Hopper que estás en los cielos

Por Nuria López Priego 
Eras perro flaco y sarnoso. Nadie apostaba por ti. Estabas condenado a vivir in the wild side y era por convicción. Como el católico que comulga todos los domingos, pero al contrario. Llevabas en la frente la etiqueta de 'drogas, sexo y rock’n’roll', de chico malo.

    02 jun 2010 / 10:46 H.

    Fuiste el rey de la contracultura americana, un rebelde sin causa, el motero más famoso de América. Un gigante. Y, ahora, Denis Hopper, que ya llevas tres días en los cielos, el vacío que has dejado en el Olimpo de la industria cinematográfica y de la coherencia e incoherencia humanas es absoluto. Innominable e inconmensurable. Tu rostro afilado en la portada de los diarios informando de tu muerte es una lápida. Tom Ripley ha muerto y lo ha hecho treinta y tres años después de la filmación de ese éxito que consagró a Wim Wenders, El amigo americano.

    Podríamos cruzar los dedos y rezar, aun sin fe, por que esta pérdida fuera mentira. Una invención, y que, en realidad, como ocurre con el pintor de la famosa película, sólo te hubieras retirado a un piso para crear tranquilo y hacerte millonario con el estreno póstumo de un trabajo desconocido. Pero afirman que estás muerto y es injusto, cruel y doloroso. Os vais los malditos, los mejores, los auténticos. Quizá es que estáis respondiendo al llamado de J. D. Salinger y queréis hacerle compañía al “guardián entre el centeno” para que no esté tan solo allí arriba. El problema es que, mientras tanto, aquí abajo, a los comunes nos habéis sentenciando. Nos dejáis huérfanos, porque os apoderasteis del talento, de la distinción y la grandeza y no nos dísteis la oportunidad del relevo. Hoy y ayer y antes de ayer son días de luto. Denis Hopper que estás en los cielos, ¿por qué nos has abandonado tú también?