Hasta siempre

ENRIQUE TENORIO FERNÁNDEZ de Alcudia de Guadix

“Dedicó su vida a sacar adelante a su familia”
Se nos fue el último colono, Enrique Tenorio Fernández, con 96 años. Se nos ha ido de ese pueblo blanco y nuevo pegado como un cromo al campo que es Los Villares de Andújar. Junto al Guadalquivir, y junto a la vieja ibero-romana Isturgi, la ciudad de los alfares de sigillata.
A Enrique Tenorio lo entrevistamos una mañana de mayo Eduardo Alvarado y yo, una artículo que salió publicada el 14 de mayo del mismo mes, en  Diario JAEN. Eran las vísperas de la festividad de San Isidro Labrador, patrón de los agricultores.

    01 nov 2009 / 11:44 H.

    Enrique Tenorio llegó a esta tierra procedente de Alcudia de Guadix hace más de sesenta años, tierras del marquesado de Cenete. Enrique vivía en la calle Colonos, en una casa de cal y jardín, de agua y huerta. Es tiempo para el recuerdo y, así, nos decía que él salió un 12 de noviembre de 1944 con una yunta de bueyes y un carro. Nos contó que tardó cinco días en llegar a Andújar, Al final, trabajó como aparcero en el cortijo Requena, hasta que consiguió un lote de tierra de unas cinco hectáreas, una tierra dada a cincuenta colonos por el Instituto Nacional de Colonización, más la casa en el poblado de Los Villares.
    Enrique se casó, en 1935, con su mujer María, de la que enviudó. El matrimonio tuvo cinco hijos: Enrique, María, Josefa, José y Manuel. Sufrió y vivió la Guerra Civil, a la que calificó de desastre. Dedicó toda su vida al trabajo en el campo para poder sacar a su familia.
    “La vida
    —nos decía— es ahora una gloria”. Sus últimos años los pasó rodeado de los suyos, de sus hijos y nietos. Además, se entretenía con la radio y la televisión. Le gustaba mucho el fútbol, el flamenco y todo aquello que no pudo ver en su juventud. Juan Vicente Córcoles.

    Vicente Cruz hueso de Jaén
    “Te quiero muchísimo, gracias por todo”

    La verdad es que no sé por dónde empezar. Tengo tantas cosas que expresar que me faltará espacio para escribir. Empezaré por describir a una persona maravillosa como era mi padre. Se llamaba Vicente Cruz Hueso y nos dejó el 18 de mayo de 2005, a los 68 años, después de una larga vida de trabajo, ya que comenzó cuando sólo era un niño, a los 12 años.
    Él era una persona sencilla, humilde, cariñosa, amigo de sus amigos, buen marido y, por supuesto, un buen padre. Si hoy tengo una familia es gracias a él. Me enseñaste a valorar las cosas de la vida; me guiaste siempre por el buen camino; me ayudaste cuando lo necesité y muchas cosas por las que nunca te di las gracias, papá.
    Perdóname por no haber abierto antes los ojos. Me arrepiento de no haber pasado más tiempo junto a ti. La verdad es que cuando uno tiene veinte años no se da cuenta de que le queda mucha vida por aprender. Tengo 29 años y es tarde para recuperar el tiempo perdido.
    Tenías tanta razón, papá. Esta vida es muy dura, tanto que te jugó una mala pasada. No es justo que no estés con nosotros. No es justo que a las dos semanas de haberte jubilado —después de 53 años trabajando— un tumor cerebral te arrebatase la vida en seis meses. Todos los días me pregunto el porqué no te dejó Dios unos años más con vida para poder disfrutar de tu jubilación, de mamá, de tus hijos y de tus nietos, a los que no llegaste a conocer.
    Pero, a la vez, le doy gracias a Dios por haberme dado un padre como lo has sido tú. Siempre me hablabas con un cariño especial, me dabas confianza. Además, aparte de un buen padre, has sido un amigo. Dios no se llevó a una persona, si no a un ángel que se le escapó, hace 65 años, para querernos como jamás nos querrán.
    Los sé porque soy padre. Tengo un niño de tres años y, cada día que pasa, lo quiero más. Se llama Vicente, en memoria tuya. Qué menos puedo hacer. Le enseñaré como tú me has enseñado, lo cuidaré como tú me cuidaste, lo educaré como tú me educaste y haré que todos los años de su vida sean tan maravillosos como yo los he pasado contigo.  Aunque no estés con nosotros, sé que nos cuidarás, sobre todo, al pequeño, que es el que más lo necesita. Me gustaría terminar diciéndote dos ideas: gracias por todo lo que me has dado y te quiero muchísimo. Eres un ejemplo a seguir.
    Por cierto, no me he presentado. Me llamo José María y soy el pequeño de la foto. Espero poder abrazarte algún día.
     José María Cruz

