Hasta siempre
Inmaculada Moya Millán de Jaén
“Una persona maravillosa, única e irremplazable”
Después del tiempo que ha pasado, no te olvidamos. Seguimos disfrutando del recuerdo de tu mirada llena de alegría y bondad. Aunque ahora ya no estés, recordamos tus acciones, tus risas y tu alegría.
Nos acordamos de tu generosidad y tu preocupación por los demás. De tu humildad y de tu sensibilidad.
Todos disfrutamos de ti, unos más y otros menos, pero dejaste huella en todos los corazones.
“Una persona maravillosa, única e irremplazable”
Después del tiempo que ha pasado, no te olvidamos. Seguimos disfrutando del recuerdo de tu mirada llena de alegría y bondad. Aunque ahora ya no estés, recordamos tus acciones, tus risas y tu alegría.
Nos acordamos de tu generosidad y tu preocupación por los demás. De tu humildad y de tu sensibilidad.
Todos disfrutamos de ti, unos más y otros menos, pero dejaste huella en todos los corazones.
Cuando te fuiste, te llevaste una parte muy importante de nosotros contigo. Además de una amiga, hija, sobrina, eres, ante todo, una persona maravillosa, única e irremplazable.
Te echamos de menos, por supuesto, pero, ante todo, te recordamos como una persona que nos dio cariño y afecto cuando lo necesitábamos.
La llama que dejaste en nuestros corazones seguirá viva e intensa, aunque pasen por ella fríos vientos de amarga tristeza.
Desde el momento que entraste por la puerta de la clase, supimos, nada más que por tu sonrisa, que serías una buena amiga y compañera. Y no nos equivocábamos.
Contábamos siempre contigo, y eras capaz de dejarlo todo, incluso la diversión y la fiesta, por ayudar a alguien, por muy pequeño que fuera su problema.
Muchas veces nos enfadábamos contigo por cosas sin sentido, pero tú siempre estabas dispuesta a perdonar a un amigo o una amiga.
El haberte conocido nos ha hecho ser un poco mejores como personas. Gracias.
Con cariño, de tus amigos y amigas del Instituto de Enseñanza Secundaria Jabalcuz.
Por María Oviedo Moya, María Garrido Gutiérrez y Clara Fernández Marín
Restituto Martínez Rascón de La Carolina
“Un año más, Resti, tu pueblo se viste de gala en la feria ganadera”
Querido amigo Resti: Un año más llega la feria, el vigésimo séptimo. Ya empiezan las carreras, de acá para allá, los remolques, Ponce dando portes. Ya estamos, un año más. Un año más, amigo, vamos a enseñarle a este pueblo que somos buenos ganaderos y que tenemos “buen hacer”. Un año más, nos vamos a enorgullecer cuando un señor con su garrota, que quitó las ovejas hace veinte años, diga al pasar por un corral de nuestra feria, que es el mejor carnero que ha visto nunca. O cuando veamos tus ovejas con borregos pequeñitos hacer las delicias de los más pequeños y hacerles sentir que forman parte del todo, que forman parte, porque todos formamos parte de este bello pero injusto planeta.
Un año más, amigo Resti, tu pueblo se viste de gala, inaugura su feria y abre las puertas de su fiesta ganadera que, con gran orgullo, seguimos apoyando todos nosotros, tal y como nos has enseñado todos estos años, durante los que has luchado de forma incansable porque siguiese adelante. Es un legado que nos has dejado, el cual seguimos, como sabes, con gran esfuerzo. Un año más, podemos encontrarnos los viejos amigos, gracias a tu esfuerzo y al de compañeros tan representativos como Mariano Alarcón.
Cada vez tenemos más participantes, procuramos cuidarlos mucho. Sin ellos no sería posible todo esto. Cada vez hay una apuesta mayor por la feria. Vienen ganaderos de todo el país, que, con ilusión, traen sus animales a exponerlos a nuestro recinto.
Este año hemos hecho algo importante por la feria de nuestra comarca, y no podía ser otra cosa que dejarle un nombre al recinto ganadero. Qué nombre mejor que el tuyo.
Y gracias a que has creído firmemente en que el asociacionismo es la única y mas válida herramienta de lucha, y que te has mantenido incansable, con valentía y orgullo, aquí seguimos, porque, como tú bien dices: “Lloviendo, no puede con nosotros ni el Gobierno”.
Cómo se nota que ahora, ahí arriba, estamos recomendados. Menudo año de agua, querido amigo. Corren los arroyos, se han llenado pozos que llevaban años sin agua, aunque la primavera ha venido algo seca, vuelven ahora las lluvias, a mejorar las umbrías y la sierra.
