Hasta siempre

Juan Manuel González Cárdenas de Villargordo
“Para ti, abuelito”

Querido abuelito, quiero decirte lo mucho que nos acordamos de ti y de lo contento que te ponías cuando íbamos a la casa, tú mirando por la ventana y corriendo para abrazarnos. Ahora, cuando vamos, hay un gran vacío, el que habéis dejado tú y el tito.

    14 oct 2012 / 09:29 H.

    Un 14 de octubre nos dejaste para siempre. De eso hace ya cuatro años. Te fuiste y ya nada es igual. Ya no podemos jugar contigo como antes y tú con tus bromas nos hacías rabiar mucho. La abuelita también te echa mucho de menos.
    Abuelito, tus ojos se cerraron y la luz se apagó. Tu camino dejó de iluminar. Tu cuerpo se fue, pero tu alma sigue aquí con nosotros. Solo decirte que, aunque pasen los años, siempre serás parte de mi vida y nunca olvidaré cuando yo era chica y nos disfrazábamos para que la abuelita se riera cuando estaba enferma.
    También tengo que decirte que si vieras al niño lo grande que está y lo listo que es, con el disgusto que tú tenías, nos reíamos a carcajadas. Por eso y por todo lo que compartimos juntos te hacen un abuelo muy especial y siempre te recordaremos con mucho cariño, aunque no nos has visto seguir creciendo, desde el cielo nos seguirás los pasos y cuidarás y protegerás a tus nietos, que nunca te olvidarán y siempre te querrán.

    Por Miriam y David García, de Villargordo

    Francisco Muriel Gila de Jaén
    “A mi amado esposo que nos guía en el día a día ”

    Papá, aunque hace casi cuatro años que dejaste este mundo, para tus hijos, nieto y para mí siempre es como si estuvieses entre nosotros presente a cada instante y nos guías y nos aconsejas en las duras pruebas que nos presenta el día a día.
    Israel ya hizo su primera comunión. Iba precioso y, después de hacer la lectura, que la hizo como un hombrecito, sin equivocarse y muy tranquilo, dijo: “Mi abuelito Paco, aunque no lo vean ustedes, está junto a mi madre y junto a mí y nos da toda su fuerza porque mi abuelito Paco era ejemplar en todo y hasta se crió sin su papá, pues murió a los tres meses de nacer mi abuelito, como mi papá, que no ha muerto, pero está muy lejos, tan lejos que aunque lo llame no puede oírme. Yo rezo todos los días por mi abuelito y por mi papá”.
    Paco, hace ya 44 años que nos casamos. Qué distinto se ve todo después de 44 años de matrimonio y ocho de novios, toda una vida juntos en lo bueno y en lo malo, como nos dijo el párroco don Francisco. Ha sido una vida de pruebas muy duras. Tú con tu trabajo en el Ayuntamiento donde entraste hecho un niño, con solo diez años. En la farmacia, doña Paquita te puso un carro de madera y a recoger los paquetes en la Cooperativa Farmacéutica y a los 18 años, por fin, te hicieron tu contrato. Luego, con tus dos hijos maravillosos, porque lo son y es para que te sientas orgulloso de ellos, te animé yo a que estudiaras el libro de auxiliar de farmacia y te ganaste tu título y de los 200 que se presentaron tú fuiste el primero en aprobar en el Colegio de Farmacéuticos. ¡Qué abrazo nos dimos cuando saliste del examen! La niña y yo te esperábamos en la acera y nos dijiste: “He aprobado”.
    Papá, tú valías mucho, pero te habías criado tan solico que te faltaba darte cuenta de tu valía. ¡Qué contentos fuimos al viaje de dos días que nos obsequiaron a Toledo y Madrid! Lo que nos alegró fue el reconocimiento del alcalde de entonces al nombrarte oficial de primera y hasta te cambió un poquito el sueldo, pues valías tu peso en oro, como se dice vulgarmente. Eres un señor grande y de una humanidad y gran corazón inmejorables. No tenías una posición adinerada, pero a todas las personas socorrías en la medida de tus fuerzas y siempre tenías una palabra de apoyo y aliento para los necesitados.
    Te marchaste con la pena de no ver a tu David ni a tu hija Marina colocados, a pesar de la falta que les hace, pero yo siempre estoy al cuidado de ellos, aunque paso muchas estrecheces. Tantas que quiero pedirte perdón por haber tenido que vender mi alianza, que la llevé desde los quince años que tú me la pusiste, para poder pagar la luz a nuestra hija y el otro día me cortaron el agua y tuve que arreglar todo como mejor pude. Nuestros hijos no paran de buscar y pedir un trabajo.
    Yo sigo pidiendo a Dios todos los días y haciendo todo lo mejor posible las cosas. Todo se arreglará. Te quiero y quiero que no estés triste en el cielo. Ya verás como algún ángel nos abre una ventana. Tu esposa, que te lleva en su corazón.
    Por Elena López Maldonado,
    de Jaén