    María Dolores anguita maeso de Jaén
    “Queremos ver que te has dormido”

    Este es el homenaje de la Congregación del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz y María Santísima de los Dolores a la madre de José Grillo Anguita, María Dolores Anguita Maeso, que falleció el pasado 3 de octubre, en Porcuna, a los 80 años: No queremos pensar en que te has ido a pesar del vacío que has dejado. Queremos sólo ver que te has dormido y que despertar del sueño te has olvidado.
    No queremos pensar en la tristeza ni el dolor en que nos has sumido: queremos disfrutar de la belleza que sólo con tenerte hemos tenido. Para tus hijos fuiste el gran pilar en el que siempre pudieron apoyarse. Infundiste en ellos tu bondad y siempre tuviste tiempo para amarlos.
    Para tu esposo fuiste un modelo, y ejemplar, pues él nunca ha dejado de adorarte y tú sabes que, aunque no vuelvas más, jamás por ello él podrá olvidarte.
    Para tus nietos fuiste la razón de un tierno amor que, como tal, culmina y ellos siempre sentirán en su interior la voz amiga de su fiel abuela. Para nuestra congregación no te has ido. Siempre estarás acompañada de tu hijo José, junto con nuestro Cristo de la Vera-Cruz y María Santísima de los Dolores. Fuiste un ejemplo de madre como nuestra Santísima, ejemplo que heredó nuestro compañero y miembro de la junta de gobierno, José Grillo, “amigo de tus amigos”.
    Nos has dado lo mejor que alguien puede dar a los demás: un espejo donde mirarnos, el de tus hijos.  Por eso, deseo que todos nuestros hermanos de la congregación y quienes la conociesen correspondamos a tanta entrega con abundantes oraciones por ella. Con cariño y con una vida cristiana coherente y virtuosa. Manuel Peñalver García, gobernador de la Congregación de la Vera-Cruz.

    manuela cabrera milla de Torredojimeno
    “La mejor concejal”

