Hoy, once de mes

ERNESTO MEDINA CRUZ desde Jaén. Cuatro son las festividades marianas universales en las que se centra este mes de septiembre: el pasado día 8, la Natividad de la Virgen María; mañana día 12, el Santísimo Nombre de María; el día 15, los Siete Dolores de la BVM; y cerrando el ciclo, el día 24, la Virgen de la Merced. Es costumbre de la iglesia que se conmemore a los santos en el día de su muerte, dies natalis, puesto que la muerte significa para ellos el nacimiento a la gloria eterna.

    11 sep 2013 / 10:32 H.

    Solo existen en la liturgia dos excepciones: la fiesta del nacimiento de Juan el Bautista, que había sido santificado desde el seno materno de Santa Isabel gracias a la Visitación de María a su prima llevando a Jesús; y la Natividad de María que tuvo el privilegio otorgado por Dios de ser preservada de toda culpa desde el primer instante de su concepción. En el Santísimo Nombre de María, se celebra la gloria y la suavidad del nombre de María, que etimológicamente significa “Señora” o “Amada por Dios”. En lo Siete Dolores de la BVM la Iglesia, pocos día después de la exaltación de la Santa Cruz, celebra el triunfo de María que, junto a la cruz, venció con Cristo al pecado. San Pedro Nolasco, San Raimundo de Peñafort y el Rey Jaime de Aragón, tuvieron en 1218 una aparición de la Virgen incitándoles a fundar una orden religiosa dedicada a la liberación de los cristianos esclavos de los sarracenos. En cuanto a fiestas particulares de la iglesia, hemos celebrado en los primeros días de este mes a Nuestra Señora Madre del Divino Pastor, popularmente conocida en nuestra ciudad como la Divina Pastora, cuya cofradía tiene su sede canónica y celebra sus cultos en la Basílica Menor de San Ildefonso y que cuenta con una gran cantidad de devotos, especialmente entre las gentes relacionadas con el campo. Vamos intentando conocer a María en sus distintas facetas: como Virgen, como esposa, como madre, como viuda y como hija y mirándonos en ella vemos como Dios ha santificado también a todas las mujeres, porque todas ellas participan de una o varias de las facetas descritas para María. Todo el Antiguo Testamento está lleno de mujeres que de un modo u otro nos avanzan como ha de ser María, como ha de ser la madre de Jesús, aquella cuyo esplendor supera el brillo de todas las estrellas; el padre la llama hija y le envía embajadores, el Espíritu Santo la llama esposa y el hijo la llama madre y se encarna en su sacratísimo vientre. Refugiémonos en María, en la seguridad de que ella atenderá nuestras súplicas intercediendo por nosotros ante su divino hijo y hoy, una vez más postrados ante su sagrada imagen bajo la advocación de Virgen de la Capilla, pidámosle que se acaben esos fanatismos con que continuamente se ataca a la iglesia, bien con artículos maledicentes, bien con profanaciones de sus templos o imágenes, bien con la persecución física de todos los cristianos. Por todo ello imploremos hoy su ayuda.