Homenaje a Suárez Gallego y su historia

El cronista oficial de Guarromán y decano de los cronistas de Sierra Morena, José María Suárez Gallego, fue distinguido por la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales en el congreso nacional celebrado recientemente en Valencia, al cumplir veinticinco años en el ejercicio de dicho cargo y como miembro de tan prestigiosa asociación, cuya presidencia de honor la ocupa el Rey Juan Carlos I.

    14 nov 2011 / 10:07 H.

     El presidente de la Diputación de Jaén, Francisco Reyes, concluido el acto académico de apertura de curso del Instituto de Estudios Giennenses,  del que  Suárez Gallego es consejero de número, le hizo entrega de la placa conmemorativa de sus “bodas de plata como cronista oficial de Guarromán” en presencia de su homóloga de Carboneros, Adela Tarifa, y del de Andújar, Enrique Gómez Martínez.
    Suárez Gallego es granadino de nacimiento, ciudad en cuya Universidad comenzó, allá por los setenta del siglo pasado, el oficio de tinieblas en el que tarde o temprano acaba convirtiéndose la tarea de investigar y escribir. Aprendió a compaginar los conceptos Ramadán y Cuaresma en Tetuán (Marruecos), a hacer raíces cuadradas sobre la arena de la playa en Málaga, a escribir versos sobre cómo se rompe el agua en Granada, a hacer ecuaciones diferenciales perfumadas de azahar en Sevilla, a tomar cañas con farinato a la caída de la tarde en Salamanca, a coger los días por sus aristas cortantes y no cortarse en Madrid, y, sobre todo, en Guarromán, que no siempre es verdad aquello de “pueblo chico, infierno grande”, porque hay infiernos a los que hasta sus peores demonios los convierten e atractivos y sugestivos.
    A pesar de que hace varios años que saltó la alambrada de los cincuenta, aún no ha resuelto el dilema de si es un granadino que dio rienda suelta a sus sueños en tierras de Jaén o un jiennense al que parieron en Granada. De todos modos piensa que tal conflicto de identidades se resolverá cuando el sol queme sus alas y a primeras horas de la tarde esparzan la mitad de sus cenizas en una fuente de agua clara de Granada, y la otra mitad en un arroyo verde plata de Jaén, que ya se encargará el Guadalquivir de unirlas. Silverio Fernández /Guarromán