Hoy somos más
Guadalupe Pérez/Desde Valencia. Una de las críticas más insistentes hacia el movimiento del 15-M es la de no ofrecer un programa concreto de acción. Sinceramente creo que para programas, plataformas, planes y demás hierbas, ya tenemos bastante.
Y por otro lado, interpreto que justamente con su horizontalidad, transparencia y su espíritu pacifista encarna aquellos valores ausentes en la sociedad de hoy y que reclama: horizontalidad frente a la ostentación del poder; transparencia frente a la ocultación y la mentira; y auténtica búsqueda de unidad y pacifismo frente al montaje de la confrontación política o la sumisión externa. Y entiendo también, que con su no pertenencia a ningún partido quizás también pretende recuperar aquello de que “el poder reside en el pueblo” y superar aquello otro del “blanco o negro”, por lo que, en ocasiones, sin una mínima cuota de análisis y crítica, terminamos adscribiendo hasta la letra pequeña de un partido, y por ende, echando a cara o cruz el destino de un país. Tal vez la misión del movimiento del 15-M ha sido, justamente ésta, la de constituir la antítesis total de una situación confusa y desalentadora. Y por eso es lo que es. Simple y llanamente, la movilización de miles y miles de personas, no necesaria o exclusivamente a las plazas o a las calles, sino hacia una toma de conciencia colectiva. Conciencia por un lado, de la situación real de un pueblo que no, la que nos cuentan; y por otro, de las posibilidades también reales de un pueblo y de una sociedad cuando ejerce su capacidad de criterio y decisión. Pero claro, lo simple es a veces difícil de entender, no justamente para lo más intelectuales. He llegado a escuchar incluso críticas por ser un movimiento reivindicativo de los derechos más básicos y elementales de las personas: pan, techo y trabajo, parece mentira. Lo único que falta es que se les acuse de tener “semejante osadía”, ¿estamos retrocediendo a la época de las cavernas? O es que sencillamente nos importa un pimiento lo que ocurre al vecino. Quizás a una gran parte, sí. O no, y ésta sea sólo una minoría. Ojalá. Seguramente también argumentarán que ha perdido fuerza por alguna razón y que ya no tiene el mismo poder de convocatoria. Dirán también quizás, que el 15-M ya pasó, “ya fue”. En todo caso la historia no es una cuestión de números. Y también, está claro el 15-M no se volverá a repetir, salvo que nos ideáramos una máquina del tiempo o nos estancáramos en la nostalgia. Los acontecimientos históricos no se repiten, pero se interpretan también desde sus causas y se miden por sus consecuencias. Es por ello que creo no equivocarme al afirmar que hoy el 15-M es mucho más de lo que fue en su momento, porque hoy somos más que antes y que entonces, los que intentamos de distintas maneras, despertar: desatando nudos, vislumbrando caminos; desbloqueando silencios, construyendo verdades. Sin duda, hoy somos más. Los frutos se recogerán mañana, hoy toca seguir trabajando.