    Francisco sola cerdán de Cazorla
    “Para qué sirve un suegro”

    Hace ya tres años que se fue Francisco. ¡Cómo pasa el tiempo! Pero mi historia se remonta bastantes años antes. Lo conozco, como se suele decir, de toda la vida, pero fue en mi etapa de novio con la que hoy es mi mujer, Inmaculada, cuando empecé a entender al verdadero Francisco Sola. Fue un hombre generoso, conmigo y con toda la gente que le rodeaba. Mi trato personal con él pasaba de ser el del típico suegro/yerno a ser para mí como un segundo padre. Por supuesto, ni pudo, ni podría suplir en mí la falta de mi querido padre, pero con su presencia cercana paliaba tal pérdida. Acudía a él para pedirle consejo, y el suyo siempre era sabio y preciso. Lo acompañaba en algunas ocasiones y siempre me ofrecía la mejor silla, el mejor plato...
    Francisco fue un hombre hecho a sí mismo que le tocó nacer en unos tiempos difíciles, pero supo preocuparse por formarse y cubrir las necesidades de todos los suyos. Hombre forjador de grandes obras y sueños, de grandes amigos y de algunos enemigos, y no es porque él buscara a estos últimos, sino que eran ellos mismos los que se hacían al intentar engañarlo, pues es sabido su condición de persona nacida para el trato y el negocio, y de todo hay en la “viña del señor”. Gracias a ti, Francisco, hoy tenemos, toda la familia una vivienda maravillosa en la Sierra de Cazorla y tu presencia se respira en cada uno de los recovecos de dicha finca. Parece que estás presente en cada momento y dispuesto a arreglar todos los imprevistos que surgen en una casa en medio de la naturaleza. Francisco, estoy seguro de que desde el cielo habrás hecho un trato con nuestro Señor para velar por toda la familia y, como siempre, habrás salido ganando.
    Sirvan estas líneas para mi agradecimiento a ti y mi recuerdo de total cariño. Quién no querría ser una persona hecha a sí misma, amigo de sus amigos, capaz de equivocarse y empezar otra vez en todos los aspectos de la vida. Estoy seguro de que la mayoría de personas dirían que sí, dirían que sí a Francisco Sola.        

    Por Paco Tíscar,
    de Cazorla


    Santiago Ruiz Luengo de La Carolina
    “Papá, fuiste siempre una buena persona en la que mirarse”