Nosotros seguimos igual, con muchos problemas. Nuestros corderos se venden igual que hace 30 años y la Administración no encuentra ninguna solución para nosotros. Promesas de desarrollo rural y de asentar a la gente en el campo, pero la crisis, dichosa crisis, nos pesa como una losa, y no permite que nada se haga realidad.
Los papeles nos tienen inquietos, la normativa a cumplir es demasiado complicada y hay un sentir en el sector algo pesimista. Pero seguimos en la lucha, estamos agrupados, unidos, y tirando hacia delante, porque hacemos lo que más nos gusta, cuidar de los animales, de nuestras razas y del campo. Cuidar la mayor herencia que podemos dejarle a nuestros hijos.
Con la producción ecológica, queremos encontrar una vía de solución, hacer lo que hemos hecho siempre, pero “con papeles”, y ser nosotros los responsables de la venta del producto. Pero aún queda mucho camino por recorrer, los mercados son complejos y no faltan las dificultades.
Por Juan Pedro no te preocupes, pues está dando la talla como ganadero, y tiene el apoyo de toda tu familia.
Ya tienes en tu finca las Berrendas, y ya estábamos preparando la ruta para traerlas a la feria, pero a última hora nos dijiste que no las traes, que mejor dejarlo para el año que viene, y así Juan Pe, puede hacer una mejor selección, y traer un lote inmejorable, que arrase con todos los premios.
Pero te echamos de menos; seguir sin ti, es muy difícil. Sin tu objetividad, tu optimismo, tu arbitrariedad ante las situaciones, está siendo duro. El Super necesita tu entusiasmo diario, y el Malandra tus consejos.
Así, se nos ocurrió instaurar estos Premios, unos premios con tu nombre, que es el que representa esa labor de tesón y trabajo por y para el sector extensivo. Así, pensamos que debíamos reconocer la labor de todas las personas que, a lo largo de estos años, desarrollen labores de defensa y desarrollo en este sector, como lo has hecho tú toda tu vida.
Esperamos hacerlo todos los años, pensamos que lo que más necesita el sector es dignidad, es creerse que lo que hace es un bien social, y que sin él no sería posible el desarrollo de la especie humana.
Este año es para ti y para tu familia, para darte las gracias por todo, por los valores y la filosofía de vida que has mantenido, y por darnos un ejemplo a seguir.
Desde hoy, todos los aquí presentes nos comprometemos a no defraudarte nunca y que lo que está puesto en marcha, continúe adelante.
Un fuerte abrazo, y hasta el año que viene.
El sector ganadero de Sierra Morena
Carta leída a Restituto Martín Rascón, durante el homenaje celebrado esta semana.
Enrique Muro san Martín de Madrid
“Que no se pierda tu influencia será mi objetivo”
A nuestro compañero, y para mí amigo Enrique Muro San Martín. “Ya tenía yo ganas de un jefe inmediato como tú.” Y lo sabes, te lo hice saber. Después de aquellos tiempos aciagos en televisión, volví a esta mi casa, a Radio Libertad. De nuevo, me sentía bien en el entorno laboral, con Carmen Lovelle, Pilar Muñoz y con todos mis compañeros. Qué curioso, incluso, aún hoy, me sigue alegrando saludar al conserje cada día. Y como las cosas también pueden mejorar a pesar de lo que diga la “Ley de Murphy”, apareciste tú, Enrique, como director adjunto de esta casa. Mi jefe inmediato, como solía llamarte. Poco a poco, entablamos una cierta amistad. ¿Recuerdas el verano pasado, cuando bajábamos juntos a comprar aquellos bocatas, como si de un ritual se tratase? ¿Sonríes? Yo también.
Hay personas que pasan por nuestra vida aportándonos algo, que nos descubren algo. Ese tipo de personas que cambia un poco nuestra percepción del mundo. Es este tu caso. Durante una de nuestras charlas, a veces muy trascendentales, me hablaste de un libro, de una teoría que te encantaba, toda una visión casi transgresora de la Historia de la Humanidad: “El Duodécimo Planeta”, de Zecharia Sitchin. Al momento, buscamos una librería cerca de la radio y me compré el libro. Estabas muy contento, y entonces me dijiste: “Bienvenido”. A partir de ahí, solíamos bromear llamándonos cosas como Anunnaki. Quien te haya conocido, puede entender lo que estoy diciendo, lo mucho que significaba para ti aquello que la gente llama “lo desconocido”, el “Más Allá”, los OVNI. Gracias a ti recuperé esa misma pasión que me acompañó durante la niñez. Siempre enamorado de estos temas, me pediste que entrevistara a tu amigo parapsicólogo Santiago Vázquez, y, así, os confié un secretillo a los dos; algo precioso y extraño que me ocurrió a raíz de la muerte de mi adorada madre. Algo que he compartido con muy pocas personas. Quién sabe si ya la habrás visto. Si os habréis encontrado. Cuántas respuestas a lo desconocido tendrás ahora. Cuántas respuestas para darme. Enrique, si puedes, ¿tú también me harás una señal desde donde estés? Sé que tú entiendes estas cosas.
