Hoy, once de mes
Desde Jaén. “¡Qué triunfante sube! ¡Qué amorosa vuela / la fiel palomita que al cielo se eleva! / Mirad qué graciosa, mirad qué ligera, / va de nube en nube, de estrella en estrella, / penetrando luces, escalando esferas / hasta el cielo empíreo en veloz carrera”. Estas estrofas forman parte de un villancico del maestro Lapuente, en honor de la Asunción de la Virgen, que se cantaba los días 15 de agosto, desde el año 1723, con motivo de esa festividad, en la Catedral de Jaén, consagrada a esta advocación.
Se cantaba a dúo con acompañamiento. La simbología de la paloma que, ligera, al cielo se eleva representa la figura de la Virgen en su Asunción. No son de extrañar esta y otras composiciones similares, dado que, como en otros tantos misterios mariológicos, la devoción popular se adelantó en el tiempo a la proclamación del correspondiente dogma, en este caso concreto en más de dos siglos. No solo en la Catedral se venera a la Santísima Virgen en su Asunción a los cielos. Desde el 22 de marzo de 1801 en que se abre al culto el Sagrario de la Catedral podemos contemplar, presidiendo el altar mayor, un magnífico cuadro de la Asunción de la Virgen que, envuelta en una nube y rodeada de ángeles, se eleva hacia el cielo mientras los apóstoles contemplan la escena. El día 5 se celebró la Dedicación de Santa María ad Nives. Esta Basílica de Santa María fue construida en el monte Esquilino por la munificencia de un patricio romano llamado Juan, sobre un área milagrosamente emblanquecida por una capa de nieve en la noche del 5 de agosto, de donde proviene el título de Virgen de las Nieves. Fue el primer santuario dedicado a la Santísima Virgen y pronto pasó a ser el más insigne de Roma y uno de los más importantes de la cristiandad, por lo que fue llamada Santa María Maggiore. Entre los tesoros de esta basílica ocupan el principal lugar fragmentos del pesebre de Belén, por lo que se la conoce también como Santa María ad Praesepe. Culminando las fiestas marianas universales de este mes debemos señalar que el día 22 se celebra el Corazón Inmaculado de María. Fue promotor de esta devoción Juan Eudes en el siglo XVII; el 8 de diciembre de 1942, en plena guerra mundial, Pío XII consagró al Corazón Inmaculado de María a todo el género humano. En nuestra ciudad debemos recordar la magnífica labor que durante muchos años desarrollaron los frailes de esta orden en la iglesia de la Merced. Como fiestas particulares hemos de destacar, el día 2, Santa María de los Ángeles, a la que va unida la indulgencia plenaria “totíes quoties”, llamada de la Porciúncula, que en nuestra ciudad se obtiene en el convento de las Bernardas; el día 24 Nuestra Señora Salud de los Enfermos; el día 31 Nuestra Señora de la Consolación
—estas dos últimas son fiestas variables, por celebrarse el sábado antes del último domingo de agosto y el sábado después de la fiesta de San Agustín, que es el día 28, respectivamente—. En el año de la fe debemos tener a María como ejemplo. San Justino decía que María, al aceptar el mensaje del Ángel, concibió “fe y alegría”. En su vida María ha realizado la peregrinación de la fe, siguiendo a su Hijo. Perseveremos en nuestra fe; contagiémosla entre los que nos rodean; no desfallezcamos. Hoy nos postraremos ante la sagrada imagen de María en su advocación de la Capilla. Tendremos también la oportunidad de acceder a su camarín gracias a la iniciativa de la junta de gobierno de la cofradía. Y en todo momento, cuando la invoquemos, repitamos: ¡Madre, ayuda a nuestra fe!
Ernesto Medina Cruz