Hasta siempre

SHEYLA ARIADNA MARQUÍNEZ CEVALLOS, de Cantón El Carmen (Ecuador). Adiós, mi nena

Hoy se cumple un mes, Sheyla, de tu sensible partida, mi nena, y en mi pecho se oculta una pena; en mi alma, una gran condena; en mi corazón, una inmensa tristeza, y en mis manos, una soledad eterna. Mis ojos no pueden disimular mi llanto; mi boca quiere seguir tu nombre pronunciando; mis pasos quieren seguir los tuyos buscando; mi olfato quiere tu aroma disfrutar; mi vida quiere tu vida a su lado; mis rasgos demuestran la tristeza que has dejado hoy. Pues es duro enfrentar la vida, hoy que te has marchado.  Pues toda mi alegría se ha ido a tu lado y mis sentimientos los siento apagados.  Solo una honda pena, que parece eterna, Y que creo que nunca se irá de mi lado,  Pues tu ausencia duele tanto que no es fácil decirte adiós, mi bello ángel, mi tesoro adorado.
Tu madre

Te recordamos mucho, tu madre y tu tía, mi pequeña niña. Ya nada es igual sin ti. Que sepas que te tenemos presente y que ningún día es igual a otro sin ti. Te querremos siempre.
Tu tía Loli


MANUEL FUENTES JIMÉNEZ, de Alcalá la Real. Un hombre que ayudó a hacer de Alcalá un sitio mejor

En los años sesenta del siglo pasado, se puso en marcha un fuerte impulso cooperativo en la comarca de la Sierra Sur. Es verdad que hubo intentos anteriores, sobre todo en las sociedades cooperativas del mundo del aceite, como la Cooperativa Nuestra Señora de las Mercedes, cuya fundación     se remonta a principios del mismo siglo. Pero, gracias al movimiento desarrollista de estos años, proliferaron nuevas cooperativas del mundo del olivar en todos los rincones, incluso en casi todas las aldeas, sustituyendo al anterior mundo de las almazaras privadas; en el mundo del metal, nació la Cooperativa de San José Artesano, que subsiste hasta hoy día; y en la construcción, entre otras destacaron la Cooperativa Alcalaína y la Cooperativa de Santo Domingo de Silos.
Aquellos hombres que emprendieron esta empresa común, lo hicieron pensando en mejorar su futuro compartiéndolo con otras personas de su mismo oficio y llenos de las más grandes ilusiones; esperanzados en que podían crear una escuela de formación permanente y plantar las bases para que sus hijos siguieran en esta cadena de amor al trabajo transmitido; y, así, hubo muchos los que fueron dejando el puesto de socio del trabajo colectivo en ellos; en muchas ocasiones se vieron traicionados por el mundo del negocio que no perdona las buenas intenciones del trabajo solidario y los dejó a los pieles del los caballos con las ingratitudes del azar económico (faltas de pagos, aplazamientos, usura…). Y, esto dio lugar a que desaparecieran muchas de ellas. Pero la Cooperativa de la Construcción Santo Domingo de Silos se mantuvo con el ancla echada en tiempos de tranquilidad, en periodos de crisis y en los vendavales del desánimo social. Supieron adaptarse a las circunstancias y eran ejemplo de calidad en el mercado laboral para atraerse los contratos públicos y privados. Esto fue fruto de muchos hombres, que son, comparten y pueden siempre escribir una biografía colectiva, entre ellos se encuentra Manuel Fuentes Jiménez, un hombre siempre con la sonrisa en la cara, a pesar de que por naturaleza como decían los romanos labor “improbus est” (¿recuerdas Olga cuando te lo comentaba con Virgilio?), siempre dando optimismo a los que le rodeaban y amante del trabajo bien hecho y perfecto como no hubo igual. Lo recuerdo en muchos tajos compartidos por circunstancias de mi paso por la vida pública: Paco, como artesano esmerado del ladrillo edilicio y yo, como circunstancial servidor de lo público. Me lo encontraba trabajando con mimo en las obras públicas de la fortaleza de la Mota o de otros edificios catalogados de la ciudad, que se les habían adjudicado mediante contrata pública; en la construcción de las nuevas escuelas que se llevaron a cabo con motivo de las reformas educativas; siempre tendré el agradecimiento de su ilusión puesta en que el ferial de Alcalá la Real acabara para el tiempo propuesto, en el polígono industrial..., y tantas otras en las que ha intervenido como sujeto actante esta cooperativa.
Ya alejado de las lides públicas (beatus qui procul negotiis) lo vi por última vez trabajando con esmero y tratando el duro granito del solado de nuestro parque de los Álamos, con el fin de que encajaran todas las piezas de ese puzzle que recorremos y disfrutamos diariamente todos los alcalaínos. Fue su última obra, sin él quererlo. Quería certificarla con el sello máximo de calidad y ser su testamento de su paso por el mundo de la construcción. Y, sin esperarlo, le vino el hachazo traicionero en el momento que bajaba la cima de la montaña en el inicio del paseo de la jubilación enormemente ganada. Me alegraba verlo en el paraje de la Fuente del Rey con su mujer, hijos y nietos.
Paco fue un hombre que ha representado extraordinariamente este mundo cooperativo; y, por lo tanto, entusiasmado por ser constante en la tarea del trabajo colectivo, de lucha por la adversidad, de amor a los suyos hasta tanto que se dejó la piel, día tras día, para que tuvieran las mejores circunstancias profesionales y las de sus hogares. No dio descanso a su cuerpo, incluso cuando terminaba la tarea del trabajo reglado, su inquietud la prolongaba tras ella y en sus merecidas vacaciones.
En su persona, se concreta el premio Hércules de Alcalá la Real, otorgado a la cooperativa o los muchos alcanzados por esta en el ámbito provincial como la bandera de Andalucía. En su persona, se define un trabajador modélico que fue fiel a sus compañeros y a su familia (su mujer e hijos). No te merecías, con esta muerte repentina, este pago, tú, que habías contribuido tanto a construir una Alcalá mejor, y ahora te correspondía disfrutar el trabajo que había salido de tus manos.
Por Francisco Martín, Alcalá la Real

