Homenaje a un 'padre' cofrade

Irene Bueno/Jaén
León Suárez Palomares se vio inmerso, casi sin esperarlo, en el complejo mundo de las cofradías en unos momentos en los que estaba todo por hacer. Ahora, los cofrades de la provincia de Jaén quieren reconocerle sus más de dos décadas de desvelos con un homenaje.

    25 ene 2012 / 11:39 H.

    A mediados de los años ochenta del siglo pasado solo unas veinte cofradías de la provincia de Jaén estaban constituidas de manera oficial y contaban con unos estatutos que observaban el Derecho Canónico. Con este panorama, el obispo de entonces, Santiago García Aracil, decidió “poner un poco de orden” en unos grupos que son imprescindibles para la incorporación de laicos a la vida de las parroquias.
    Confió, sin dudarlo un minuto, en un ibreño curtido en la Universidad de Salamanca en los años de la II Guerra Mundial y que tenía una amplia experiencia en el desempeño de labores parroquiales y en Derecho Canónico. Este era León Suárez Palomares que, a la postre reconoce: “La misión era difícil y poco apetecida”.
    Pero él aceptó este “cáliz” como un reto para superar día a día todos los problemas e inconvenientes cuando se trata de regular y de dar una forma sólida y común a entidades que están muy vinculadas a las raíces y a las tradiciones de los municipios en los que se encuentran. Cuando comenzó su andadura solo una veintena de hermandades contaban con unos estatutos conforme al Derecho Canónico, cuando dejó la primera línea del frente —porque nunca se ha retirado— eran 375 las que habían culminado el proceso y podían denominarse, con todas sus letras, “cofradía” o “hermandad”.
    Pero, para León Suárez, la relación con los cofrades iba más allá de la exigencia jurídica, se trasladaba al plano del compromiso personal con las miles de personas que integran estos grupos parroquiales. A ellos, les aconsejaba, les ayudaba a vivir desde la fe el compromiso cristiano y a establecer el nexo inexorable que debe existir entre las hermandades y la vida de las parroquias en las que se asientan.
    Por ello, Suárez Palomares nunca ha dejado de estar próximo a estas agrupaciones. Cuando José López Chica tomó el relevo al frente de la Delegación Episcopal de Cofradías él se mantuvo como delegado emérito y con sus sabios consejos ha sabido intermediar en aquellas polémicas que todas las estructuras participadas por los hombres suelen surgir.
    Y es que defiende a capa y espada que, el fin de las hermandades es el culto público y el compromiso cristiano. Cuando alguno de sus integrantes se desvía de estos objetivos y quiere hacer de ellas “espacios de poder” es cuando surgen divisiones y problemas que no debían producirse, apostilla. León Suárez no es hombre de distinciones. Por ello, reconoce que ha “reñido” al presidente de la Agrupación de Cofradía, José Paulano, que se desplazó a Ibros para concretar el acto y a la Delegación Episcopal cuando tuvo conocimiento del homenaje que se desarrollará con una solemne eucaristía presidida por el obispo de Jaén, Ramón del Hoyo, el domingo día 29 a las doce de la mañana, en la Catedral. Posteriormente, se celebrará un almuerzo.