    Cuando recordamos a los que nos han dejado parece que idealizamos, pero sólo parece. Lo que pasa es que el sistema de relaciones humanas que hemos creado en esta nuestra sociedad es un sistema frío, distante, donde expresar los sentimientos que nacen de ver a un amigo, a un hombre o una mujer hacer algo destacable, no está bien cotizado. Esta es la razón por la que desgraciadamente, a título póstumo, es cuando manifestamos lo que sentimos y lo que pensamos desde lo mas profundo de nuestro corazón y esto no tiene por qué ir impregnado de melancolía y/o de pena.
    Mi amiga Manoli, una gran mujer, una buena persona, madre entregada en vida, la mejor concejal de Asuntos Sociales que jamás tuvo Torredonjimeno, nos dejaba, el otro día, de manera inesperada. No hay explicación, pero es evidente que deja un hueco irreparable a sus 3 hombres, especialmente, a su chico, como ella lo llamaba. No es menor el hueco que deja a su madre, de la que era su lazarillo y a su hermano Paco, del que era uña y carne desde la infancia. Con él lo compartía todo. Y a Mari, su hermana adoptiva, y a tantos otros…  Pero no es menos verdad que se ha ido una gran mujer tosiriana de adopción. Una mujer que no alardeaba de nada, a la que le preocupaban los demás.
    Todas las ocasiones que tenía de aprender y crecer como persona las utilizaba y las rentabilizaba al máximo. Fue una mujer que dejó cuatro años de su vida, muy duros, al servicio de los más desfavorecidos de su pueblo, de Torredonjimeno, para los que, si no tenía, buscaba, pedía y se movía para gestionar todo lo de los demás lo mejor posible. Destacó, entre otras cosas, por la gestión del albergue de temporeros. Se le felicitó desde distintas instituciones por las cantidades de comida, la calidad de limpieza y los recursos al alcance de los temporeros, inmigrantes casi todos, con un presupuesto muy ajustado.
    Su relación con los funcionarios fue magnífica. Ella gozaba hablando de ellos. Es justo mencionar su desinterés personal en su compromiso político. Destacó por ser la mas generosa del grupo andalucista, la que después de los avatares del grupo municipal, asumía responsabilidades. Era constante y perseverante cada día en sus compromisos públicos y era la que estaba en peores condiciones económicas. Pero también se llevó para siempre el cariño de todos los tosirianos de buena voluntad.
    Manoli, esta gran mujer, que nos deja tan pronto y no entendemos por qué, merece un felicidades. Merece que la recordemos por todo lo bueno que hizo. Ya no la tenemos, no podemos llamarla por teléfono, ni tomar café con ella, pero sí podemos tenerla como ejemplo, como referente del buen hacer. Como mujer que con su vida nos enseñó que vivir la vida de otra manera valía la pena… Gracias Manoli por lo que me enseñaste, por lo que compartimos.
    Charo Morales.

    carlos martínez esteban de Jaén
    “ Siempre con nosotros”

    Todos los jugadores son importantes en este club, pero hay algunos que dejan huella y Carlos, nuestro Carlitos, era alguien muy, muy especial. Le hemos visto crecer deportiva y personalmente, hemos compartido con él y con su familia, que siempre le ha acompañado, muchos momentos felices, de éxitos deportivos con nuestro club y con las diferentes selecciones. Pero, también, otros tristes y difíciles y Carlos siempre estuvo ahí, manteniendo el tipo, con un comportamiento ejemplar y exquisito en cada momento, haciéndose querer y respetar por todos: compañeros, rivales, entrenadores, seleccionadores… Además de ser uno de los jugadores con más proyección en su carrera deportiva, que se auguraba como muy prometedora, Carlos representaba los valores del deportista —respeto, esfuerzo, compromiso, afán de superación— que el Atlético Jaén quiere transmitir a sus jugadores. Era el modelo a seguir, el espejo en el que se podían mirar nuestros jugadores, el estandarte de nuestro club.
    De los diecisiete años de existencia del Atlético Jaén FC, diez los hemos compartido con Carlos. Seguro que será difícil no acordarse de él cuando veamos una camiseta del Atlético. Seguro que será difícil no acordarse de Carlos cuando veamos a nuestro número 10. Seguro que será difícil no acordarse de Carlos cuando veamos a nuestro capitán. Seguro que será difícil no acordarse de Carlos cuando marquemos y queramos dedicarle el gol o la victoria; seguro que será difícil no acordarse de Carlos cuando nuestro jugador de turno se acicale sus calzonas dando un tirón casi hasta las rodillas como hacía nuestro coqueto jugador una vez sí y otra también. Pero no importa, porque alguien muy sabio dijo una vez: “Una persona muere cuando ya nadie le recuerda” y esto no va a pasar con Carlos, porque siempre lo tendremos en nuestro pensamiento y nuestro club tampoco morirá porque siempre nos acordaremos todos los que hemos pasado por él.
    Todavía hoy, atenazados por la emoción, y aún bajo los efectos del shock y la impotencia que nos deja su desaparición repentina e inexplicable, su otra familia, la deportiva, la familia del Atlético Jaén, quiere fundirse en un abrazo con los suyos y decirles que siempre estaremos a su lado, que queremos seguir compartiendo con ellos su llanto y también, cuando el tiempo nos deje ir engañando al sufrimiento, su risa, porque Carlos, nuestro Carlos, aunque ya no pueda estar con nosotros físicamente, estará siempre, siempre en nuestro corazón y en nuestro recuerdo.
    Hasta siempre, amigo Carlos. De ahora en adelante, tu espíritu luchador y callado, tu sonrisa abierta y sincera iluminarán nuestros corazones y darán brillo a nuestros colores. Se ha ido el Carlos jugador, pero ha nacido el Carlos leyenda, una leyenda que desde ya permanece unida, imborrable y permanentemente, a nuestro club y al fútbol sala de Jaén.
    Pedro Hernández, presidente del Atlético Jaén
    en representación de todos los que estamos en el club.


