Hasta siempre

Rafael López Vargas de Huesa
Una persona que dejó una profunda huella

A mi amigo de colegio y de vecindad, sí, para ti, Rafa. Nacemos para vivir, por eso el capital más importante que tenemos es el tiempo, es tan corto nuestro paso por este planeta que es una pésima idea no gozar cada paso y cada instante, con el favor de una mente que no tiene limites y un corazón que puede amar mucho más de lo que suponemos.

    16 dic 2012 / 10:57 H.

    Aunque muchos nunca entendamos por qué está mandado que la gente tenga que marcharse tan pronto, nos resistimos a que eso sea así. Pero cuando llega ese fatídico momento, nos volvemos, espesos para comprender que la naturaleza tiene cosas así de fuertes y que nadie, nadie, puede evitarlas por mucho que nos empeñemos en buscarle explicación a todo. Mi más sincero reconocimiento a una persona que, a pesar de su estancia entre nosotros tan corta, ha dejado huella. Descanse en paz.
    Por Ángel Padilla Romero,
    de Huesa


    Antonio Zamora Matas
    de Jaén

    Fuiste un ser excepcional ¡Hasta la eternidad, papá!
    ¡Hola Papá! Parece mentira, pero ya han pasado diez años de aquella fatídica tarde de agosto. ¡Vaya faena, papá! ¿Por qué no pudiste esperarme? ¿Por qué te fuiste sin permitir que te pudiera dar la mano? ¿Por qué? ¿Por qué?... Hay tantos porqués, que llega un momento en la vida que esto es así para todos, como dicen por ahí, unos vienen y otros van. Bueno, dejémonos de recuerdos lejanos y centrémonos en el ahora.
    Por aquí han pasado muchas cosas: infartos, neumonías, partos peligrosos, depresiones, dolencias cardíacas. En fin, ¡qué te voy a contar que ya no sepas! Pero de una forma u otra vamos saliendo. Mamá está como siempre, con sus achaques, lleva muriéndose seis años, pero no hay quien la doble, ja, ja. No, en serio, lleva diez años sin ser la misma. Tu gorda ya no lo está tanto. Tu Antonio, con trabajo fijo, gracias a Dios. Tu Cuqui está más gordeta y es una experta cocinera, pero con el mismo carácter de siempre. Los nietos, el mayor, con carné y coche y mucho genio y los seis restantes son casi todos iguales, con dos o tres dedos de diferencia. ¡Ahhh! Y los yernos, iguales, con más arrugas y más quisquillosos. Ahora me toca a mí. Soy feliz con Dani, vivo con mamá y ella conmigo, tengo dos soletes. Mi Rocío es preciosa, es muy fina, tiene culo brasileño y es una cotilla; en eso se parece a mí, lo quiere pillar todo, aunque algo se le escapa, es inteligente y responsable, en fin, un portento, habrá que atarla en corto. Mi Daniela es un diablo, es guapísima, se parece a mamá, y tiene un pico que flipas. Algunas de sus perlas son “chodina”, “tabliet”, “sentista”… y muchas más. Las quiero con locura y ellas a ti, porque, que te quede claro que, desde el día que faltas, has estado presente en todas y cada una de las etapas de su vida. Hablan contigo, te compran flores y el día de tu cumple te cantan cumpleaños feliz.
    Bueno, gordo, ¿y tú, cómo andas? Espero que bien, porque te lo mereces. Has sido la mejor persona que he conocido en mi corta vida y la huella que has dejado en mí no la puede superar nadie, papi, porque te fuiste muy pronto, me has hecho y me haces mucha falta. Te echo muchísimo de menos, me acuerdo de ti cada minuto del día y sueño contigo cada noche. Creo que todavía no he superado tu inesperada “huida” y me encuentro muy sola. Todo lo que hago y veo me recuerda a ti. Ha habido momentos en los que me he planteado ir a visitarte, pero mis niñas me frenan. Tu risa, tus canciones, o mejor, tus versiones, tus tangos, tus cabreos… Todo eso se echa mucho en falta, pero no se puede hacer nada, solo esperar. Eres bajito, pero tu personalidad traspasa barreras, porque es única. En ti se cumple al dedillo lo de “genio y figura hasta la sepultura”. Para todos los que dicen, ¡qué lástima! ya es como si no hubiera existido, le diría que si te hubieran conocido no pensarían eso, porque te queremos y te sentimos como si estuvieras aquí.
    Hay días que me faltan tus masajes en la barriga y otros me faltan las peleas por comerte el “moño” de mi bocadillo. ¿Te acuerdas?. Papá, el único consuelo que me queda es que te tengo conmigo, en casa, y sé que tarde, muy, muy tarde, volveré a verte. Espero que la casa que estés construyendo sea una casa bonita para nosotros, pero, por favor, con calefacción. Me despido con el deseo de que cuides de nosotros porque eres nuestro ángel de la guarda y también con la esperanza de que la gente que te conocía y lea esto, sepa que eres un ser excepcional en todos los aspectos de tu vida. Te quiere y te añora tu hija.
    Por Rocío Zamora Montero,
    de Jaén