Hace unas semanas pusiste sobre mi mesa la noticia que hablaba de una tercera vía en cuanto a los pobladores de la Tierra hace 40.000 años: “La Mujer X”. Puntilloso y científico como soy, te pregunté que qué credibilidad le dabas: “Bueno, podría tener que ver con las teorías del libro de Sitchin”, y me sugeriste recuperara ese tema para “Eureka libros”. ¡Me encanta compartir estos micrófonos contigo! Íbamos a hacer un especial tú y yo; otro, juntos, esta vez acerca de ello. De hecho, estos días estoy inmerso en la lectura de uno de esos libros de Sitchin, preparándolo. El especial se hará, que no quiero que te enfades, y en tu honor.
El miércoles 31 de marzo te vi por última vez. Como no nos despedimos, ya que estaba en directo, y te ibas a Jaén con tu amada Auri, pensé en mandar un sms para desearte una feliz Semana Santa en su compañía, pero tampoco quería molestar. Al final, me decidí y te envié el mensaje. ¡Cuánto me alegro! Te fuiste la madrugada del Domingo de Resurrección, y me pregunto si fecha tan señalada, y con lo volcado que estábas también en temas religiosos, ha de tener un significado adicional para mí, para todos nosotros. En cualquier caso, hay una extraña belleza en ello. ¿Ver para creer, o creer para poder ver?
Por último, recuerdo que a veces me preguntabas si se notaba tu trabajo, si había mejorado la radio, y mi respuesta, sabes que, con mi aire filosófico, era que sí, que sin duda, mucho y para bien. Que no se pierda tu buena influencia; será uno de mis objetivos aquí, y a ti te lo dedicaré, con una enorme sonrisa.
Por Miguel Ángel Fernández del Valle y foto de Enrique Hernández
Josefa Castillo Huete de Jaén
“Gracias por ser parte de mi vida, de mi familia y por haberme enseñado tantas cosas”
Gracias. Es lo primero que me viene a la cabeza cuando pienso en ti. Gracias por ser parte de mi vida, de mi familia, por haberme enseñado tantas y tantas cosas, pero, sobre todo, una: la discreción. Siempre has estado, pero detrás, preparando las cosas de la casa, cuidándonos a mi hermano y a mí desde pequeños y nunca en primera fila. No te gustaba hacerte notar ni salir en las fotos. Sin embargo, no tengo un recuerdo de mi infancia en que no estés tú.
Tu vida no ha sido fácil. Naciste en 1920 y te cogió la guerra cuando eras una jovencita, sólo tuviste una hija —mi madre— porque muy pronto perdiste a Antonio, tu marido. En aquellos años de la posguerra no estaban las cosas fáciles para una viuda joven y con una hija y, poco tiempo después, perdiste a tu madre, cuando aún era joven. Desde entonces, tu vida se convirtió en lucha para sacar a tu hija adelante. Cuando ella se casó, te quedaste con ella y seguiste ayudando, colaborando en la casa, sobre todo, cuando nacimos los nietos.
Nos cuidaste, y junto con mi madre, nos enseñaste a rezar, nos llevaste al cole por primera vez: ese día de llanto, en el que yo le pedía entre lágrimas a una señora que te buscara para que vinieras a por mí y que cuatro años más tarde repetiste con mi hermano pequeño; él fue más atrevido que yo y se escapó del colegio.
No se puede contar toda una vida en pocas líneas. Es imposible resumirla, por rápido que se nos pase. Tus últimos tiempos han sido de sufrimiento, de enfermedad, cuando el temido alzhéimer te robó tus recuerdos. Pero no pudo con los nuestros. Nosotros sí sabíamos quién eras, aunque tú no te acordaras.
En este tiempo, no nos conocías, pero sí nos amabas. Te sentías querida por los que estábamos contigo, sobre todo, por tu única hija, que ha vivido estos últimos cuatro años pegada a ti, pendiente de ti, con la inefable ayuda de su marido, mi padre, que también ha estado con ella al pie de la cruz, ayudándola, ayudándote, queriéndoos a las dos y a los que tú correspondías con tus sonrisas y, a veces, con tus lágrimas. Y al final, tal y como yo te recuerdo, te has ido, sin hacer ruido, tal y como le pedías a San José cuando rezábamos el rosario juntas, aquellos viernes antes de dormirnos. Te has ido apagando poco a poco, en paz, tranquila y discretamente, tal y como has vivido.
Que Dios te bendiga, abueli. Dale un besazo al abuelo Antonio, al que ya habrás visto.
Te quiere siempre. Tu nieta.
Por María Dolores Vacas Martínez