Historias de maestros en Cárchel
En Cárchel saben que la educación es el mejor servicio social que se puede prestar. Al cumplirse 50 años del Colegio, se ha homenajeado a los maestros Carlos Soler y María Antonia Fiérrez, que ejercieron su labor con vocación, arraigo y entrega.
Empezaron la docencia en el pueblo y allí se jubilaron, murieron y fueron enterrados. “La hoja de servicios de mis padres se reduce a una línea que recoge la toma de posesión y el cese.” Recibieron los Premios Nacionales de Magisterio, en 1963, o el ingreso en la Orden de Isabel la Católica “por méritos profesionales”. Hermanaron dos núcleos de población, Cárchel y Carchelejo, tradicionalmente distanciados; rebajaron el analfabetismo que, en el caso de las mujeres, superaba el 80 por ciento; en la postguerra, impartieron clases en frías aulas que ni siquiera tenían cristales; concienciaron a sus vecinos del sacrificio para que sus hijos e hijas hicieran estudios universitarios; liberaron a muchos de la maldición secular que impedía aspirar a una vida mejor en la España rural; prestigiaron la escuela como la primer institución del pueblo; lucharon contra el absentismo escolar en época de recolección de aceituna; en jornadas de sol a sol, abrieron las aulas al campo, la carpintería, los dibujos, los bordados, los adultos; mantuvieron contactos epistolares con los alumnos obligados a emigrar. Renunciaron a cualquier promoción profesional que les alejara de Cárchel y fueron queridos y respetados por sus vecinos.
Gabriel Ureña es profesor