 

Antonio Ortiz Carrillo, de Jaén. Te fuiste rápido

Papá te fuiste en el silencio de la madrugada, no lo podíamos creer que fuese tan rápido, esa maldita llamada el 17 de marzo, para darnos la peor noticia, cómo no de tu inseparable hija María del Carmen, que ha sacado fuerzas de no sé dónde, todo lo que ha pasado, Dios mío qué entereza; ya sé que no he cumplido con lo único que me pediste pero no se me ha olvidado, lo haré no te defraudaré. El año pasado por este día celebramos  vuestras Bodas de Oro, dijimos que este año nos volveríamos a juntar en el mismo sito y celebrarlo pero no ha podido ser, qué días más maravillosos, no tengo palabras para describirlo, todo salió genial, lo que disfrutamos sobre todo al ver tu cara de felicidad, rodeado de tu mujer, tus cuatro hijas, tus yernos, con tus nietos y tu pequeña princesa.
Nos quedamos con los buenos momentos vividos, hasta la ultima celebración del cumpleaños de Laura que estabas ya muy malito no quisiste perdértela, sacaste la fuerza que llevabas dentro y nos hiciste muy felices a todos, sobre todo a esa niña que cuando la veías lo primero que le decías: ¿Sabes una cosa? Y ella te respondía rápidamente:     que estoy muy guapa, pero ha sido otra     campeona, porque desde el primer día que         te fuiste lo fue asimilando, al igual que tu granujilla, si alguien le pregunta por su ITO le dicen que esta en el cielo y desde allí nos cuida a todos. Sé que así lo estás haciendo, cuídanos mucho a mamá que ahora eres tú su Ángel de la Guarda.
Este ha sido el primer verano sin ti, qué extraño se nos hacía, no verte asomado a la galería del apartamento para ver cómo llegábamos, ni verte sentado en algún banco del Paseo Marítimo o preguntarnos si habíamos comido chanquetes, todo nos recuerda a ti.
Qué duro es enfrentarnos a la verdad, no es un mal sueño del que vamos a despertar, sino una realidad, que físicamente no estás entre nosotros, pero desde algún sitio estás con nosotros, protegiéndonos y si algo de lo que hacemos no está bien, nos vas a dar un tirón de orejas, llévanos por el buen camino siendo personas justas y honradas. No nos abandones nunca, te quiero y no te olvido.
Por Eva María Ortiz Carrillo