    RalpH Winston Fox
    de Halifax (Reino Unido)
    “Un poeta comprometido muerto en Lopera”

    El próximo 27 de diciembre se cumplirán 76 años de la muerte en Lopera del poeta, novelista, historiador social, periodista, traductor, político y brigadista internacional Ralph Winston Fox. Formado en la Universidad de Oxford (Inglaterra) en lenguas modernas, se identificó con los movimientos políticos socialistas y comunistas después de una estancia en la Unión Soviética, en 1920, donde comprobó los efectos de la recién nacida revolución rusa. Fue cofundador del Partido Comunista de Gran Bretaña.
    Convencido de que el fascismo supondría en todo el mundo la muerte de la libertad de pensamiento y de la literatura, viajó a París en el verano de 1936 y se alistó en las Brigadas Internacionales a través del Partido Comunista de Francia para luchar en la Guerra Civil Española. Al llegar a España a finales de año se le destinó a formación y concentración en Albacete y le fue asignada la XIV Brigada. Ralph Fox actuó como comisario político adjunto del doce batallón de la XIV Brigada Internacional, conocido por “la Marsellesa” y que tras la Batalla de Lopera librada en la Navidad de 1936, se cambiaría por el de Ralph Fox. Eran las 11 de la noche del 27 de diciembre cuando Fox fue herido de muerte a los 36 años en un acto de apoyo desinteresado a sus compañeros. Al no disponer de enlace telefónico había que llevar en mano un mensaje a una avanzadilla de ingleses situada en una posición difícil. Se trataba de mejorar el emplazamiento de una ametralladora, para lo cual había que atravesar una zona de mucho fuego enemigo. Fox sabía que era una tarea difícil, pero a pesar de esto se presentó voluntario para llevar el mensaje. Bien entrada la noche se encomendó a un soldado que recuperara la documentación y objetos personales de Fox. Dio con el cuerpo, cogió de sus bolsillos un cuaderno de notas y una carta que había recibido. Así quedó certificada la muerte de un luchador por la libertad. Su cuerpo allí quedó junto a otros tantos en los alrededores del Cerro Calvario de Lopera. Su ciudad natal Halifax lo sigue recordando cada Navidad con un sencillo homenaje en torno a un humilde banco de madera con una pequeña placa descolorida por el paso de los años, que recuerda a este luchador de la libertad y que sirve para que amantes de la poesía y de la libertad pasen sentados en él largas horas leyendo los poemas de este inglés que entregó su vida por la causa de la República española. En Lopera también se le recuerda con el Monumento a los Poetas Ingleses ubicado en el Pilar Viejo.
    El conocido escritor y compatriota suyo, Stephen Spender, le dedicó el poema “Caída de una ciudad”, donde llegaba a compararlo con Federico García Lorca:
    “Todos los nombres de héroes en la sala
    donde tronaron los pies y las gargantas
    de bronce rugieron.
    Reclamando a Fox y Lorca como historia
    en las paredes,
    están ahora furiosamente tachados
    o su oro se rinde ante el polvo
    del elogio excluido”…
    Por José Luis Pantoja, de Lopera

    Ángeles Fernández Armenteros
    de Alcalá la Real
    “Fuiste una esposa y una madre ejemplar”

