Hoy en día

Hoy en día, “estamos en crisis” es la frase más frecuente en las conversaciones de todos los españoles. Parece ser que con esta expresión tan manida y sobre todo asumida se resume el malestar, la desesperanza e incluso la resignación a lo inevitable. Cualquier decisión sobre asunto nimio o transcendente que sea inevitable afrontar y que afecte a la vida de las personas, está hoy día condicionada por la omnipresente crisis que a todos parece atenazar hasta el punto de no permitir ninguna otra razón sobre la que basar el comportamiento.

    24 ene 2013 / 12:16 H.

    El pueblo llano, ese que quiere trabajar y no encuentra donde, ha recibido una herencia por demás onerosa producto de la pésima gestión de la cosa pública por parte de la clase dirigente. Como consecuencia de ello, en este año que todavía está en sus albores, la sociedad además de soportar todo el peso de la crisis, que es un drama de proporciones apocalípticas, ha de enfrentarse día a día a resolver cada uno de los graves problemas que en su conjunto la conforman. Nos enfrentamos a un rompecabezas de muy difícil solución, pero es necesario resolverlo y para ello todos hemos de aportar lo mejor de nosotros mismos. Cuando los problemas son complejos como los que ahora aquejan a esta sociedad es cuando más se necesita tener la cabeza fría para detenerse a pensar con calma e intentar encontrar soluciones imaginativas y de futuro. Y mientras tanto los políticos, enfrascados en sus cosas de partido, inmunes a la crítica, blindados ante la corrupción y subidos a la nube del poder no parecen querer enterarse de cuáles son los problemas reales que agobian a la sociedad a la que representan. Unos con sus despiadadas medidas de gobierno desmantelan la sanidad, recortan las pensiones, privatizan la educación, detienen las inversiones en infraestructuras, inyectan dinero público a la banca, colocan a sus amigos en puestos bien remunerados y continúan esquilmando al ciudadano al que ya han dejado como el gallo de Morón. No es de extrañar es su ideología y por tanto su praxis. Otros hablan de secesión e independentismo a conseguir a cualquier precio, incluso a base de concesiones públicas mediante comisiones ilegales institucionalizadas y demás corruptelas al uso. Tampoco es extraño, es su manera de conseguir ventajas inconfesables. Otros nos asombran con su nula autocrítica, su anquilosamiento e incapacidad para renovarse y sus propuestas de federalismo simétrico o asimétrico mientras olvidan que en la raíz de sus siglas e ideología está la igualdad ante la ley y el fomento del bienestar social mediante la redistribución de la riqueza. ¿Por qué son tan insensibles ante los problemas reales? ¿Cuándo se van a ocupar de aquello que en verdad importa al ciudadano? ¿Trabajarán algún día para cumplir con lo que han prometido? ¿A qué estamos jugando se pregunta el pueblo atónito?

    Paco Casas