos, los países en desarrollo continúan inmersos en su lucha perenne por la subsistencia y contra las cuantiosas carencias de las vidas de sus ciudadanos, desde la inanición hasta la insalubridad, pasando por todo el resto de penurias imaginables. Es la cara y la cruz de un mundo cuya globalización solo beneficia a unos pocos, mientras otros son olvidados casi por completo.
Contra esto, y para lograr satisfacer las necesidades elementales de todos los habitantes del planeta, numerosos organismos trabajan día a día en la realización de proyectos de cooperación internacional. Una ayuda sin fronteras, porque el desarrollo humano no las tiene, que procede de instituciones públicas —en nombre de la sociedad a la que representan— y de organizaciones no gubernamentales (ONG), integradas por voluntarios y colaboradores más concienciados respecto a los que menos tienen en los lugares menos favorecidos. Porque aunque hasta en la ciudad más opulenta hay escaseces, la desdicha es mayor cuando los recursos sociales ni los hay ni se los espera, que es lo que ocurre, por ejemplo, en esos pueblos donde hay otras prioridades o las circunstancias son distintas, para desgracia de los más necesitados.
“El desarrollo solo puede prosperar cuando se invierte en las personas y las instituciones”, dice la presentación del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Y qué mejor inversión que la de tender la mano de la generosidad, que es precisamente lo que hacen las ONG, y especialmente sus voluntarios, que dedican parte de su tiempo libre en pensar en los demás, en los olvidados. Luego están las entidades que trabajan específicamente para el desarrollo (ONGD), cuyo radio de acción es más internacional. Normalmente se piensa que la ayuda a aquellos países más necesitados se hace desde las capitales estatales, pero la cooperación también sale desde lugares como la provincia de Jaén, donde cientos de personas colaboran para hacer un mundo mejor, más justo y, sobre todo, solidario. Porque mientras en algunas partes del globo se tiran alimentos o se desperdicia el agua potable, lo más básico para la vida humana, en otros su ausencia es el pan de cada día.
En Jaén también se lucha, con pequeñas y grandes acciones y en diversos ámbitos, contra la sinrazón de las muertes evitables. Los proyectos que se planifican, coordinan o ejecutan muestran la huella solidaria de los jiennenses con los que no tienen las facilidades de las que se disfrutan en la provincia del Santo Reino. Con todo, la labor de las numerosas ONG jiennenses en materia de cooperación internacional es aun algo desconocida, a pesar de su importante contribución contra el olvido de los rincones más desfavorecidos.