Ginés López Gómez, de Úbeda. Mi amor, un año más sin ti

Hola mi amor, otro año más sin ti, y ya van cuatro, con qué lentitud van pasando los días, desde que no estás aquí, a mi lado, iluminando este viaje, porque cada día estoy más convencida, de que la vida es como un viaje en tren, “tu querido tren”. Yo empecé el viaje de mi vida sola, pasé un tiempo, de vagón en vagón, y deambulando de un sitio a otro, sin encontrar el compañero de viaje que realmente me llenara, que me hiciera sentir, que podía hacer el viaje a su lado, (estoy segura, que instintivamente, iba buscándote), y llegué al vagón donde tú estabas.
Un día decidimos hacer el viaje juntos, y nos sentamos juntos, y todo se iluminó, y ahí empezó el viaje más maravilloso que nadie pudo soñar. Un viaje lleno de amor y vivencias, con buenos y malos momentos, aunque aprendimos juntos a sobrellevar los malos, de la mejor manera posible, pero siempre juntos, el viaje a tu lado fue ir pasando por paisajes de ensueño, llenos de luz y de colores. Poco a poco se fue llenando nuestro vagón, ahí estaba la abuela, tu hermano e Isa, nuestras sobrinas, los amigos que se fueron añadiendo a nuestro viaje, y cómo no, se iluminó más todavía cuando llegaron nuestras hijas, Isabel María y Dory, y nuestro Noni, y se colocaron en los asientos, al lado.
Nuestras hijas, esos dos seres maravillosos, que han sido realmente las que han hecho un poco más llevadero, el viaje desde que tú te bajaste, sí mi amor, te bajaste demasiado pronto del tren de mi vida, sé que tú no querías, pero el destino es caprichoso y decidió que aquel fatídico 30 de septiembre, llegaras a tu estación de destino, era tu última estación, y un poco también la mía, porque desde que tú te bajaste, mi viaje cambió de unos paisajes llenos de luz, al túnel más oscuro, con  muchas paradas en las que he tenido ganas de bajarme, para quedarme a tu lado, pero claro no era mi momento, pero en todos los túneles, al fondo se ve algo de luz.
Este año se montó en este tren, una personita, que ha venido a traer, algo de luz a este oscuro viaje, sí mi amor ha nacido nuestro primer nieto, “Daniel”, sé que te hubiera gustado estar aquí, tenías tantas ganas de conocer a tu nieto, para malcriarlo como tu decías, pero sé que desde donde estés, lo cuidas y lo mimas como era tu deseo. Es todavía pequeño, pero algún día preguntará, al ver tu asiento vacío, quién se sentaba ahí, y le diremos que es el sitio de su abuelo, su querido abuelo. Entre todos procuraremos hacerlo un hombre bueno, como tú habrías querido y aprenderá a quererte, como te quiero yo y todos los que compartimos el viaje contigo, porque aunque tu asiento este vacío, sigues compartiendo mi viaje, y lo único que le pido a la vida, y estoy segura que así será, que cuando yo llegue a mi estación de destino, tú estarás allí esperándome, y ya seguiremos haciendo un viaje, y este sí será eterno.
Bueno mi amor,  recuerda que siempre formarás parte de mi vida, porque sigues vivo en el corazón de los que te queremos. Un beso  mi amor.
Tu compañera de viaje. Por Dory Sotos Garrido