    Me fijé en el rayo de luz con motivo de asistir a la despedida de la madre de un amigo en la parroquia de Santa María la Mayor. Este haz luminoso se dirigía desde el gran ósculo del coro alto de la iglesia del exconvento de Nuestra Señora de Consolación hacia el crucero de la iglesia, donde iluminaba el féretro que contenía los restos mortales de Ángeles Fernández Armenteros, la madre de mi amigo Paco Rosales. Aquel templo envuelto en la penumbra se veía sorprendido por un resplandor permanente durante aquellos momentos finales de las exequias fúnebres que coincidían con las cinco de la tarde. Imaginaba interiormente, repensaba, en los misterios de las labores constructivas de otros tiempos para fijar algún objeto litúrgico e imagen.
    Y ¡cuál fue mi sorpresa! que su hijo, oficiando la misa un día después, le dio un contenido iconológico a esta circunstancia de la naturaleza que hacía referencia a la concomitancia de los rayos  con una interpretación de la “lux aeterna” que ilumina, pero nos ciega a la hora de entrar en la morada o casa del Padre.
    Y, ¡mira qué causalidad!, han caído en mis manos estos versos del poeta baezano Alonso de Bonilla (siglo XVIII): “Es un misterio tan remoto/ a las humanas ideas,/ que no sin misterio de Dios,/ lo introduce por su lengua./ Este es misterio de triunfo, porque vence, triunfa y lleva, cautivas en la ignorancias/ todas las inteligencias./ Es un misterio de luz, y tan de luz que es de tinieblas,/ pues la luz inaccesible/es noche a la vista nuestra.”
    En verdad que este poeta jiennense me ha aclarado muchísimo sobre esa vivencia esencial de los cristianos que a veces nos cae como agua de mayo en los momentos del paso peregrino ante la visión cristiana de Dios. Aún llena de un brutal conceptismo, me imaginaba a Ángeles, una mujer sencilla, humilde y laboriosa, en este momento culmen de su vida, en el que no hay palabras para explicarlo. Es una auténtica paradoja, pues la luz inaccesible es noche a la percepción nuestra. Tan solo, con estos versos, llenos de figuras literarias, podría aclarar que es el propio Dios quien descubriría el misterio que esta mujer había aprendido desde su niñez en medio de una familia ejemplar: su padre, Miguel, fue uno de los mejores albañiles que levantó muchos edificios modernistas y regionalistas de la ciudad de Alcalá la Real y de otros rincones de Andalucía, como Torremolinos, Priego o Villanueva del Arzobispo. Ese misterio del que recibía sabias y cercanas lecciones de la boca de su hijo, sacerdote en las parroquias de Villanueva o del Salvador de Jaén. Esa luz que es tiniebla, obnubila, pero reconoce el ejemplo de vida y entrega de una ama de casa y madre de familia que rebosaba generosidad y cariño con todos los miembros de su familia y en todas las tareas que emprendía. Sus manos sabían manejar sabiamente ese mundo del trabajo de la costura, olvidado en los hogares del siglo XXI, mansiones del usar y tirar; y que, con el ejemplo de las madres de siglo XX, se nos vienen a la mente aquellas mujeres hacendosas, dispuestas a acompañar, como Ángeles, a las faenas complementarias de la agricultura, afanarse por el mantenimiento y sustento familiar y participar intensamente en la primera guardería infantil sin necesidad de dejar a sus hijos en manos de otros. Es verdad que era una opción obligada, pero ellas lo hicieron con el mayor cariño del mundo. Soñaron con el porvenir de sus hijos; se desvivieron para que alcanzaran un mejor estatus social y se sacrificaron para que pudieran disponer de los medios e instrumentos que acrecentaran su formación —muchos de ellos rompieron con la cadena agraria de las familias de la Sierra Sur—. Por eso, esa luz que ciega y no podía captarla a lo largo de la vida, se anunció aquella tarde en forma de parábola, pues es la misma que comprobó con su pandilla de la mocedad —de las que quedan solo Encarna Heredia y Ana Rosales— mediante una formación religiosa sencilla, casi como la del carbonero, pero con una entrega total de amor hacia sus hijos —en esta familia Paco y Loli— y hacia su marido Manuel.
    Esa luz que le otorgó la gracia de sus hijos y nietos y, entre ellos, un servidor del Señor. Por eso, me vienen las palabras de un exégeta de Bonilla. “Esa luz es inaccesible para nosotros, la luz total no puede ser “entendida” por el hombre, que se engolfaría, se subiría en ella y no terminaría de captarla. Por eso, es noche a la vista humana. Esto es puro conceptismo”.
    ¡Qué suerte, amigo Paco, tuviste en captar ese rayo que iluminó el alma de tu madre, aunque te deslumbrara! Fue una parábola conceptista, pero certera y real.

    Por Francisco Martín,
    de Alcalá la Real



    José del Barco Pajares de Peal de Becerro
    “En Peal todos te recuerdan y aprecian”

    Sirvan estas líneas de merecido homenaje a José del Barco Pajares, pealeño de nacimiento y de corazón. Ha fallecido a los 54 años de edad víctima de un cáncer, del que no se tuvo conocimiento hasta hace poco menos de un mes, cuando trabajaba con normalidad en la cooperativa como lo venía haciendo desde hace treinta años, desconociendo la horrible enfermedad que engendraba.
    José ha estado presente en casi todos los sectores y siempre desde le humildad y el trabajo. Deportes, agricultura, política... todos en Peal lamentan hoy su pérdida. Una vida dedicada a hacer progresar la Cooperativa Nuestra Señora de la Encarnación, siempre recordado como el gran presidente del Tugia de los noventa, llegó al Ayuntamiento, donde pudo demostrar también su valía como concejal y teniente de alcalde. Lleva dos clubes en el corazón, el Tugia y el Real Madrid, a buen seguro que sus paisanos rendirán esta tarde un bonito tributo en el encuentro Tugia-Santisteban. En la fotografía se puede ver a un joven José del Barco, en el año 1991 (en el centro de la imagen) con sus jugadores antes de un encuentro de Regional Preferente.

    Por Nicolás González,
    de Peal de Becerro