    manuela armenteros rubio de Jaén
    “Miro hacia el cielo y te pido que me ayudes”

    Hace ya casi cinco años que no estás junto a nosotros y qué mejor día que hoy, “tu cumpleaños”, para recordarte y dedicarte unas palabras. Desde que nos dejaste, no ha habido ni un solo día que no me acuerde de ti. Es más, aún me pregunto por qué.
    Cada mañana, cuando salgo a la calle, miro hacia el cielo y te pido que me ayudes en el día a día. Me acuerdo de todos los momentos de risas y bromas que pasé contigo, como siempre estábamos tú y yo. Aún me parece que fue ayer.
    Todavía te quedaban muchos acontecimientos que me hubiera gustado compartir contigo, como el nacimiento de cada uno de mis hijos, tus biznietos. Cuando llegó Claudia, justamente el mismo día, pero un año después de que tú nos dejases, me di cuenta de que quisiste que ocupara el vacío que nos dejaste y que recordáramos ese 5 de febrero de una manera distinta.
    Parece casualidad, pero no. Yo sé que quisiste que fuera ese día cuando ella viniera al mundo. Ahora sé que estás entre nosotros. Te noto tan cerca que hasta me pregunto si quieres decirme algo.
    Estoy seguro de que, allá donde estés, te encuentras a gusto y que estás rodeadas de otros seres tan queridos, como mi madrina Elena, a la que no pude conocer por no tener conocimiento con sólo un año y con papá.
    Bueno, mamá, te desviviste por cada uno de tus hijos y tus nietos y ya que no puedo gastarte más bromas de esas que a ti tanto te gustaban, qué menos que agradecerte todo lo que as hecho por nosotros.
    Tú siempre fuiste una esposa, madre y abuela ejemplar. Siempre estuviste pendiente de cada uno de nosotros y de nuestros problemas. Aunque la vida te ha dado duros golpes, siempre supiste cómo salir hacia delante. Ahora sé que, aunque no los has conocido, estás muy orgullosa de tus tres biznietos y que, cada día, estás con ellos. Eres su ángel de la guarda y me siento tranquilo cuando los veo porque están protegidos por ti.
    Bueno mamá, sólo quería dedicarte unas palabras para recordar, una vez más, a una persona tan sencilla y querida por todos como lo fuiste tú.
    Aunque vayan pasando los años, te seguiré recordando como hasta ahora. Los tres biznietos que tienes sé que son tres ángeles que tú has mandado para que lleven alegría a nuestras vidas.
    Me despido de ti, diciéndote  que puedes estar orgullosa de todo lo que has hecho en la vida y de cada uno de nosotros que, aunque no te veamos lo que quisiéramos, permaneceremos unidos, tal y como tú siempre has querido. Felicidades mamá. Manuel Gámez Cantero.