LUIS JAVIER CAÑO SARRIÓN, de Arjona. Arjona te echará siempre de menos

De tantas veces que desde la Redacción de este periódico se me ha pedido que escribiera algún obituario, nunca pude imaginar, aunque entiendo que es algo inevitable y todo llega, que me llegara el momento de escribir alguno tan personal, y mucho menos de ti, de mi tito. Son tantas las cosas y los elogios que tengo y quiero decir sobre ti y que a la vez me hacen emocionarme a cada palabra que escribo, que no sé por dónde empezar. Qué se puede hablar de un buen hijo, mejor hermano, excelente padre y excepcional tito, en mi caso, por tanto de una maravillosa persona. A lo largo de tu vida, siempre he admirado en ti, tus facultades para el trabajo, siempre dispuesto en todo momento, no sólo para desarrollar tu labor, sino y más que todo, pendiente y dispuesto a unirte en toda actividad que se planteaba, aún en detrimento tuyo, no te importaba no comer, no dormir, no descansar, lo que fuera, por estar al lado de quien te necesitaba. Esto es lo que tantas veces hemos admirado en ti, además de tu constante disposición, el hecho de que nunca, nunca, nunca, has reprochado nada en lo que te hayas prestado, y por supuesto en momentos crudos, siempre pusiste la otra mejilla, siendo fiel a nuestras creencias. Supongo que este carácter humilde y sencillo venía de fábrica, pero tú te esforzaste a lo largo de tu vida en acrecentarlo y alimentarlo, sin esfuerzo alguno, porque como he dicho antes, siempre ha formado parte de ti.
Como familia cristiana que somos, mi amor por Jesucristo lo he vivido desde muy pequeña, así como el fervor por nuestros Santos Patronos, pero lo que sí vino de tu parte, es el profundo amor a Ellos, y lo escribo con mayúsculas porque eso es lo que tú has tenido siempre con nuestros santos, un amor incondicional, desde muy joven metido bajo sus andas, posteriormente guiando el paso de San Maximiano, y ya en los últimos años, desde la junta de gobierno, trabajando codo con codo con cada uno de sus miembros; todo eso es algo de lo que puedo presumir, puesto que para mí supone una gran herencia cristiana. Desde que partiste, para estar ya por siempre junto a San Bonoso y San Maximiano, y al lado de tu hermano y también mi tito, Antonio, he estado muy enfadada con ellos, pero poco a poco, voy aceptando el hecho de que Ellos te hayan llevado a su lado, como gran premio a una vida y trayectoria intachables, y sé que estás allí arriba junto a nuestro Padre celestial desde el momento en que dejaste de respirar, habiendo luchado mucho hasta tu final, porque para ti no ha habido curvas, tu camino hacia el cielo ha sido recto, muy recto y directo.
Quiero decirte, aunque tú nos ves desde allí arriba, que te echamos mucho de menos, en cada sitio, a cada momento; tus padres, que no saben dar un paso sin nombrarte, por los cuidados que tenías con ellos, la tita y los primos, desconsolados, que sienten tu ausencia constante, tus hermanas, que te admiran y alaban, y todos tus sobrinos, que anhelan tus bromas y tus preguntas sobre cómo ha ido la semana, cómo vamos en el trabajo y si estamos bien, y por supuesto, yo, que me acuerdo de ti todo el día, y te echaré de menos en tantos momentos que compartíamos, conferencias, exposiciones, procesiones, y muchos más. Y no sólo somos nosotros, cada persona que nos para, nos destaca tu bondad siempre con todos y tu carácter desinteresado, repartiendo, dentro de lo que tenías, siempre con el más necesitado.
Cuida mucho de toda tu familia y ayúdanos en nuestro caminar, que por el momento lo tenemos muy triste, pero con el tiempo, intentaremos apoyarnos unos a otros para conseguir alegrarnos recordándote con tu sonrisa y tu alegría, algo que siempre fue muestro motor, porque sí tito, tú eras quien nos levantabas a cada momento.
Por María Dolores Salcedo Caño, Arjona


ROSARIO MOLINA PRIETO Y JOSEFA TARIFA PORTERO, de Jaén. Gracias por haber luchado tanto

Son muchos días que han pasado desde que os fuisteis, y todavía sigo acordándome todos los días de vosotras. ¿Cómo olvidar a dos de las personas más importantes que han pasado por mi vida? Cuando todo estaba más reciente, siempre que se hablaba de vosotras o mirábamos fotos antiguas, mis ojos se llenaban de lágrimas. Pero con el tiempo aunque sigo emocionándome, no estoy triste, porque he tenido la suerte de conoceros, de aprender de vosotras y he podido disfrutaros muchos años.
Una abuela es una figura que inspira mucha ternura y mucho cariño. Cómo me gustaba ir a verlas y sentarme en sus piernas, hasta que no pudieron más conmigo, o cogernos las manos cubiertas por la faldilla de la mesa con el calor del brasero de fondo.  Cómo se las ingeniaban para burlar a sus hijos y meternos dinerillo en el bolsillo del pantalón, y esa fijación por la comida…, ¡qué rica estaba!  Siempre se ha dicho que como la comida de la abuela ninguna, y ¡cuánta razón!  Hasta que no comías, merendabas o cenabas tres veces no te dejaban irte. No cambiaría esos momentos por nada del mundo.
Es difícil definir tantos sentimientos en tan pocas palabras, pero creo que todo el que a lo largo de vuestra vida se haya cruzado en vuestro camino, coincidirá conmigo en que habéis sido dos mujeres ejemplares, que habéis sabido sacar vuestra familia adelante y criar a unos hijos que os adoran y solo tienen palabras de adulación y agradecimiento hacia vosotras.
Siempre os recordaré sentadas en vuestro sillón, con vuestro rosario bien sujeto a la mano con esa sonrisa que siempre teníais para todos y esas ganas de vivir que os caracterizaban a las dos. Gracias por haber luchado hasta el final, por haber aguantado lo inaguantable. Habéis sido dos personas llenas de amor y fortaleza, dos mujeres de los pies a la cabeza.
Por todo esto solo me queda decir que si algún día tengo hijos y nietos, con que estén la mitad de orgullosos de mí, como yo lo estoy de vosotras, me daré por satisfecha. Os quiero, abuelas.
Por Marta Ramírez Maraver, Jaén

    30 sep 2012 / 10:10 H.