    Don Santiago Ruiz Luengo, mi padre. ¡Que voy hablar yo de mi padre! Mi padre era una persona con la que solo estar a su lado ya te transmitía su sonrisa, bienestar y seguridad. Como oficial y sustituto del Registro, que no solo lo fue de La Carolina, sino en todos los Registros por los que había pasado y de cuya estancia en los respectivos pueblos fue dejando huella siendo trabajador incansable, querido por todos sus jefes registradores, hasta su jubilación.
    Como taurino, bueno, como taurino era una de las tantas personas que defendía la fiesta, la vivía y la amaba, él siempre hablaba de valor, porque desde la barrera se opina muy bien, pero hay que estar ahí, y unas veces saldrá bien y otras no, como en el cine hay películas buenas y menos buenas, pero no deja de ser un arte. Como persona, muy querida por los que de alguna manera necesitaban del Registro, a los que atendía con verdadera profesionalidad.
    El día 29 de septiembre pasado se nos fue, después de haber estado durante mucho tiempo intentando vencer a su enfermedad y de las que muchas veces y, ante el asombro de los médicos salía, resistía y resistía. Pero el sábado 29 dijo que no podía más y se fue sin hacer ruido. De alguna manera nos iba diciendo que le quedaba poco. Y yo me pregunto: ¿Ahora qué, papá? Ya no podremos echar más ratos juntos, tu sitio en casa está muy vacío, no podía imaginar que te iba a echar tanto de menos. Lo mismo digo de tu esposa, mi madre, y de todos y cada uno de tus nueve hijos, mis queridos hermanos, más. Yo a veces presiento que va a sonar otra vez el teléfono para decirme que tienes la “fatiguilla” y que quieres que te lleve a Linares, pero no, no suena. Me voy dando cuenta de que ya no oiré más tu voz, que me tengo que conformar con tus recuerdos, nos va a costar, por lo menos a mí, estar en casa, o en alguna celebración y no verte, echando tus discursos que siempre hablaban de la unidad familiar, que estuviéramos todos tus hijos juntos, los mismo que tus nietos, y qué decir de tu biznieto, que no había día que no preguntaras ¿cómo está el niño?, y lo contento que te ponías cuando lo veías.
    Siempre y antes de salir para Linares, me decías, “estará el niño en casa para verlo”, creo que lo decías por si no volvías del Hospital, y casi siempre lo veíamos, ¿verdad papá? Yo le hablaré de su bisabuelo, no te preocupes.
    Ahora en los momentos más difíciles de mi vida por los problemas que tu conocías a la perfección y de los que tanto y tanto habíamos hablado, te vas. ¿A quién cuento yo cómo se van desarrollando?; aunque quiero pensar que tú, desde donde ahora estés me ayudarás e irás viendo cómo acabará todo eso. El estaba muy orgulloso de todos sus hijos, para los que no tenía ningún reproche, y sí enseñanzas sobre los errores cometidos. Nos tenía siempre en su pensamiento: éramos sus  bastones y su alegría. Lloro por su vacío pero no por su abandono, porque él está con todos nosotros, no nos abandonará nunca y desde dónde está nos protegerá.  
    Mi padre, mi padre era sobre todo una buena persona y en el cual yo, como si fuese un espejo, me miro. Hasta siempre, papá.

