Hilos para educar

Reza una leyenda asiática que un hilo invisible conecta a quienes están destinados a encontrarse sin importar el tiempo, lugar o circunstancias. Un hilo que se estira, se encoge, se enreda, pero que nunca se rompe. Así nos sentimos quienes hoy constituimos Hilos para Educar, una asociación para la enseñanza y el aprendizaje que nace con la vocación de hacer visible que una educación con la voz de la infancia como piedra angular es posible. Conectados por hilos que parten y llegan pero que pasan siempre por el corazón, que se anudan al dedo meñique de docentes de todos los niveles, de centros de profesorado, de familias, de la universidad, de algunas instituciones. Hilos que vienen de antiguo, otros que partieron lejos, algunos flamantes y curiosos, muchos que aún no se han reconocido, pero todos ellos tocados en algún momento de su trayectoria personal o profesional por una idea de educación rigurosa desde el punto de vista de la ciencia que sin embargo se deja acariciar por el poder de la emoción, que parte de la vida para la vida, que se basa en la calidad de las relaciones que se establecen entre la infancia y quienes conforman su marco de desarrollo, que pone en sus manos otros mundos posibles, que confía en ella y en sus competencias más allá de la estatura o la edad, que cree que niños y niñas son capaces de establecer diálogos con lo que les rodea, que ninguna realidad les es ajena o imposible de alcanzar. El último empuje para que Hilos para educar, una red hasta ahora invisible, sea hoy real,  emana precisamente de la voluntad de las familias que de algún modo se han visto enlazadas por este hilo, que han vivido de primera mano con sus hijos e hijas la magia de una educación basada en la curiosidad y en la cooperación,  en la que ellas son corresponsables, y que hoy más que nunca están decididas a tejer hilos que amortigüen el desánimo o las tentaciones de rendirse, para que nos abriguen y nos aíslen de la ignorancia, para andamiar las ilusiones compartidas.

    30 nov 2015 / 12:11 H.