Heridas imposibles de curar

Izquierda Unida vive uno de sus momentos electorales más dulces en la provincia de Jaén. En las últimas autonómicas consiguió subir en 7.372 votos y las encuestas pronostican mejores perspectivas para el futuro más inmediato. Es más, la coalición forma parte del Gobierno de Andalucía y dirige áreas de relevancia social y ciudadana. Sin embargo, el partido está resquebrajado internamente. Las direcciones provincial y local presumen de tener entidad propia y, a puerta entreabierta, no dudan en tirarse los trastos a la cabeza con la palabra como única arma.

    19 mar 2013 / 10:35 H.

    Unos y otros comparten el mismo proyecto político, pero con distintas orientaciones. Basta con hablar con quienes dirigen las corrientes “oficial”        —provincial— y “crítica” —lo- cal— para darse cuenta de que la fractura será imposible de unir. El conflicto “histórico” tiene sus orígenes más inmediatos en una asamblea celebrada en Torredelcampo en diciembre de 2007. Fue un congreso trascendental en el que se eligió a Luis Segura como coordinador en la provincia con un buen puñado de militantes en contra, liderados por el exdirigente Javier Aguilera. La cita, que se resolvió más tarde en los tribunales, tuvo como principal motivo de enfrentamiento la ruptura del principio constitucional de participación democrática, es decir, los críticos acusaron a sus “compañeros” de manipular los censos para impedir su intervención. Fue un punto de inflexión para el partido en el que quedaron anuladas de forma definitiva las posibilidades de diálogo entre las dos corrientes.
    La ruptura es un secreto a voces desde aquella tensa jornada. Hay quienes dicen que, en la actualidad, la relación entre unos y otros existe y que la comunicación fluye. No obstante, todo se reduce a pura formalidad. No hay un militante de la agrupación de la capital que asista a una reunión organizada por la dirección provincial e, incluso, por la andaluza, con la que tampoco hay sintonía orgánica desde que se conocieron los resultados electorales de la convocatoria en Andalucía. Y aquí está el origen del segundo enfrentamiento en el seno de un partido roto. Quienes estuvieron de acuerdo, en 2007, con formar parte de un gobierno de coalición en el Ayuntamiento de Jaén —con el PSOE— abanderaron un movimiento en contra de que se hiciera lo mismo en Andalucía en 2012      —también con el PSOE—. El Consejo Local de IU se opuso a que Diego Valderas gobernara con José Antonio Griñán en la Junta de Andalucía. ¿Por qué? Porque sus dirigentes consideraron y consideran que la consecuencia directa será una hipoteca de por vida para Izquierda Unida, es decir, que gobernar en una situación de crisis generalizada pasará factura a la coalición en las urnas. Una postura que, de nuevo, chocó con la dirección provincial jiennense, que no solo apoyó el pacto, sino que respalda, ahora, las políticas de austeridad promovidas desde Andalucía. Y he aquí otro motivo más para el conflicto. Porque Cayo Lara, desde la Federal, proclama la guerra a cualquier política de déficit, pero tampoco le tira de las orejas a Diego Valderas por practicarla en Andalucía.  
    Estos tiras y aflojas hacen que la corriente “oficial” no mire con buenos ojos a la agrupación local, a la que achaca una bajada de militantes e, incluso, el cierre de la sede de la Avenida de Granada. Sin embargo, los “damnificados” responden que están más vivos que nunca, que jugarán un papel crucial en la reconstrucción de la esperanza de este país y que la asamblea local siempre tuvo y tendrá su relato propio. Ah, y que cerraron la sede por humedades y por el alto precio del alquiler, pero que están manos a la obra para estrenar otra en la Avenida de Andalucía, cerca de la calle Ávila, pero en “primera línea”. Una agrupación, la de la ciudad, en la que también hay voces discordantes, algo que se escenificó cuando a José Luis Cano, socio de gobierno de Carmen Peñalver en el anterior mandato, lo invitaron a salir de la política activa para convertirse en un militante de base. Izquierda Unida en el Ayuntamiento está en manos, ahora, de Isabel Mateos, una mujer que dicen que, después de esta etapa de aprendizaje, dejará el grupo en manos de savia nueva. Moraleja: donde no hay conflicto, no hay democracia.