    Por tu hijo Julio Ruiz Nieto
    La Carolina


    Luis javier caño sarrión de Arjona

    “El recuerdo de tu sonrisa será nuestra alegría de vivir”
    Cualquier persona que te haya conocido, aunque sea mínimamente, ha podido comprobar tu calidad como ser humano. Lo has dado todo por todos sin esperar conseguir nada a cambio. Tu huella ha quedado marcada por todos los rincones por donde has pisado. Tus valores, de los que podríamos destacar el trabajo, el sacrificio, la humildad, la fe y más trabajo aún, nos han quedado patentes y estarán muy presentes entre nosotros. Tú has empezado un camino; tus hijos nos encargaremos de continuar para que algún día puedas estar tan orgulloso de nosotros como tu mujer e hijos estamos de ti.
    Los recuerdos junto a ti son innumerables, pero, como es lógico, los que están en la cabeza en cada momento son los últimos. En el día más horrible de mi vida pude comprobar que todo tu esfuerzo había tenido una recompensa que ha llegado demasiado pronto. En un entierro maravilloso, delante de tus santos, comprobamos tu huella. En primer lugar por las palabras del párroco, que te describió a la perfección tanto como padre, esposo, hijo y, naturalmente, como persona cristiana y más devota de los santos que puede haber (que me perdonen si alguien se ofende). En segundo lugar, por las personas que pasaron a mostrarnos sus condolencias. No sé cuantas personas fueron, pero muchísimas, tanto de Arjona como de los pueblos de alrededor que te conocían. En ese momento me recordé algo que ya sabía: ¡Papá, qué grande has sido y eres! Me sentí muy orgulloso de ti. Otro recuerdo cercano que jamás podré olvidar fue cuando te puse el himno de los santos cuando te encontrabas en los últimos minutos de vida. Todos sabíamos lo que significaba ese himno para ti y todos llorábamos sin consuelo porque sabíamos que ya nunca lo íbamos a escuchar más junto a ti. Nunca una Fiestasantos será igual ya para nosotros, siempre nos faltará algo. Ya no te escucharemos tararear ese himno, ni llegarás a preguntarme en la procesión cómo voy y a continuación empezabas a cantar el himno para que nos animáramos, ni podrás desvivirte para que todo salga bien. Eso se ha ido contigo. Pero todos sabemos que, aunque tu cuerpo se ha ido tu alma seguirá siempre aquí, ayudándonos. Si estos días hemos tirado hacia adelante ha sido gracias a tu ayuda. A mi particularmente, me demostraste una semana después de irte que no me ibas a dejar solo. Sé que nos guiarás desde allí arriba para conseguir lo que tú tanto anhelabas. Todos te echamos mucho de menos, pero especialmente tus padres quienes, a pesar de su avanzada edad, es la segunda vez que pasan por este trance, y en tu casa, en ambas casas, nos hacemos tantas preguntas sin respuesta que nos atormentamos constantemente. Has dejado un vacío insustituible. Cosas tan insignificantes son las que yo más echo de menos. Ya nunca llamarás al telefonillo de forma tan peculiar como lo hacías, ni te confundirás de llave para abrir la puerta de arriba, ni llegarás a tocarnos el pie para despertarnos, ni nos bajarás la persiana al amanecer, ni nos darás en la cabeza diciéndonos: “Ayer cerrásteis el pub, ¿no?”. Y tampoco volverás a picarnos como hacías. Estos recuerdos nos hacen ver que no volverás, que aunque sea increíble y no nos hagamos a la idea de por qué te has ido, es cierto, solo te podremos volver a ver cuando nos juntemos contigo. Como te decía cuando estabas malito: ¿tanto quieres a los santos para dejarnos a nosotros e irte con ellos? Ahora he comprobado que son los santos los que tanto te querían a ti, y te querían a su lado haciendo ya otra labor. Podría nombrar miles de recuerdos más y muchísimo más alegres, tal y como tú eras, pero necesitaría muchísimas páginas de este periódico y un estado de ánimo que ahora no tengo. Con tu partida se han truncado muchos planes, principalmente uno, que todos ya sabemos. Ese día no podrá ser igual sin ti, pero, bueno, el destino lo ha querido así. Otros planes que te hacían mucha ilusión también se han aplazado por tu pronta marcha.
    Desde arriba observarás muy atento todo esto y todos los fallos que pueda haber estoy seguro que los solucionarás sin decir nada, tal y como hacías cuando estabas entre nosotros. Podría seguir escribiendo, pero esto tiene que acabar. La vida nos ha dado un duro golpe, nos costará salir, pero voy a luchar por ti y por todos, como tú hacías, para lograrlo. Espero llegar a los objetivos y, como he dicho antes, que te puedas sentir orgulloso. Cuidaré de mamá y de todos. Tú descansa en paz, que es lo que te toca. Te queremos, papá.
    Por la familia Caño Rivas, de Arjona