Hijos de un mismo Padre

Concepción Agustino Rueda desde Jaén. En el pasaje evangélico de San Marcos, de ayer, domingo, dice Juan a Jesús: 'Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros'. Jesús responde: 'No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros, está a favor nuestro'.

    04 oct 2012 / 16:24 H.

    Los cristianos, como creyentes y practicantes caemos, muchas veces, en el error de ser intransigentes con los que no lo son y de ser demasiado comprensivos con nosotros mismos. En ocasiones, los rechazamos o los despreciamos “porque no son de los nuestros”. No les acogemos como hermanos, hijos de un mismo Padre, sin caer en la cuenta de que lo son, y de que el espíritu de Dios los alienta y acompaña como a nosotros, y sus acciones son, tantas veces, más admirables que las nuestras, que nos consideramos, particularmente, amigos de Dios. Nos invita este pasaje a ser cristianos radicales, y así nos habla del peligro del escándalo y su castigo y de la necesidad de arrancar de nosotros el pecado, cortando aquellos miembros que nos puedan hacer caer en él. Nos invita, así mismo, a ser generosos con el necesitado, ya que si damos un vaso de agua fresca en nombre de Dios, no quedaremos sin recompensa. Entiendo que la misión del cristiano es la de transmitir su fe y la de amar a los demás, incluso a sus enemigos, y por tanto, acoger a aquellos cuyo credo, pensamiento o sentimiento sea diferente al suyo. La Palabra de Dios da respuesta a todas las dudas e interrogantes de nuestra vida, porque fueron pronunciadas por Aquel que nos amó hasta el extremo.